XXIV

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-¡____! ¡_______! ~-Sentí que mi enorme paz se interrumpió con un terremoto azotando la cama, zarandeando la colcha y gritando. Abrí mis ojos inmediatamente y tuve que encoger mi cuerpo varios segundos forzando mis musculos para no golpear al dueño de esa ruidosa voz. 

-¡Ya, estoy arriba!-Me giré hacía el chico, asomandome ligeramente por debajo de una almohada y palmeando sus manos. - ¿Qué ocurre...? 

-¡Lo siento! Pero Ciel ya está de pie, ¡Sebastian lo está alistando! 

-¿Qué...? ¿Ehhhh?-Me senté lanzando la almohada al otro lado de la cama y giré a buscar "la hora" en la ventana, pero apenas se podía divisar la profundidad nocturna opacada por nubes.-¿Por qué? 

-¡Eso quiero averiguar! ¡Vamos vamos!-Con un par de saltitos me animó y salió de la habitación. Sólo pude buscar la gabardina de "anoche" y frotar mi rostro con un poco de agua antes de salir. 

-¡TE ESTOY DICIENDO QUE YA ME RECUPERÉ!

-Uy, buenos días...-Me asomé por el marco de la puerta con confusión, Soma le reclamaba insistentemente al peliazul mientras este era cepillado por Sebastian con lentitud. Ambos me giraron a ver pero inmediatamente volvieron a sus reclamos mutuos.

-No debiste despertarla. 

-¡Ambos estamos encargandonos de ti! ¡Además Sebastian me dijo que si ella está, es más fácil convencerte!.-Suspiré y bostece apoyandome con pesadez ahí mismo en el borde del marco. 

-¡DEJA DE DIVULGAR COSAS ASÍ, MALDITA SEA!-Ciel giró inmediatamente hacía Sebastian con reclamo mientras el pelinegro desviaba la mirada con disimulo, sacudiendo elegantemente el cepillo de posibles hebras desprendidas. 

-¡Ese no es el punto!-El moreno me comenzó a llamar moviendo sus manos.-¡Dile algo también! 

-Hmmmfff...-Acaricié mi propia mejilla con pereza.-¿No puedes esperar a que amanezca para que no haya tanto frío?-Nuestras miradas se mantuvieron fijas hasta que él mismo desvió la suya hacía la ventana y apretó los dientes. 

-No, no puedo.-Cerró los ojos y se puso de pie.

-Supongo que ya se agotó nuestra ventaja sobre él.-Le comenté al príncipe mientras me despegaba del marco y comenzaba a caminar.-De todas formas... 

Ambos me siguieron con la mirada expectantes, y me pose justo frente al peliazul. Mis dos manos se fueron directo a sus mejillas, palpando con suavidad. 

Lo cierto es que, verle recuperado me ponía feliz, y sólo tenía ganas de tocar su rostro de nuevo. Sonreí con tranquilidad luego palpando sus hombros.

-De verdad está recuperado. Aparentemente al menos.-Asentí satisfecha. El Phantomhive enrojeció y me observó confundido. 

-¡Podías comprobarlo de otra forma! 

-¡No, no! Era necesario medir la temperatura.-Él frunció el ceño. 

-¿De verdad crees que está bien?-Soma dudoso, se acercó un par de pasitos, dirigiendo su mirada al conde y a mí por intercalos, seguro intentando convencerse a sí mismo. Le asentí y le hice un ademán para comprobarlo, precipitó su mano a la frente de Ciel, que enseguida se encogió de hombros y retrocedió. 

-Es suficiente con que uno de los dos lo compruebe.-Bramó-Y evidentemente, Sebastian ya lo había revisado previamente. 

Arquee una ceja y me asomé a un lado de su figura para inquirir mudamente al pelinegro, que asintió con una sonrisa cerrada. 

-Sigue estando frío afuera.-Suspiré.-Pero confío en ti.-Rendida, tal vez porque había sido suficiente para convencerme o porque el sueño nublaba mis sentidos de alarma genuinos, me sentía tranquila. 

Ese Conde. [Ciel Phantomhive & Lectora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora