20. Ojoloco Moody

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Capítulo 20: Ojoloco Moody.

— Por los calzones de Merlín. ¿Podrían rendirse de una vez? —les preguntó Lynx a sus tres amigos.

La emoción que sentía por tener su primer clase de Defensa Contra las Artes Oscuras con el ex auror Moody se veía opacada por las tonterías que escuchaba de Fred, George y Lee. Los tres levantaron la mirada del pergamino en el que garabateaban sus ideas, con sonrisas inocentes.

— No —respondieron al unísono, volviendo a divagar sobre el método que los ayudaría a envejecer.

Desde que se los cruzó en la Sala Común por la mañana y ahora una hora después durante el desayuno, los tres no dejaron de parlotear sobre la mejor opción para poder participar en el Torneo de los Tres Magos. Lee no estaba especialmente interesado en participar, pero si estaba interesado en saber si sus amigos podrían burlarse del juez imparcial de Dumbledore.

— Déjalos que lo intenten, sabemos que no lo van a lograr —objetó Angelina, mientras observaba su horario escolar.

George levantó la cabeza del pergamino y le sonrió socarrón.

— Sólo lo dices por que tienes miedo de que te robemos tu lugar como campeona de Hogwarts.

Angelina se rió.

— Puede ser —reconoció—. Pero es cierto lo que dije, Lynx no cree que puedan burlarse de Dumbledore. Y si la chica más inteligente de nuestro curso lo dice debe ser por algo, ¿No?

Fred no levantó la cabeza del pergamino mientras garabateaba, pero hizo un ademán con la mano libre para restarle importancia.

— Detalles, Detalles. Lo que Lynx no quiere entender es que la magia no tiene límites.

Lynx alzó una ceja, mirándolo con incredulidad.

— De hecho, los tiene. Se llama Ley de Gamp, la debes recordar.

Fred levantó la mirada finalmente,  luciendo exasperado. Soltó la pluma sobre el pergamino, comenzando a formarse una mancha de tinta en él.

— Y seguro tú recuerdas las tres teorías anteriores a la Ley de Gamp que fueron refutadas. Si las teorías anteriores estaban erradas, ¿Qué te hace pensar que la Ley de Gamp no lo está? —espetó—. Así que, ¿Por qué mejor no dejas de ser una sabelotodo e intentas ayudarnos?

— ¿Y por qué no entiendes que yo solo me preocupó por ustedes? —cuestionó Lynx, mirando a los gemelos y a Angelina, que también quería participar.

— ¡Nadie te pidió que te preocupes por nosotros! —exclamó Fred, levantándose de golpe. Todos sus amigos lo miraron con sorpresa por tal arrebato—. Me voy de aquí, los veré en clases.

Fred se dio medio vuelta y se fue del Gran Comedor dando grandes zancadas. Sus amigos murmuron un débil 'Hasta luego', pero Lynx solo lo observó irse con el ceño fruncido. Fred podía ser muy desesperante cuando quería, y la peor cualidad que ambos compartían era su impulsividad. La misma que los había unido muchas otras veces los separaba.

Normalmente sus peleas no duraban más de unos minutos, pero desde el año en que habían comenzado a desarrollar sentimientos más allá de la amistad por el otro sus peleas duraban mucho más. Era frustrante, pero Lynx comenzaba a acostumbrarse.

El mal humor de Lynx perduró lo que quedaba del desayuno, y solo consiguió empeorar cuando la lechuza familiar de los Malfoy dejó frente a ella una elegante caja de terciopelo rojo llena de dulces franceses, los favoritos de Lynx y Draco. Y atado a la misma caja había una carta que decía su nombre en una elegante letra cursiva.

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⏰ Última actualización: Apr 15 ⏰

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Una Malfoy muy Black (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora