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Desperté desorientado, aún era de noche. Me dolía la espalda de estar de lado, era incómodo dormir en el sofá. Me abrazaba a Airin evitando que ella cayera al suelo al estar en el borde del sofá.

No podíamos dormir aquí, era demasiado incómodo. Estaba preparándome mentalmente para ponerme en pie, pero escuche la puerta de casa. Aún llovía pero más flojo. Vi a mi madre entrar descalza y evitando hacer ruido.

-- ¿mamá? ¿Qué haces?

Ella se sobresaltó dejando caer su bolso. Se llevó las manos al pecho mirándome más que desconcertada.

-- ¡Dios que susto! ¿Qué haces despierto? Son las cuatro de la mañana.

-- Me desperté ahora, estaba a punto de subir a Airin a mi habitación.

-- Vayan a dormir tranquilos, aproveche que la tormenta había parado un poco para volver, pero parece que solo enfade aún más al cielo... ahora está empezando a caer de nuevo fuerte.

-- Está bien, ya iré a dormir. Tu ve a cambiarte, estas como si te hubieras tirado a la piscina, mamá...

Mi progenitora rodó los ojos y subió escaleras arriba, dejándome de nuevo solo, con la joven dormida. Me levanté con cuidado de no aplastarla y con un poco de esfuerzo conseguí cogerla en brazos. Pensé que pesaría más, pero fue bastante fácil subirla. Supongo que la rehabilitación me hizo más fuerte y resistente.

Entré a mi habitación con un poco de dificultad y la dejé acomodada en mi cama. Suerte que ya estaba abierta desde por la tarde y solo tuve que taparla. Antes de acostarme a su lado, aproveché para ir al baño. Tras hacer mis necesidades, me acerqué al espejo y me miré unos minutos.

-- ¿Debería échame un poco de perfume? Tal vez huela mal... Necesito un caramelo de menta también.

Sería horrible que durmiera con ella y se llevara una mala imagen por mi olor. Intento siempre oler bien cuando estoy con ella. Tras rociarme un poco de perfume de hombre bastante sutilmente y meterme un caramelo en la boca, salí del baño y me acosté al fin a su lado.

Me tomé la libertad de abrazarla como hacía rato antes abajo y nos tape a ambos. Hacía bastante frío y se notaba que el invierno venía con ganas.

《♡▪︎♡》

Por la mañana desperté por el ruido prominente del exterior de mi habitación. Escuchaba a los mocosos corretear por el pasillo entre risas. Pensé que me molestia más, pero eso me recordó a cuando era más pequeño y me la pasaba corriendo con mis dos hermanos. Añoraba pasar tiempo con Geum-jae y con YoonSuk. Los tres teníamos edades similares y eso nos volvió muy unidos. Yo era el pequeño de los tres.

Cuando Suk nos dejó, yo acababa de cumplir mis doce años, él nos dejó teniendo trece. A día de hoy, él tendría veinticinco, su edad favorita. Recuerdo que siempre decía que a los veinticinco se casaría con el amor de su vida y adoptarian un perrito llamado Balto, como el de su película favorita.

Pensar en esos recuerdos me llenan de añoranza triste, a veces creo que ese mocoso entrará por mi puerta como solía hacer cada mañana de noche buena, para ir a abrir los regalos. O cuando solía venir en cada cumpleaños para tirarme de las orejas. Suk era el hermano perfecto y el hijo aún más perfecto.

Supongo que por eso tras su partida, todos caímos en un poco oscuro y frío.

Aunque últimamente no me sentía tan frío, Airin me estaba ayudando a sentirme cálido y eso lo agradecía. Mi vista se centró en la chica, quien dormía relajadamente y con la boca entreabierta.

11 Razones Para Decir Adiós.  +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora