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Después de una caminata lenta y mantenerme distraída en la plática, había conseguido sentirme mucho más relajada. Estar con Edward era más divertido de lo que pensaba, y algo de la confusión que había en mi interior recriminaba al destino no haberlo puesto antes en mi camino en lugar de hacerme sentir ese pesar en el corazón por alguien que no podía estar a mi lado.

Pero ese pensamiento me hacía llenar de tanta culpa como el simple hecho de desear egoístamente que Ciel sólo me mire a mi.

En tanto nos apoyamos de espaldas a la borda, divisé a lo lejos la cabellera rubia de Elizabeth que ahora se me hacía inconfundible. Buscaba con una expresión curiosa por entre los pasajeros, y supuse que nos estaba buscando a nosotros específicamente. Levante mi brazo para llamar su atención, y apenas cruzamos miradas sonrió y nos hizo un ademán para acercarnos, que obedecimos.

-¿Cómo les fue?~

-Yo me siento muchísimo mejor después de caminar. El atardecer fue muy bonito además.-Giré a ver sobre mi hombro a la poca luz que quedaba en el horizonte, dejando a su paso un precioso morado en el cielo. Ella asintió constantemente.-¿Y ustedes?

-¡Caminamos un poco! Aunque después Ciel se cansó y entramos a tomar asiento.-Narró con un deje de reproche en su voz.-Pero ahora están tocando, ¡Es posible que haya un baile!

-¿Un baile?-Ladee la cabeza, y era cierto que algunas parejas parecían estarse formando en tanto la banda en un escenario enano tocaban melodías simplonas.-Es cierto, se ve animado.

-Bueno, como apenas es la primera noche creo que todos están especialmente emocionados.-Edward sonrió, viendo a su alrededor también.-¿Quieren bailar?

-Aunque... Si Ciel está tan cansado, ¿Aguantará el ritmo?-Bufé, mirando al peliazul, que parecía no estar poniendo atención sino hasta que fue mencionado. Arqueó una ceja.

-No tengo ganas de participar en algo así...-Murmuró.

-¡No puedes dejar plantada a Lizzy mientras todas las parejas bailan!-De inmediato el rubio reprochó, provocando un rápido gesto de hastío en el conde.

-No vale la pena, si no quiere, bailemos nosotras juntas, Lizzy.-Reí bajito, proponiendo mientras ponía mis manos en mi cintura.

-¿Eh, ambas?

-O si lo prefieren, los tres.-Con la mirada confundida de ambos hermanos, tomé una mano de cada uno, y me moví levemente de lado a lado simulando el ritmo. Contagiandole la risa a la rubia, tomó la mano contraria de su hermano y siguió mi ritmo.

-Si hacen eso estorbaran al resto.-Ciel cruzó sus brazos.

-Pero no nos aburriremos como un hongo, como tú.-Le dediqué una mirada rápida, con una sonrisa burlona.

-¡Pero es una gran idea! Al menos si Ciel no quiere bailar conmigo.-Lizzy sonrió satisfecha.

-Señorita, ¿Me permite un segundo?-Giré rápido cuando escuche la voz masculina murmurando cerca de mí, encontrandome con la mirada apasible de Daniel.

-Ah, sí... Ya vuelvo.-Caminé al lado del castaño, apenas a unos metros de los demás.-¿Ocurrió algo? Me preguntaba donde estabas, desde que mi padre se fue te perdí de vista.

-Claro que estaba cuidándola desde una distancia cómoda. No la dejaría sola.-Se puso de frente a mí, inclinandose levemente y sonreí.

-Que vergüenza lo que viste entonces...

-Para nada. Debería saber que si me necesita, estaré donde sea.-Acomodó sus lentes mientras entornaba una sonrisa leve.-El Conde me avisó que debería ir a descansar pronto, y que no la descuidase.

Ese Conde. [Ciel Phantomhive & Lectora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora