XXXVI

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Ciel me observaba, sin el parche puesto, y un rostro... ¿Avergonzado?

-¿Q-Qué... Es eso...?-Mi mano fue a su mejilla derecha. Tantas noches preguntándome que ocultaba bajo su parche... Siempre me había imaginado una cicatriz, o tal vez una condición ocular.

Jamás un pentagrama violeta en vez de pupila.

-La noche fatídica de los Phantomhive, fui llevado al mismo infierno...-Comenzó a murmurar.-Conocí a Sebastian, y decidí... Que encontraría a los que me hundieron ahí.-La rabia emanaba de su voz.-Fue un pacto demoniaco, y el contrato, está firmado aquí.-Apuntó a su ojo.

A pesar de que eso explicaba las aptitudes sobrehumanas del pelinegro, y la profunda melancolía que emanaba de Ciel en ocasiones, mi cuerpo comenzó a temblar sin mi control.

-¿Y cuál fue el costo...?

-Mi alma.-Mi vista viajó hasta Daniel, que mantenía el ceño fruncido. Su traje por primera vez estaba desarreglado, y se quitó los lentes dejándome ver el mismo verde vibrante que ví en los ojos de Undertaker.-Yo te dije que no debías estar a mi alrededor, no era sólo una actitud asocial. A comparación de mí, tienes un largo futuro por delante...

"¿Tú no deberías estar muerta?"
Retumbó en mi mente.

-N-No es cierto...-Susurré.-Undertaker se sorprendió de verme con vida...

-¿Qué? ¿¡Eso qué significa?!-Con demanda, Ciel giró hacía Daniel.

El castaño cayó a sus rodillas.

-L-Lo siento por haberte mentido todo este tiempo, incluso cuando me lo preguntaste.-Agachó la cabeza hacía mí.

-¡Si te atreves a ponerle un dedo encima...!

-Espera, Ciel.-Le detuve. Él apretó los labios.

-Yo fui un shinigami.-Confesó. Sebastian soltó una risotada profunda.-Me exiliaron después de, en contra de toda regla, interferir con la vida humana. No me arrepiento de eso incluso a día de hoy. Pero como shinigami novato, no tuve la capacidad de ir por ahí como Undertaker, fuí apresado y torturado... La misericordiosa vida me dió una forma de redención.

Tal vez era el penetrante olor a putrefacción que nos rodeaba, pero comencé a sentirme mareada.

-Un alma joven que prometía mucho, estaba tornandose violentamente a un camino que la llevaría a la muerte. Podía intentar salvarla, alejarla de ese camino, o verla morir y pagarlo con ella.

El ceño de Ciel se frunció.

-Esa chica, era, claro, ___ Chatfield acercándose demasiado al Conde Phantomhive.

La mirada de Ciel pasó de la rabia a la terrible melancolía en apenas un segundo. Sostuve su brazo.

-No se te ocurra sentirte culpable.-Le llamé.

-Quería saber por qué ___ estaba acercándose de ese modo a su muerte, tal vez una tendencia suicida o...-Pausó. Su mirada nos inspeccionó a los dos.-Bueno, me encontré con más de lo que esperaba y aunque sabía que era riesgoso, no tuve la fuerza... De permitir que sufriese alejándose del Conde.

-¿Y bien, qué es lo que sigue, Joven amo?-Sebastian se incorporó, dificultoso.-Ahora que mi Lady sabe su precaria situación... ¿La dejará ir con esa información? Lo cual haría peligrar a phantomhive... O retenerla aquí, acallarla y...

-Silencio.

-¿A que te refieres, Sebastian...?-Pregunté. Los ojos carmesí de Sebastian estaban tan fijos en mi persona, que sentí que podían ver a través de mí.

Ese Conde. [Ciel Phantomhive & Lectora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora