17. Él está enamorado de otra persona.

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[ 29 de noviembre. 9:23 pm.

Manaos - selva de Brasil]


Después de un largo viaje en la avioneta privada del gobierno, la residencia ubicada en los más escondidos rincones de la selva de Manaos les esperaba con los brazos abiertos.

La casa era realmente magnífica. Tom jamás imaginó que el gobierno podría ofrecerles una espaciosa casa como esa tan solo para la estadía de una semana exacta. Solo entonces podía entender lo importante que realmente era la misión, lo crucial que era llevar a Brook Taylor directa a Washington sana y salva, e incluso, con comodidades.

La propiedad estaba perdida entre muchos árboles y solo podía llegarse a ella mediante un camino que se encontraba en medio de una carretera solitaria. Al rededor estaba protegida por cercos eléctricos que no permitían el pase a ningún vehículo pesado. Además, contaba con alrededor de diez habitaciones, un gimnasio subterráneo, un bar, una sala de estar, una sala de televisión, baños con jacuzzi, una amplia cocina y un jardín inmenso que se expandía al interior de la casa. Todo perfectamente asegurado con cámaras de seguridad en cada esquina que podían monitorearse dentro de una habitación especializada, incluidos sensores de sonido y alarmas instaladas que no eran visibles para el ojo humano. La casa era un lujo del gobierno, que había sido usada de vez en cuando como base militar para el presidente en tiempos difíciles.

A Brook todo eso seguía pareciéndole jodidamente extraño. Había pasado de departamentos lujosos a una casa privada en Brasil, que aparentemente había sido usada por personas importantes anteriormente. Seguía preguntándose, ¿qué tan importante podía ser ella para devolverles todos esos favores carísimos? ¿Qué podía tener ella para valer todo ese dineral que estaban gastando solo para transportarla a Estados Unidos? No sabía si pensarlo le asustaba un poco, pero sea lo que sea... debía ser lo suficientemente importante como para valerlo.

Georg apareció en la cocina de pronto, encontrándose a Brook con un delantal puesto y bastante entretenida entre muchas cacerolas y recetas que había encontrado en esa cocina totalmente implementada. Es que además de todos los lujos que habían, también había comida, películas bajo el LCD, bebidas, licores, Vodka y las máquinas del gimnasio funcionaban a la perfección.

—Te has robado mi puesto. —bromeó el muchacho, sentándose en el taburete de mármol de la cocina, justo enfrente de ella. La vista que tenía no era para nada mala. Brook cocinaba quién sabe qué y vestía unos shorts de jeans, una blusa de tirantes negra que dejaba ver bien sus pechos redondos por encima de la tela y además unas botas vaqueras. Pero quizás lo mejor de todo su look, es que estaba más o menos despeinada, con un aire casero. Estaba tan guapa al natural.

—Gustav me advirtió que no te dejara tocar la cocina. —ella se giró para mirarlo, dedicándole una bonita sonrisa.

—Vale, vale. Pero es que pensé que se encargaría Tom esta vez.

—No, él no está aquí. —respondió una Brook un tanto fastidiada por oír su nombre.

En ese momento, el recuerdo exacto de las palabras de Tom regresó a su memoria:

"—No hay nada importante que contar, ¿vale? Solo la he besado en el pasillo, como que fuera gran cosa que de pronto tenga intenciones de tener algo con alguna misión. Tu ya me conoces, Gus. "

No podía ser ajena al enfado que eso le había causado. Mucho más después de que... habían hecho cosas. Claro, tal vez eso no significaba nada para él, que tenía encuentros sexuales de ocasión con varias mujeres todo el tiempo, pero si lo había sido para ella, que era totalmente inexperta en el tema.

—Quizás está registrando la zona. Es bastante aplicado en su trabajo. —Georg se encogió de hombros.

—Ujum... —Brook trató de no hacer demasiado obvia su incomodidad.

—Asi que... ¿pasa algo entre vosotros? —la pregunta del chico la tomó desprevenida. No era para nada un buen momento para hablar de eso. De lo que había pasado en el pueblo. De lo que eran... ¿Y qué eran?

—Claro que no, ¿que podría pasar? —Brook se giró para mirarlo, quitándose el delantal, despeinándose y volviendo a acomodarse el cabello.

—¿Han empezado a tener algo?

—¡¿Qué?! ¡No! —ella soltó una carcajada nerviosa.

—Escuché que se habían besado, ¿eso no es tener algo? —Georg la miraba sonriendo, notando perfectamente los nervios de Brook a flor de piel. Y eso solo podía significar una cosa, aquí y en cualquier parte del mundo.

—Oh, vamos... Solo fue un beso. —la chica puso los ojos en blanco. Era mala fingiendo. Demasiado mala, a decir verdad. Pero hizo lo posible por pronunciar esas palabras con frescura, con naturalidad. Tratando de imitar las expresiones de Tom cuando este hablaba de sexo tan normalmente.

Georg rió. Porque Brook era tan dulce, incluso mintiendo.

—Solo fue un beso, ¿eh? Vale pues supongo que eso está bien para los dos.

—Sí...

—No me gustaría que de pronto te estés ilusionando. —los ojos verdes de Georg subieron hasta alcanzar los de Brook. La chica tragó saliva al escuchar aquella última palabra. ¿Ilusionarse? Oh no, claro que no... ¿verdad? —Porque Tom es un tipo que no le va para nada eso de andar emparejándose con alguien. Simplemente no es lo suyo.

De inmediato, las palabras de Tom volvieron a su cabeza una vez más.

"Desde entonces prefiero relacionarme con las mujeres de una manera poco sentimental. No creo estar hecho para nada de eso, ya te habrás dado cuenta... "

—Sí me lo ha hecho saber y no tengo por qué ilusionarme con nada. Es una tontería, Tom no es mi tipo, jamás podría si quiera fijarme en él. —ella puso los ojos en blanco y revisó un poco de lo que había estado preparando para ver si estaba listo. Para así poder distraer sus nervios.

—Me alegro Brook. Realmente no sería bueno que te haga pasar por algún mal momento. Tú me caes bien y él es mi amigo, pero es... un poco duro en estas cosas.

—Lo sé. —Brook se encogió de hombros.

—Ademas, está enamorado de otra persona.

Aquello la hizo empalidecer. Sus manos se enfriaron y sintió la noticia como un baldazo de agua helada. Se giró despacio para mirarlo, tratando de disimular la intensidad de su mal estar.

—Él tuvo una novia hace algún tiempo atrás. Morgan, no sé si te habrá hablado de ella.

Por supuesto que lo había hecho. No con nombre y apellido, pero ahora que empezaba a unir piezas lo más probable es que se tratase de ella. De esa tal Morgan, de quién había hablado anoche.

—Lo que importa es que, si hay algo que puedo asegurarte al cien porciento, es que aunque Tom conozca mil mujeres, bese a otras tantas o se folle a quién quiera... Jamás podrá superar a Morgan.

Brook tragó saliva. Su garganta estaba hecha un nudo y no entendía por qué le afectaba tanto.

—¿Has escuchado alguna vez eso qué dicen de que solo hay una sola persona en el mundo que te marca realmente, en lo que a amor se refiere? Supongo que eso es Morgan para Tom. Pero, no le digas que te he contado esto. Se va a enfadar, ya le conoces.

—Vale. —la chica sonrió, hundiendo la mirada en el suelo. —No tendría por qué superarla. Él y yo no tenemos absolutamente nada, ni lo tendremos. —volvió a blanquear los ojos, tratando de darse ánimos ante tan jodido bajón que las palabras de Georg le habían proporcionado. —Y ya, te lo digo en serio, no me interesa hablar de Tom ni mucho menos de sus asuntos personales.

El chico asintió y se puso de pie.

—¿Quieres que te ayude con eso? —le preguntó a Brook, acercándose por detrás. Ella tardó unos segundos en poder articular palabra alguna.

—Claro.

𝑨𝒏𝒕𝒊𝒅𝒐𝒕𝒆 ; 𝐓𝐨𝐦 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora