XXXI

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-Sólo han pasado un par de días pero ya estoy harta del encierro.-Llevé una galleta de chocolate a mi boca, comiendola de un sólo bocado.

-No creo que hayamos visitado toda la extensión del barco aún.-Daniel acarició su barbilla, justo de pie a mi lado.

-El problema es que puedo encontrarme con Druitt nuevamente, o en el peor de los casos, con los Midford.-Moví la mano en contundente negación.-¿Qué tal si me disfrazas?

-¿Disfrazarla? ¿Cómo podría?

-No sé... Sería bueno salir y que nadie me pudiese reconocer.-Suspiré, desviando la mirada directo a mi taza de té. Sentí la desagradable melancolía al imaginar que tal vez Deak me habría propuesto varios disfraces absurdos. Lo extrañaba. Un montón.

-Bueno, en realidad si quiere evitarlos... Tengo la idea de como se han adaptado las rutinas de ambos y los lugares que visitan, tal vez podríamos hacer un recorrido de acuerdo a eso.-Arquee las cejas con sorpresa.

-¿Tan rápido te fijaste en eso?-sus mejillas parecieron enrojecer levemente y desvió la mirada.

-Uhm... Las personas nobles... Hacen una rutina cómoda muy pronto en la mayoria de los casos...-Se inclinó levemente, acercándome un pequeño plato con un pastelito de cereza.-Cómo este postre justo a las 7 pm.-Yo sonreí, cómo una niña traviesa. Y es que este postre estaba fuera de todo plan alimenticio.-Por cierto. ¿Ha pensado en la propuesta del Vizconde?

-No... Mi padre reaccionó muy alertado acerca de ese evento. Conociéndolo, ese debe ser su "compromiso", aunque me da muchisima curiosidad, la verdad.-Tomé la cereza brillosa del pastelito y la comí de un bocado.

-Tal vez debería ir.-Eso me tomó por sorpresa, ya que parecía un consejo en serio.

-¿Por qué?

-Es la clase de cosa que disfrutaría.-Solté una risita. Ahora incluso él tenía la impresión de que me gustaba ponerme al borde del peligro, sólo por amor al arte.

Y lo peor es que no se equivocaba.

La puerta sonó, con golpes consecutivos ningún apuro. Daniel se acercó y abrió, bajo mi atenta mirada. Había inclinado un poco el cuerpo para alcanzar a ver al dueño de tal rítmico tocar.

-Adelante...

-¡Vaya! Nos honras con tu presencia.-Me burlé, Ciel que estaba adentrandose me miró mal.-Que humor.-Reproché.

-Me harás arrepentirme de venir.

-Entonces no habrías tenido suficientes ganas de verme.-Él rodó los ojos.

Una vez que estuvo dentro, se giró, observando fijamente a Daniel que pareció retener la respiración por un segundo, después se inclinó.

-Con permiso.-Y salió, cerrando con cuidado.

-¿Y eso?-Ladee la cabeza. Ciel se acercó finalmente a mí, dejandose caer a mi lado en el sillón de dos plazas. Suspiró, con paz.

-No me agrada. Parece un vigía.

-A ti nadie te agrada.-Me volvió a mirar mal. Yo reí dejándome caer en el respaldo totalmente.

-Eso no es del todo cierto. Sólo ocurre con aquellos sospechosos... O irritantes... O pretenciosos...

-Si claro, Cielo.-Él giró a verme con sorpresa y pronto sus mejillas enrojecieron. Se irguió.-Ah, uhm... Lo siento. Se me ocurrió al momento.-Sentí el calor en mi rostro y mi risa se volvió nerviosa.

-Eso suena demasiado lindo para alguien como yo...

-Pero tu eres lindo.-Asentí.

-No me estoy quejando.-Sonrió ladino un momento, provocándome cierta emoción en la yema de los dedos.

Ese Conde. [Ciel Phantomhive & Lectora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora