12. Polos opuestos.

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Tom manejaba y sus brazos contra el volante estaban marcados por sus venas gruesas. A Brook le costó mucho pasar por desapercibido ese detalle, porque él era guapísimo y el aire que entraba desde su ventanilla despeinaba su cabello negro con trenzas y le proporcionaba un aspecto seductor.

No quería admitirlo, pero el chico estaba demasiado bueno para ser verdad. Su cuerpo era una masa de músculos cubierta por su ropa ancha, y su sola presencia podía alborotar las hormonas de cualquier persona que rondara en este mundo. Sumándole a esto, tenía un rostro con unas facciones tersas y bien definidas. Y su olor, su jodido olor. Olía fuerte, a hombre, una fragancia que solo aumentaba mucho más su virilidad.

Por un momento, Brook se preguntó si quizás tenía pareja o si había tenido una alguna vez, porque ahora que ya no estaba comportándose como un verdadero troglodita, podía notar incluso lo buena persona que era. Hacer ese viaje solo porque ella se lo había pedido era una muestra de ello.

Pero ella no era la única que en ese momento estaba haciendo un esfuerzo descomunal por disimular sus emociones. Tom también estaba tenso sobre su asiento. Tener a Brook sentada a su lado, y con el cuerpo en movimiento por el motor del coche, era una tortura muy grande. Los senos grandes de la chica se movían al mismo ritmo y aquello solo aumentaba sus ganas por... por sí, follarla. No podía seguir engañándose, vaya que deseaba a esa mujer mucho físicamente. La atracción estaba ahí y se preguntaba si en algún momento podría quitarse ese peso de encima y simplemente convencerla de hacérselo sin compromiso alguno. No tenía por qué ser un gran drama, a él le encantaba físicamente, y ella después de que probara un poco de lo que podía darle, no se abstendría de pedirle más.

—Gracias por hacer esto. —la voz de Brook le sorprendió, sonando por encima de la música.

—No es nada. —contestó él, con el semblante duro, fingiendo estar realmente concentrado en la carretera.

—Quizás, pero... Sé que tienes un itinerario planeado para nosotros y probablemente este viaje lo retrase todo...

—Nos moveremos más rápido, lo tengo controlado.

—Bien... —susurró Brook algo tímida, por las rápidas respuestas que él estaba dándole y la poca emoción que transmitía. —¿Por qué lo has hecho?

—Brook, no es nada. Querías ver a tu padre y eso harás.

—Lo sé, pero... No pensé que aceptarías.

—Ya ves que sí.

—Ujum... es solo que creí que yo no te caía nada bien.

Él hundió el rostro con el ceño fruncido.

—Cuando conozco personas no me caen ni bien ni mal, solo las conozco y ya.

—¿Ves? A eso me refiero.

Tom giró a mirarla.

—¿A qué? —le preguntó intrigado.

—¿Siempre eres así? Es decir, ¿con todos?

—Joder, no sé de qué hablas...

—Que eres la persona más fría que he conocido alguna vez. —respondió ella con toda sinceridad, dedicándole una sonrisa dulce y muy, muy bonita, que él esquivó con la mirada rápidamente y prefirió clavarla en el parabrisas. —¿Siempre has sido así?

Tom tomó unos segundos.

—Más o menos. —admitió y apretó fuerte las manos contra el volante.

—¿Más o menos?

—¿Por qué de pronto estás haciéndome tantas preguntas? —el chico parecía fastidiado. Detestaba sentirse así de invadido.

𝑨𝒏𝒕𝒊𝒅𝒐𝒕𝒆 ; 𝐓𝐨𝐦 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora