Capítulo veintisiete

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Trigger Warnings: Sexo explícito. Sexo oral, sexo anal, algo de control, Spitting, Fingering, Creampie y algo de Cum Play.

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—Tengo que contaros algo.

Estaban en La Madriguera. Había pasado más de un mes desde que Draco y él por fin habían sido capaces de sincerarse y tomar una decisión que no les destrozase. Hacer las cosas bien les llevó más tiempo del que ambos habrían deseado y, sobre todo, muchísimas conversaciones sinceras, pero Harry no podía quejarse. No cuando Draco le había entregado, por fin, aquello que más había anhelado. Cuando iba a sacrificar toda su vida y los ideales que había sostenido durante toda su juventud porque prefería estar con él sin hacerle daño.

Todos se volvieron hacia él con diferentes grados de curiosidad en el rostro. En el de algunos, como Percy o Fleur, se reflejó también preocupación cuando notaron su expresión seria y tensa. En cambio, Ron, Hermione y Ginny, que tenía a James en brazos, no mudaron su semblante. Estaban sentados junto a él, a modo de apoyo. Había hablado con la última en primer lugar, cuando le entregó a James la misma mañana en la que había besado a Draco. Esta, que seguía sin sentir mucho entusiasmo por tenerlo de cuñado, lo había abrazado y lo había felicitado, alegrándose de forma sincera de que por fin Draco hubiese decidido apostar por su relación.

Con sus amigos, en cambio, había hablado varios días después, antes de que ninguno de ellos notase ningún cambio en él. No quiso, esta vez, llegar tarde a ser franco con ellos. Hermione se había alegrado, afirmando que hacía años que esperaba que tomasen esa decisión, la única que veía lógica. Ron, en cambio, había entornado los ojos y mascullado para sí mismo antes de levantar la vista hacia Harry y asegurarle con vehemencia que no se iba a marchar y que estaba bien por su parte. Aunque, la siguiente vez que se encontró con Malfoy, aprovechó para susurrarle una amenaza si osaba hacer daño a Harry por tercera vez. Y, aunque este no se amedrantó, sí respondió que era lo que menos deseaba en su vida.

Harry había tardado en decidirse a contárselo al resto de su familia. Primero habían tenido que ocuparse de los últimos días de hospitalización de Andromeda, su alta médica y el regreso a su casa, para alegría de Teddy. Después, en las únicas las fechas en las que había coincidido toda la familia junta, parecían tener siempre algo que celebrar: el embarazo de Audrey o la presentación de la nueva pareja de George. Así que había decidido que, puestos a arriesgarse a opacar una celebración familiar, su propio cumpleaños era la mejor opción.

—Es... algo importante para mí. Me gustaría compartirlo con todos y todas y...

—¿Malfoy por fin se ha decidido a estar contigo? —preguntó Bill, adelantándose a Harry, que lo miró atónito, con los ojos abiertos de par en par.

—¿C-cómo lo sabes? —Entrando en pánico, Harry miró a Hermione, no muy seguro de si estaba suplicándole ayuda o pidiéndola que lo despertase con un pellizco.

—Era obvio. Las señales estaban ahí para quien supiera leerlas y yo soy un lector avezado por mi profesión. —Bill era rompedor de maldiciones y saber anticipar un hechizo era vital en su trabajo, pero Harry nunca le había visto aplicar ese talento a otros ámbitos—. En El Caldero Chorreante, ¿recuerdas?

—¡Hace años de eso! —exclamó Harry, sorprendido porque este todavía se acordase. «De nuestra primera vez», recordó, sonrojándose.

—Ambos eráis los únicos del local con cara de recién follados.

—¡Bill! —lo reprendió Fleur, dirigiendo una significativa mirada a su marido que, claramente, hacía alusión a los niños y niñas presentes.

—Fue él quien te mandó aquella pajarita de papel en el callejón Diagon, ¿verdad? —Harry asintió, impresionado por lo fácilmente que había atado Bill los cabos. Malfoy había tenido razón todo el tiempo, en cuanto a lo cuidadosos que habían tenido que ser—. Y rompisteis aquella vez que te perdiste.

Grulla de papel [Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora