Capítulo tres

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Trigger Warnings: Masturbación mutua, sexo oral. Descripciones explícitas.

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Una grulla de papel llegó volando por la ventana mientras Harry estaba tumbado en la sala común. No estaba haciendo nada más que estar allí y disfrutar de la brisa que entraba por las ventanas abiertas de par en par de la torre. Había planeado, en un inicio, escribir una carta a Teddy. El niño tenía tan sólo un año, pero Harry le enviaba periódicamente cartas que Andromeda le leía con fotografías que pudiese ver para que no desconfiase de su presencia en las visitas durante las vacaciones escolares. Al final, le había vencido el hastío del pegajoso calor primaveral, casi veraniego y se había limitado a descansar sobre el cómodo sofá, ignorando el ruido de los alumnos de cursos inferiores y abstrayéndose en sus pensamientos.

No había sido una idea tan buena como pudiera parecer. Saber qué estaban, más que probablemente, haciendo Ron y Hermione en el dormitorio de los chicos había espoleado su imaginación a recrear el momento con Malfoy en los terrenos del colegio. Y el que habían compartido el cuarto de baño. Había tenido que ocultar su erección poniéndose un cojín encima de las piernas, así que cuando la grulla de papel voló directamente hacia él, la acogió con curiosidad e intriga, celebrando internamente la distracción que le ayudaría a quitarse de la cabeza la necesidad de repetir en su mente una y otra vez el momento en el que Malfoy se había corrido entre sus dedos. Se equivocaba. La breve misiva que se desplegó al desdoblarse la figurita de papel no contribuyó a aminorar su excitación ni un poco.

«Tras la cena, aula 12 del pasillo hacia la tercera mazmorra. 'Respirare Spiritum'».

Lamiéndose los labios, Harry miró la nota fijamente durante varios segundos, respirando profundamente y sin parpadear. No tenía firma, pero no tenía dudas sobre quién era su autor. Tampoco fueron necesarias como pistas la escritura estilizada, la pulcra tinta de color verde Slytherin ni el hecho de que al cabo de un rato las letras se desvanecieran del trozo de papel, borrando todo rastro como si nunca hubiesen existido. Súbitamente nervioso, consultó el reloj.

Quedaban más de tres horas para la cena.

Suspiró y se dejó caer sobre el sofá de nuevo, tapándose los ojos con el antebrazo, sin importarle que estarse clavando las gafas. No se planteó que sea una trampa ni por un instante. Ya no. Tampoco hacía falta ser un lince ni haber poseído durante años el mapa del merodeador para adivinar qué significaban las últimas dos palabras del mensaje. Ni el propósito real del encuentro, que hizo que el pene le doliese bajo los pantalones de lo duro que estaba. Sin embargo, una leve incomodidad en el estómago le corroía todavía. Levantando la varita, convocó una pluma y un tintero olvidados por algún estudiante en una de las mesas y, utilizando el mismo cuadrado de papel, escribió una respuesta.

«¿Greengrass lo sabe?»

Dudó, no sabiendo cuál era el hechizo que Malfoy había empleado, pero el trozo de papel pareció entender, porque se dobló a sí mismo en forma de grulla y, agitando las alas, salió por la ventana. Harry pensó, viéndola marcharse con gracilidad, que el hechizo empleado era muy bonito.

«Sí. ¿Te molesta?»

La grulla no tardó en regresar, con un mensaje tan escueto como el del propio Harry. Sin embargo, tras mirarlo durante varios minutos, respirando profundamente para aminorar el ritmo de los latidos de su corazón, Harry se percató de un detalle: Malfoy había respondido con una pregunta, alentando la conversación y el intercambio de misivas.

«Se me hace extraño. Por otro lado, supongo que me permite no sentirme culpable por ella», escribió en cuanto la tinta desapareció del papel.

«Merlín nos libre de tener un Gryffindor sin valerosos principios».

Grulla de papel [Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora