Capítulo veinticinco

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Trigger Warnings: Sexo explícito. Sexo oral, sexo anal, menciones a fingering y masturbación.

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Teddy consiguió salirse con la suya al final del verano. Había recordado todos y cada uno de los días que habían separado el Yule de la primavera que le habían prometido una fiesta de pijamas con él, Scorpius y James. Los intentos de Harry de explicarle que los bebés aun eran pequeños no habían fructificado mucho mejor que los de Andromeda de intentar que el tiempo pasase lo suficiente como para que el niño se olvidase. Lo único que había cambiado era que, en lugar de preguntar cuándo iba a dormir con Scorpius y James, empezó a indagar si estos ya eran mayores y cuándo lo serían, desatando carcajadas cuando interceptaba a alguno de los Weasley para interrogarlo al respecto.

Mientras tanto, la vida de Harry transcurrió tan rápido que apenas había notado el paso del tiempo más que para observar el cambio de las estaciones. Los estudios y hacerse cargo de los dos niños en los horarios que había elegido agotaban todas sus horas del día. Además, había empezado a hacer prácticas laborales en algunas asignaturas, lo cual requería no sólo que estudiase, sino también su asistencia. Para cuando llegó el verano, agotado y con la alegría de haberlo aprobado todo, aceptó un trabajo a tiempo parcial en una academia muggle cercana a Grimmauld Place. Todo su cansancio quedó olvidado cuando se sentó en una mesa con un par de chavales de doce años, un poco frustrados por tener que pasar parte de sus mañanas de verano encerrados en un aula, para ayudarlos a recuperar las asignaturas que habían suspendido.

No había vuelto a hablar de Malfoy con Ron, Hermione y Ginny. Estos le observaban a veces, sobre todo si Teddy hablaba de su tío en La Madriguera, contando algo que había hecho o dicho en alguna de sus visitas, buscando pistas del estado de su relación, pero no habían conseguido averiguar nada, porque nada había cambiado. O casi nada.

Seguían conversando en la puerta de Andromeda, aunque cada vez era más frecuente y ya no era tan aleatorio. Algunos días, Malfoy traía a Scorpius para que Andromeda y Teddy lo viesen y la charla se producía dentro del hogar de esta. Los temas de conversación seguían siendo tan variados como antes del incidente en Las Tres Escobas y, aunque ninguno lo sacó a relucir, Malfoy seguía lamiéndose los labios y mirando al infinito cuando Harry hablaba y este apretaba los puños dentro de los bolsillos del pantalón cuando estaban afuera de la casa, clavándose las uñas en las palmas para no extender las manos y tocarlo, atraerlo hacia sí.

La señora Malfoy le invitó en mayo a celebrar Beltane en Malfoy Manor y Harry aceptó. Había sido una ceremonia tan íntima como las de Yule de Harry: sólo los cuatro miembros de la familia, Andromeda, Teddy y el propio Harry, pero la falta de los numerosos Weasley le había hecho sentirse un tanto intruso en ella. Las miradas de Malfoy, preocupadas por su obvia incomodidad, no habían ayudado. La cortesía de Astoria, en cambio, que había acudido en rescate de su marido cuando este había pasado de observarlo con preocupación a mirarlo con anhelo, lo ayudó a integrarse mucho mejor e incluso le prometió aceptar más invitaciones en el futuro.

«A Draco le encantará tenerte por aquí y Narcissa dice que tu magia tiene algo que hace que él se ilumine», había dicho Astoria al despedirse, con una mirada significativa.

Harry se había preguntado si ella sabía qué era lo que le había pedido a Malfoy, cuán fuerte era su miedo a quedar relegado a ser el refugio oculto de este y vivir una vida de esconderse con la persona que más significaba para él en este momento, pero no había sido capaz de dilucidarlo por su sonrisa sincera y cortés, ni por el apretón de manos amable con el que lo había saludado antes de que Malfoy lo acompañase paseando por los jardines hasta la verja que le permitiría aparecerse de vuelta en Grimmauld Place.

Grulla de papel [Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora