Capítulo cinco

1.1K 109 37
                                    

Trigger Warnings: Sexo oral muy explícito y referencias a masturbaciones y frotting.

-----

—Tu grulla de papel no está. —Ron había salido del cuarto de baño y estaba descalzo, en pantalones y sin camiseta, secándose con una toalla el cabello, que había empezado a dejarse crecer, como Charlie y Bill. Habían tenido clase de Herbología esa tarde y todos habían llegado cubiertos de tierra y sudor. Ron había sido el último en ocupar el baño que comparten en el dormitorio de la torre.

—¿Eh? —Sorprendido, Harry no supo cómo reaccionar. No se le había ocurrido pensar que Ron echase en falta el pequeño animal de papel que solía adornar su mesita de noche, aunque sí era cierto que este se había fijado en ella—. Es... la tengo...

Un par de toques suaves en la puerta del dormitorio, de Hermione, lo salvaron de dar explicaciones. No podía decir que la había perdido o desechado, pues Ron podría darse cuenta en cualquier momento de que estaba de nuevo en su mesita de noche, y no estaba seguro de querer decepcionar a su mejor amigo explicándole que sirve para comunicarse y con quien sin haber preparado el camino antes.

—¡Hola chicos! —saludó Hermione con entusiasmo. Ron se inclinó para darle un beso gentil en los labios que hizo que Harry desviase la mirada hacia la mesita, entre incómodo y feliz por sus amigos y percatándose del vistazo anhelante de su amiga al torso desnudo del chico pelirrojo, justo donde la pequeña figura de papel de Malfoy debería estar reposando, pensando en los días anteriores.

La grulla de papel había ido volando de uno a otro durante las últimas dos semanas y era Malfoy quien la tenía ahora en su posesión, después de que Harry se la enviase para proponerle una nueva sesión de vuelo. Habían quedado en varias ocasiones durante este tiempo, algunas de ellas para practicar quidditch juntos, dejando que su rivalidad se desfogase atrapando la vieja snitch de Harry. Así, había averiguado que Malfoy sale a volar tan a menudo como él y que si no se habían encontrado antes había sido debido a que el otro chico renunciaba a hacerlo si Harry ya estaba ocupando el terreno de juego.

Al menos, hasta el primer día que habían coincidido después de empezar a compartir algo más que su rivalidad. Otro cambio más a causa de ello, como las conversaciones civilizadas, que parecían tan naturales como arrodillarse en la ducha, con el agua caliente levantando una bruma de vaho alrededor de ellos, para chuparle de nuevo la polla a Malfoy en recompensa por su victoria. Y, si bien no había sido la primera vez que lo había hecho, esta vez con más seguridad y más pericia, adivinando por su cuenta el momento en el que Malfoy estaba a punto de alcanzar el orgasmo para seguir estimulándolo con la mano, sí había sido la primera vez que lo había visto desnudo por completo.

Un par de días después, había sido el turno de Malfoy de acuclillarse entre las piernas de Harry, sentado en uno de los bancos del vestuario, para cumplir con su parte del trato tras perder en su particular competición. La boca húmeda y cálida de Malfoy había sido exactamente como Harry la había imaginado en las noches en las que, a solas en su cama, fantaseaba a la vez que deslizaba la mano dentro de los pantalones del pijama para satisfacerse a sí mismo. Al enredar los dedos en él, había descubierto que el cabello de Malfoy, incluso mojado y apelmazado sobre la cabeza, era tan suave como parecía cuando se derramaba en el aire al girar con la escoba o colgar bocabajo mientras presumía de su pericia volando. Y, aunque Malfoy no parecía tener mucha más habilidad que él haciendo algo así, la textura suave y áspera de su lengua y la calidez húmeda de su boca habían sido suficientes para catapultar a Harry a un orgasmo que lo había dejado con las piernas temblando.

Sin dar tiempo a Harry a recrearse en sus fantasías, Malfoy le había devuelto la grulla al día siguiente a ese momento con una nueva contraseña, sugiriéndole encontrarse en el aula vacía de nuevo. Harry, impresionado, había constatado en esa ocasión que, efectivamente, la magia que sellaba el aula no era una cualidad de esta, sino fruto de la magia de Malfoy, fuerte y hábil. Esa noche, en el escaso tiempo entre la cena y el toque de queda del castillo, apenas habían tenido tiempo de abrirse los pantalones mutuamente y acariciarse de forma apresurada. Y, cuando Malfoy se había marchado, de nuevo en primer lugar y esperando que Harry tardase unos segundos en imitarle, este procuró no darle muchas vueltas en su mente.

Grulla de papel [Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora