[25 de Noviembre. 4:45 pm.
Madrid - España]
—¿Y no es más sencillo volar simplemente desde Alemania hasta Estados Unidos? —preguntó Brook, sentada en una butaca en frente de Georg, que cocinaba cualquier cosa dentro de una cacerola mediana.—Creemos que es mejor hacer viajes cortos, sin dar mucho que pensar a la gente, especialmente a aquellos que te persiguen. Ya hemos pasado por casos como secuestros de avión y misiones suicidas. Simplemente preferimos ahorrarnos todo ese drama y movernos despacio, día tras día, ciudad por ciudad, sin apuros. Ha sido plan de Tom.
—Tom... —Brook soltó un soplido cuando escuchó el nombre del muchacho, recordando la fuerte discusión que había tenido con él ayer y la inesperada disculpa que había recibido a media noche.
—Todo un encanto, ¿no es así? _Georg le dedicó una sonrisa, echando otro ingrediente a su experimento en la olla.
—Vaya que si. —dijo ella con un notorio sarcasmo en su voz.
—No le prestes mucha atención, Tom no es un tipo malo. Simplemente... las circunstancias le han hecho volverse muy duro consigo mismo.
—Quisiera saber qué tengo que ver yo en todo eso. —susurró Brook, estirando las piernas, sentada sobre el taburete de la cocina.
—Algun día quizás lo entiendas.
La frase dejó a Brook un tanto pensante, era otra de las interrogantes que se sumaban a su larga lista de dudas. Pero no quiso adentrarse más en el tema, y decidió prestarle atención a Georg y a lo que estaba preparando en esa olla.
No podía entender cómo es que él era tan amigo de un tipo como Tom. Es decir, eran tan diferentes. Georg estaba siempre de un humor de puta madre. Era muy apacible y se había dispuesto a hablar con Brook durante todo el viaje desde Alemania. Tom en cambio era tan... tan... Distante. Tan metido en sus propios líos.
Cada vez que Brook se giraba para darle una ojeada, lo descubría simplemente mirando hacia un horizonte vacío, sumergido entre sus propios pensamientos. Era tan frío, tan raro... Ayer ya lo había tachado de cretino, pero su repentina aparición en la madrugada simplemente la había hecho dudar de ese adjetivo. Almenos se había disculpado con ella, pero de todas formas seguía dándole mala espina.
Gustav apareció en la cocina de pronto y esbozó una mueca graciosa al ver que Georg cocinaba.
—Maldición, ¿estás cocinando? —preguntó de pronto. —Brook, no sería una buena idea que lo dejes hacerlo.
Ella soltó una risita.
—La última vez, todos terminamos hospitalizados por culpa de este hijo de puta. —narró Gustav. —Deja que Tom lo haga, al menos él si sirve en eso.
¿Tom? ¿Cocinar? ¿Acaso esas dos palabras podían estar juntas en una misma oración?
—Por cierto, ¿sabes dónde está? —volvió a preguntar Gustav.
—No tengo idea, ya le conoces, debe estar registrando la zona. —Georg tapó la olla con cuidado.
—¿Y luego quién no hace su trabajo, eh? —Gustav negó con la cabeza, en un son divertido. —Georg, esa mierda apest...
De pronto, un par de toques se escucharon provenientes de la puerta del departamento. Los tres giraron la mirada hacia esa dirección. El sonido se incrementó de pronto, los toques a la puerta se hicieron más fuertes y las alarmas dentro del departamento empezaron a sonar con fuerza. Lo cual solo significaba una cosa...
De inmediato, Georg sacó una Glock 18 del costado derecho de su cadera y Gustav procedió a hacer lo mismo, ambos colocando el arma sobre su pecho y bajo su barbilla.
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𝑨𝒏𝒕𝒊𝒅𝒐𝒕𝒆 ; 𝐓𝐨𝐦 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳
FanfictionBrook Taylor lleva en su sangre el antídoto para salvar a la humanidad de una próxima pandemia que acabaría con la raza humana. Por ese motivo, el gobierno de los Estados Unidos contrata los servicios de Tom Kaulitz y su equipo especializado, quien...