Capítulo ocho

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Disclaimer: No me pertenecen, ninguno de ellos, lamentablemente.

Trigger Warnings: Rimming muy explícito. Masturbación. Fingering y Cum Play.

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Sin pensárselo, Harry se escabulló en el compartimento que había estado revisando segundos antes, cerrando la puerta tras él y situándose fuera de la vista de la pequeña ventanilla. Al otro lado resonaron las voces familiares de los Slytherin, impregnadas de la misma alegría que embargaba a la mayoría de los alumnos, para los que el final de curso era un motivo de celebración que Harry no podía compartir, y luego se alejaron por el pasillo. No fue hasta que se relajó que se percató de que había invadido un compartimento lleno de seis niños que acababan de terminar su primer año en Hogwarts y lo miraban con los ojos abiertos de par en par.

«¿Nosotros también éramos tan pequeños?», pensó Harry al verlos, paralizados por la presencia de un alumno mucho mayor que ellos, adulto, comportándose como un idiota.

—Eres Harry Potter. —La voz aflautada de uno de los niños señaló la obviedad y el resto empezaron a removerse en sus asientos, nerviosos.

—¿Puedo ver la cicatriz?

—¿Es cierto que mataste a V-Voldem-, que lo mataste?

—Merlín, ¡es Harry Potter!

—No es para tanto, yo lo he visto casi todos los días en mi sala común. —Al escuchar el ufano comentario de este último niño, Harry se percató de que entre los seis representaban a tres casas diferentes: dos Gryffindor, un Slytherin y tres Hufflepuff. Todos parecían familiarizados entre sí, algo que, para él que había crecido en un Hogwarts férreamente dividido por los colores de las casas tras el primer viaje en el Expreso, era tan inaudito como esperanzador.

—Yo... Tengo que marcharme, ¿de acuerdo? —dijo, después de complacer a dos de ellos, que seguían gritándole que querían ver su cicatriz completa, levantándose el flequillo lo suficiente para dejarla al descubierto, y abandonó apresuradamente el compartimento, suspirando de alivio cuando la puerta lo separó de la algarabía de los niños—. Ha ido de un pelo.

No tardó en encontrar, por fin, a Luna y Ginny, que le informaron de que Neville no viajaría con ellos porque estaba en el compartimento de los Hufflepuff.

—Ha hecho buenas migas con ellos —comentó Harry.

—Con Hannah, más bien. —La carcajada de Ginny tras decir esto atrajo la atención de Harry, que se arrellanó en su asiento, disfrutando al escuchar el cotilleo acerca de la que, auguraban, sería una de las primeras parejas tras abandonar el colegio y después acerca de los planes de Luna y Ginny, que pasarían los primeros días en Londres también, antes de regresar juntas a Devon, donde se emplazaban las casas familiares de ambas.

—Creo que esa grulla de papel quiere entrar aquí —dijo Luna, interrumpiendo el entusiasmado discurso de Ginny sobre los ojeadores que habían visitado los partidos de Hogwarts y que le habían ofrecido una oportunidad para jugar como suplente en las Holyhead Harpies.

Al escucharla, Harry levantó la vista hacia la ventanilla de la puerta del compartimento. Tras ella, revoloteaba la grulla de papel de Malfoy, incansable en su intento de franquearla. Una sensación de ansiedad le agarrotó el estómago durante un instante, siendo sustituida de inmediato por una de alivio por recuperarla y una oleada de excitación en el bajo vientre.

—E-es... Me busca a mí —dijo, levantándose para abrirle la puerta y extender la palma de la mano, donde se posó con la naturalidad familiar habitual.

«Baños coche 7».

Guardándose la grulla en el bolsillo del pantalón, se excusó con las chicas, que lo miraron con curiosidad, y salió del compartimento, conteniéndose para no correr la distancia que separaba el noveno vagón, en el que estaba, del séptimo. Aunque no sabía si era la fuerza de la costumbre, que era el último día que podría acudir a una cita así tras acabar el colegio, sin más oportunidades o la culpabilidad por no haber hablado con Malfoy antes de darle plantón, prefirió creer que había sido la felicidad por el regreso de la pequeña grulla, a la que tanto había echado de menos encima de su mesita de noche.

Grulla de papel [Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora