Capitulo 39

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Daniel

Termino de limpiar mi rostro con una toalla, quitando todo rastro de lágrimas, ya lleva 1 semana la mujer aquí y Dylan parece que simplemente se olvidó de mí, ya no me habla, no duerme conmigo mucho menos me toca, dejando así un doloroso hueco en mi pecho, además de un incómodo nudo en mi vientre.

Y algo que me asusta es que mi cachorro ya no se mueve, haciéndome pensar... Si sigue con vida, por el espejo veo un chico de piel pálida enfermiza junto con enormes ojeras.

- ¿Daniel estas bien? - De reojo veo como Minerva entra a mi baño, desde hace una semana se queda conmigo acompañándome en mi dolor.

- Muy...bien ¿Dónde está él? - Mi voz es temblorosa y ronca.

- El... El esta con ella. Lamento que mi hermano sea tan desgraciado - Baja la mirada claramente avergonzada

- No tienes la culpa, nadie la tiene... Es su primer amor y el único, por lo que veo - Con ambas manos acaricio mi barriga con tristeza, intentando hacer que se mueva mi cachorro.

- ¿Sigue sin moverse? - Asiento con el corazón roto.

- Tal vez el... - Antes de siquiera terminar la oración ya estoy en el suelo sollozando mientras me hago bolita, abrazando mi barriga.

- Él está bien, seguramente está enojado... - Sintiendo asco, rasco con fuerza mi piel, de nuevo el conocido ardor en mi piel me recorre, producto de mi pareja siéndome infiel.

- ¡Cariño! - Catalina entra azotando la puerta y cerrándola con seguro, con lentitud me levanto.

- ¿Qué pasa? - Minerva se acerca a ella quien parece que vio un fantasma.

- Yo...yo... Dylan le ha dado el anillo de compromiso. - Pongo mi mano en mi boca intentando evitar lo que se avecina, pero ya es tarde, sollozando vómito en el suelo mientras mi barriga se contrae con fuerza.

- Me... quiero ir... Quiero... ir con mamá - La mano de Minerva acaricia mi espalda

- No debí decirte, perdón, recogeré, pero no ahora, no quiero salir, ahora que esa zorra tiene poder, seguramente mandará a arrancarme la cabeza por como la he tratado - Aún adolorido doy un suspiro.

- No te preocupes, no dejaré que lo haga - Todos volteamos a la puerta cuando la tocan bruscamente.

- ¡Ya sé que podemos hacer! - Casi inmediatamente Minerva abre la puerta mientras yo limpio mi boca y me siento en la cama.

Elizabeth entra con algo en sus manos, un frasco de vidrio con un líquido rojizo.

Yo no hago caso, sé que Dylan no cambiará, se enamoró de ella y no puedo hacer nada al respecto.

- No es seguro, pero que tal si hacemos que Daniel finja que está muriendo, el sentirá el tirón de dolor, ¡Será casi agonizante! Forzosamente deberá salir del trance - Me acuesto en posición fetal, esperando que mi cachorro se mueva, no me importa nada más.

- ¿Como harás eso? Indoloro claramente - Veo como alza el frasco de vidrio.

- Tomará esto y en cuestión de segundos su cuerpo se relajará, el no sentirá dolor mucho menos pondrá en peligro al pequeño. Solamente hará que Dylan sienta el tirón de dolor, nada más -

- ¿Daniel? - No me muevo, hago caso omiso a todo.

Cálidas lágrimas salen de mis ojos.

¿Así acabara todo? Dylan con otra mujer y yo... con mi cachorro.

- ¿Daniel que está pasando? - Elizabeth se acerca a mí, acariciando mi espalda.

- Mi cachorro murió por mi culpa... - Me alejo de su toque, no puedo soportar ahora la presencia de nadie, lo único que quiero es morir con mi cachorro

- ¿Porque dices eso? - Catalina intenta tocarme, pero gruño fuertemente, lentamente baja su mano.

- Está entrando en un estado de depresión, es normal que lo esté haciendo - Elizabeth se da la vuelta quedando arriba de la cama y enfrente de mí.

- Él está bien Daniel, puedo escuchar el latido de su corazón... - Habla Minerva, pero la interrumpo con un gruñido.

- Me estas mintiendo - Las mujeres suspiran.

- Mira, tomaras esto y si no pasa nada te puedes ir, ¿Bien? - Asiento tristemente.

- ¿Podemos ir contigo? - Catalina y Minerva hablan al mismo tiempo.

- Cla...claro - De nuevo ese asqueroso ardor y dolor en toda mi piel, además del fuerte dolor en mi marca.

La veo tenderme el frasco, temblando lo agarro para después beberla, saboreando el delicioso sabor de cerezas.

En cuestión de minutos siento mi cuerpo excesivamente cansado, mi respiración se hace lenta y dificultosa.

Ellas esperan sentadas alrededor de la gigantesca cama, mis piernas y manos ya se sienten entumecidas, afortunadamente no siento ningún dolor.

Pasan los minutos y las horas sin ningún resultado.

Llorando me levanto temblando para ir al gigantesco ropero del cual comienzo a sacar mi ropa.

- Vamos cariño, también debemos empacar - Escucho como se abre y se cierra la puerta, no le tomo importancia, solo sigo sacando ropa.

- También iré, le prometí a Dylan que cuidaría de ti y tu pequeño - También sale por la puerta.

Sin tener donde poner la ropa la envuelvo en una manta de la cama.

¿Mi destino es estar solo? ¿Qué fue lo que hice mal? Creo que amar fue mi error, enamorarme y aferrarme siempre de las personas incorrectas.

Alzando mi ropa doy una última mirada a la que era mi habitación y con lentitud salgo para después cerrar la puerta.

Con cada paso que doy a la salida más débil me siento, pero eso no me impedirá salir de aquí.

Si mi cachorro sigue con vida, daré todo para salir adelante, aunque un omega sin su pareja "Dylan" Moriré en cuestión de tiempo, moriré de tristeza y soledad.

No me importará mientras este con mi cachorro, juntos.

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