Hace dos años, hubo un momento de amor eterno, en su ciego vencimiento, en el que Yoo Jeongyeon estaba de novia con una mujer de su misma edad, Im Nayeon. En una tarde hermosa de novias viajaron lejos de la capital de la hermosa Seúl. Hasta entonces, aquellos tiempos eran de escarcha, por lo qué en pleno invierno recorrer las carreteras de las montañas que rodean la ciudad son un desafío maravilloso para apreciar el camino nevado en su más discreta dirección donde las dos tenían planes de pasar un fin de semana en una cabaña que rentaron para su más reconfortante encuentro con la naturaleza conectada a la par de sus sonrisas que describían lo felices que eran sin saber que entre ellas hay un enigma irremediable por atestiguar.
- Te dije que te llevaría a pasear con el auto, ahora que llegamos hace días esto es tan lindo. No quiero ver la hora, aún, de volver a casa.-
Como si fueran pocas sus horas con su amada novia. Sentía la necesidad de echarla de menos, incluso cuando la tenía a su lado y entre sus brazos, no había mejor puesta que la de los hermosos ojos de su mujer. Todo es apasionante para Jeongyeon, como el estilo clásico que mantiene vivo en su vida. Si, un peculiar vehículo que al verlo fue un encanto, esta pasión por los vehiculos clasicos la gano gracias a su madre y padre, ya que a ellos les fascinan las exposiciones de autos clásicos y Jeongyeon desde pequeña que adora este tipo de eventos. Cuando lo compró con su novia, su antiguo dueño del vehículo le había advertido que "no es cualquier auto", Jeongyeon y su novia suponían obviamente que se trataba de una reliquia y que por eso el costo y la palabra del dueño, pero no, su antiguo dueño le había advertido de las consecuencias que podrían traerles tal material móvil. Sólo les dijo: "manténganse tranquilas cuando ella salga a pasear, verán que será por una buena razón, ella lo sabe todo, no sé como, pero lo sabe, y quizás ustedes descubran el porque". En ese entonces, la novia de Jeongyeon estaba nerviosa, ya le ponía los pelos de punta los supuestos disparates que decía el adulto. Jeongyeon le respondió con ese sentido bromista que se mantendrán cerca de ella y la cuidarán. Todo fue confuso, como la misma mirada que la pareja de Jeongyeon le demostró.
En la última noche, del domingo de ese 27 de Diciembre. Por la madrugada, mientras Jeongyeon y su novia duermen juntas y abrigadas lejos de la escarcha de la noche, en la entrada del garaje afuera se oye el rugido de un motor apenas encendido, claramente no había nada nisiquiera nadie más por esos lugares turísticos a descansar y disfrutar, esa cabaña está alejada de la carretera y sólo un pequeño camino alegre y solitario se encuentra con guía a ese lugar donde las dos mujeres pasaban sus minis vacaciones sin que nadie las moleste, sin que nadie las mire, sin que nadie pudiera arruinar su paz.
Aquello que sonó y resonó como un fuego ardiendo entre tanta furia, salió de ahí, entrando por donde llegaron la joven pareja. Moviéndose entre las turbulentas rocas pequeñas y enfrentando el rocío de la noche, tomó camino hacia la carretera con destino y dirección de regreso a la hermosa Seúl, parecía... tener un destino fijo.
Para la perfecta suerte, en lo que cualquiera podría decir: "vaya, no soy la única alma que viaja a estas horas", pero para este camionero la suerte no parece ir de su parte. La suerte... estaba sangrando desde sus más confiables acciones que pensó, en ese entonces que nunca podrían descubrirlo.