Los casi besos

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Mientras Carla agradecía los regalos, yo reposaba en el sofá.

Había bailado unas nueve canciones seguidas con Nolan, tenía los pies destruidos.

-¿Por qué has venido, barista?-Me preguntó Jayden.

Mientras se sentaba junto a mí en el pequeño sofá.

-Por qué Nolan quería que le acompañase-En parte no era mentira.

-¿Te aburres?-Me preguntó con un tono curioso.

-Bastante, ¿Cuántos bolsos lleva ya?-Bostecé a propósito.

El rió mientras miraba a Carla sacar dos bolsos más de unas cajas rojas de terciopelo.

-¿Quieres ir a dar una vuelta por la playa?-Me ofreció.

-¿A tu novia no le parecerá mal que su novio se vaya con una chica a la playa?-Hice una pausa-.¿En medio de su cumpleaños?-Le pregunté divertida.

-Calla y levanta, que estás deseando salir de aquí-Se levantó ofreciéndome la mano.

Acepté su mano y salimos de allí entre risitas, asegurándonos de que nadie se diera cuenta.

Nadie salvo Nolan, él se había percatado y me sonrió de manera pícara antes de salir de la casa.

-Me matan los zapatos-Dije, apenas habíamos llegado al paseo que llevaba a la playa.

Me miró y después miró a su alrededor.

-Ven-Me dio la mano.

Me ayudó a caminar hasta un banco cercano.

Me senté sobre el banco y se arrodilló.

¡Si quiero!

Espero tardar mucho en decir esas dos palabras...

Las dos palabras mágicas...

Me quitó los tacones cuidadosamente, como si mi cuerpo fuera porcelana.

Y de un momento a otro, Jayden paseaba conmigo por la playa, bajo el atardecer y llevando mis tacones con su mano derecha.

Dejamos de andar justo cuando el atardecer estaba por terminar y nos sentamos a verlo.

En ese momento me vino un flashback a la cabeza.

Me vino a la mente el paseo que dimos después de trabajar juntos en la cafetería.

Desde ahora sabía que cualquier playa me iba a recordar a él, a Jayden Cameron.

El idiota de Jayden.

Estuvimos allí un rato y cuando la marea se había comenzado a relajar, noté que me estaba mirando, giré la cabeza lentamente para asegurarme, y así era.

-Cerceta-Habló de repente.

Lo miré confundida.

-El color de tus ojos, cuando los miré por primera vez, sabía que no eran azules, ni verdes...-Me explicó sin más, poniéndome un mechón de pelo detrás de la oreja.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza.

Ni siquiera yo sabía que eran de ese color.

¿Había investigado sobre el color de mis ojos?

Si que es rarito...

¡Es adorable!

No apartó la mano de mi mejilla después de colocarme el mechón.

Su tacto me ponía nerviosa, pero un nerviosismo extraño, no quería que se apartara...

-Mitad verde, mitad azul-Siguió hablando y me sonrió dulcemente.

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