Capitulo 24

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Daniel

Gruñendo me muevo de un lado a otro con nerviosismo, como no si Dylan ha organizado una fiesta para no sé qué cosa.

Solo estoy esperando a que venga por mí, el simple hecho de imaginarme alrededor de muchos vampiros me hace sentir asco y una gran protección hacia mi vientre.

Unas inmensas ganas de tirar toda su ropa en el suelo junto con las mantas para hacer un bonito nido me estremecen, un nido del que ni loco saldría hasta que la fiesta terminará.

Cuando la puerta se abre cierro rápidamente el suéter de lana negro, intento cubrir lo más posible mi vientre.

- Mi cachorro está nervioso, ¿Por qué? Para ellos eres su r-e-i-n-a~ - Me volteo y ronroneo por lo apuesto que esta con su traje impecable.

- No quiero ir, ¡Pueden hacernos daño! - Se pone atrás de mí y lentamente me empuja a la puerta.

- Nadie puede hacerlo, ya no, esta fiesta es para ti, para que todos sepan que eres mío, que llevas a mi hijo, solo es esta única vez - Hace a un lado mi cabello para besar mi cuello y después morder, reabriendo su marca, obviamente para dejar su olor fuertemente impregnado en mí.

Una vez satisfecho lame y acomoda mi cabello, de nuevo comienza a movernos.

Aprieto mi puño cuando salimos de nuestra habitación, su habitación, intento regresar, pero sus manos en lo bajo de mis muslos me levantan para seguir caminado.

Escondo mi rostro en su cuello queriendo que la tierra me trague cuando comienzo a escuchar murmullos.

- ¿Debo decir algo? -

- Nada, ya les he dicho lo que tienen que saber, de hecho, hay un banquete solo para ti, puedes estar sentado o bebiendo jugo de manzana, mientras no te acerques a nadie o les hables, nadie lo hará - Ya puedo sentir la presencia de muchas personas, Dylan con mucha delicadeza me deja en el suelo.

Todos me recorren con la mirada, algunos deteniéndose en mi vientre, como es costumbre las mujeres tienen ropa provocativa, sus opacos y fríos ojos me hacen sentir muy pequeño.

- Ve pequeño, tengo que hablar con unos amigos - Con la mirada en el suelo camino lentamente hasta la gran mesa de comida, si tuviera mi cola seguramente estaría enterrada entre mis piernas y mis orejas pegadas a la cabeza.

Agarro un plato y me doy cuenta de lo nervioso que estoy ya que se mueve como loco.

- Huele tan bien~ - Me hago de oídos sordos e intento disfrutar la deliciosa comida.

Plato por plato me los voy acabando.

_Come como un cerdo, a ese paso engordará y lo dejarán botado con un vil perro - El plato cae de mi mano, intento reprimir las lágrimas no queriendo darles el lujo de verme llorar.

Unas desconocidas manos agarran mi cuerpo, una en mi muñeca y otra en mi cadera.

- Son unas envidiosas, no les hagas caso, par de zorras metiches... - Las mujeres parecen escuchar ya que se dan la vuelta y se alejan.

Su tacto no me causa repulsión.

Me hace caminar hasta el lugar más alejado para hacerme sentar en un sillón individual, él se sienta con las piernas cruzadas en el sillón de enfrente.

Su cabello es rojizo perfectamente bien peinado hacia atrás, su piel cual muñeco de porcelana, sus ojos son igual de extraños, pero atrayentes, color blanco, perfectos.

- Pequeño, tu mirada me sonrojaría si pudiera hacerlo - Ya puedo sentir mis mejillas rojas, el calor comienza a crecer dentro de mi cuerpo.

- Gra... gracias - Recarga su rostro en el dorso de su mano, su lengua lame sensualmente sus labios, aprieto mis piernas intentado reprimir un gemido, hay muchos vampiros.

- Eres tan tierno, me dan ganas de comerte entero - Pongo mi mano en mi cuello sintiendo arder la marca, sus hermosos ojos blancos siguen mis movimientos pareciendo buscar algo dentro de mí.

- Yo... -

- ¿Te gustaría ir a un lugar más privado cachorro? - Trago saliva sintiendo mi garganta muy seca, mi piel está ardiendo, como si quemara.

Quiero decir que si, gritarlo, pero algo me lo impide.

Hace un movimiento, queriendo que me siente a su lado, mi cuerpo se mueve como si fuera un robot, estoy a punto de levantarme, pero una mano en mi hombro me lo impide.

¿Quién es? Su mirada es seria, su toque me estremece, mi vientre hormiguea, siento que lo conozco, pero no sé de dónde.

- Te estas divirtiendo por lo que veo - Se miran el uno al otro.

- No me invitaste, que cruel de tu parte, ¿Tienes miedo de que te lo quite? ¿De nuevo? -

- No tengo miedo de nada, ahora... Deja de seducir a mi cachorro o juro que olvidaré nuestra amistad - Todo el calor y atracción hacia él se acaba, dejando solo asco, aún más cuando tengo su olor en mí.

- Dylan ¿Qué pasa? - Un pequeño mareo me hace cerrar los ojos.

- Jamás has aprendido a respetar, mucho menos retenerte, por eso necesitas de tu seducción, para tener a alguien, ya que todos se alejan -

- Tienes envidia de que yo tengo a quien quiera - Dylan se da la vuelta y me besa con fuerza, sus manos acarician mi trasero, da unos pequeños pellizcos con sus dientes en mi cuello que me hacen ver las estrellas.

Sonriendo se separa.

- Envidia, nunca... Yo tengo un hermoso cachorro que carga con mi hijo, tan tierno, hermoso y delicioso, ...ve a la habitación... - Con las piernas temblando me levanto no sin antes darle una última mirada a su amigo quien se ve realmente enojado.

- Es un perro - Dylan hace negras sus manos, sus uñas han comenzado a crecer.

- Nadie tiene derecho de decirle eso, solo yo~ - De un parpadeo su cabeza sale volando.

- Dy... Dylan... - Todos comienzan a gritar.

- Pueden dar un paso al frente las personas que piensen lo mismo, los que crean poca cosa a mi pareja, vamos, prometo que su muerte será indolora - No queriendo escuchar más corro a la habitación.

Una vez dentro tiro toda la ropa de Dylan en la cama, acomodado como un lindo nido, la camisa que huele al vampiro la tiro por la ventana.

Ronroneo, disfrutando del concentrado olor, no me puedo sentir más seguro.

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