7. Noche estrellada

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Capítulo 7: Noche estrellada.

Poco tiempo después, el profesor Dumbledore mandó a que los estudiantes de Gryffindor volvieran al Gran Comedor. A los minutos se les unieron también los alumnos de las demás casas de Hogwarts, todos muy confundidos.

Lynx era abrazada por sus amigas, que sabían la culpa que sentía por que un familiar suyo fuera el causante de tanto destrozo. Era lo que más odiaba de su sangre, que estaba toda manchada de magos tenebrosos.

Draco se acercó a ella apenas la vio en ese estado, sin importarle estar rodeado por la gente que decía odiar. A su lado estaba otra vez Sol Lovegood, con cara preocupada.

— ¿Te encuentras bien, Lynx? Soy ayudante en la enfermería así que puedo ayudarte si te sientes mal —le dijo la chica, tocando su frente levemente por si tenía fiebre. Su voz tenía el mismo deje soñador y alegre que tenía su hermana menor Luna, que no pasaba desapercibida.

Lynx forzó una sonrisa para tranquilizarla.

— Yo estoy bien, es a la señora Gorda a la que tienes que revisar. Huyó asustada del cuadro que da entrada a la Sala común de Gryffindor.

— ¿Ha sido Black, no es así? —preguntó su hermano, muy serio. A él podría parecerle una tontería que Black quisiera matar a Potter, pero no le daba nada de gracia cuando afectaba a su hermana de esa manera.

Lynx no le respondió pero no hizo falta para que Draco lo entendiera, tirando de ella para abrazarla con fuerza. Draco era más bajo que Lynx, pero aún así se las arregló para acariciarle el cabello con cariño.

— Van a atrapar al cobarde, Lince, te lo prometo —susurró.

— Se supone que yo tengo que despreocuparte a ti, no al revés —se quejó Lynx, su voz sonaba temblorosa pero le sonrió a su hermano, que siempre encontraba el modo de animarla.

Draco alzó los hombros.

— Es por eso que yo soy el Malfoy superior —dijo con fingida arrogancia. Lynx le pegó un codazo.

Su conversación se vio interrumpida por el estridente ruido de las puertas cerrándose en el Gran Comedor. Mcgonagall y Flitwick las estaban cerrando con magia.

— Los demás profesores y yo tenemos que llevar a cabo un rastreo por todo el castillo —habló el profesor Dumbledore por encima de los murmullos—. Me temo que, por su propia seguridad, tendrán que pasar la noche aquí. Quiero que los prefectos monten guardia en las puertas del Gran Comedor y dejo de encargados a los dos Premios Anuales. Comuníquenme cualquier novedad —añadió, dirigiéndose a Percy, que parecía extasiado ante la responsabilidad—. Avísenme por medio de algún fantasma.

El profesor Dumbledore se
detuvo antes de salir del Gran Comedor, meditando sobre algo. Luego se dio vuelta y añadió:

— Bueno, van a necesitar...

Con un movimiento de su varita, envió volando las largas mesas hacia las paredes del Gran Comedor y el suelo quedó cubierto con cientos de sacos de dormir.

— Felices sueños —les deseó Dumbledore, finalmente cerrando la puerta.

Apenas las grandes puertas fueron cerradas, el Gran Comedor se llenó de bullicio. Los leones les contaban al resto de las casas que Sirius Black había intentado entrar a la Sala común de Gryffindor y que probablemente seguía rondando por el castillo.

— ¡Todos a los sacos! —gritó Percy—. ¡Ahora mismo, se acabó la charla! ¡Apagaré las luces dentro de diez minutos!

Lynx se despidió de su hermano y de Lovegood y se reunió con sus amigos en la zona donde habitualmente comían todos juntos, si imaginamos que la mesa de Gryffindor se encontrará en su lugar y no contra la pared.

Una Malfoy muy Black (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora