XX

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-S-Señorita. Hoy deseo aprender mucho de usted.-El joven se inclinó frente a mí con rapidez. Alcé una ceja.

-¡Bien, bien, bien!-Solté una risita.-No tienes que quedarte así tanto tiempo, yo no soy de la realeza.- Él se dio cuenta entonces y se irguió, echando los hombros hacía atrás y asintiendo.

-Yo... Si, disculpe.

-Hmmm. Veamos.-Caminé frente a él, de lado a lado como un leon enjaulado mientras sus vibrantes ojos verdes amarillento seguían mi andar. La mirada de los demás en la sala era como de una antigua pintura de un escenario extravagante, pero los protagonistas eramos nosotros dos, y claro que los más adecuados.-¡He visto suficiente para puntuarte un par de cosas!

Se puso rígido.

-Puedes tutarme.-Me pose frente a él. Sus cejas se fruncieron en aquello que fue una micro expresión rápidamente reemplazada por una quietud envidiable.-Y no te sobreesfuerces. El primer día pasará más rápido si quitas un poco del peso de tus hombros.-Estiré mis brazos hacía él y lo observe.-Permiteme.

-S-Señorita...-Titubeó y su espalda por un momento cedió a la confusión. Hale su corbata levemente para dejarla más libre. Bajé un poco el cuello de su camisa y luego tomé mi menton, dando un paso hacía atrás, arqueando una ceja.

-¿Tu peinado es naturalmente así?-Él no daba credito, y tampoco esperaba que lo diese. Siseó con duda y después asintió.-Eso está bien. Recuerda que también eres un chico, y no un muñequito de pastel.-Moví mis manos alrededor un segundo y sonreí. No es que tuviese un problema con los caídos mechones castaños chocolate, simplemente era poco habitual un peinado ladeado tan perfecto de esa forma en los jovenes comunes, y parecía prolijo, solía significar que sus cutículas se habían acostumbrado a estar fijas o que era increible peinando.

-Le ofrezco una disculpa.-entrecerró los ojos.-Vengo de un lugar lejano, y no conocía tales protocolos.

-Aunque tu acento no suena diferente... ¿De donde vienes?

-Yo... Uhm... Eso n-no es... Relevante realmente.-Inclinó su cabeza ligeramente.

-¡Oh si! demasiado rápido.-Disipe las dudas frente a mi abanicandome con la mano.-No es un protocolo, es mi filtro personal.

-¿Filtro personal...?

-Puedes verlo como mi forma de presentarme.

-Tu comida...-Dianne más atrás tosio con disimulo y llamó mi atención.-Se enfriará.

-¡Cierto cierto!-Retome mi asiento en el comedor vacío excepto por mi. La ventaja de que no fuese grande, además de por la dichosa cercanía familiar era que cuando mis padres no estaba la soledad en el comedor no resaltaba tanto.-Hoy puedo visitar una de las tiendas, ¿Cierto?-Giré hacía Deak y James que estaban posados a apenas metro y medio de mi silla.

-Sí, debido a la temporada festiva se inauguraran pequeños eventos de atracción. Ya que esa tienda está en el centro de la zona comercial se espera un gran rendimiento y a su padre le gustaría que diese el visto bueno en su ausencia.-James narró esto mientras su mirada avanzaba entre Deak y yo con intercalos.

-Supongo que puedo pretender que sé de modas.

-Puedes echar un vistazo en el camino y es fácil darse cuenta de las tendencias.

-Hmm. Tal vez hoy podríamos cambiar de lugares, tu usas el vestido bonito y yo el traje de mayordomo, ya que tienes mejor ojo crítico yo puedo guiar a los caballos.

-¡Lady...! - James soltó un bufido de risa contenida y evitó mirar a Deak.

-No gracias, no estoy dispuesto a dejar que provoques una carambola.-Su ceja pelirroja tuvo un insistente tic y después comenzó a reir.

Ese Conde. [Ciel Phantomhive & Lectora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora