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La noche cayó rápidamente sobre la isla, mientras que los tripulantes del avión fueron prácticamente obligados a pasarla en el barco. Buggy no se apareció en toda la tarde, y luego de cenar, Mags pudo hallar algunas mantas para Bee; quién no quería dirigirle la palabra.

Se instaló en una orilla de la cubierta, entre algunos barriles, abrazando a Coco y dándole la espalda a la mujer.

—¿Podemos hablar? —intentó tocar su cabeza, pero la menor se quitó—. Perdona por mentirte, sabía que no estarías de acuerdo

No hubo respuesta, así que continuó.

— Haré todo lo que dije antes —aún nada—. No te voy a decepcionar, nos vamos mañana

Iba a prometerlo, pero la palabra no salió de su boca, ¿Con qué cara podía decirlo ahora?. Apenada, prefirió callar.

Intentó acariciarla nuevamente, pero otra vez fue rechazada; suspiró sabiendo que de nada servía presionarla. Su pequeño cuerpo estaba tan acurrucado entre las mantas que apenas sí podía ver la cabellera rubia, incluso bajo la poca luz de vela, brillaba.

Coco asomó su cabeza, intentando olisquear algo familiar; cuando la joven acercó su mano este la lamio. Su pequeño ángel. Los ojos cristalinos en la búsqueda inútil de algún rostro, una capa de pelaje blanco creciendo irregular en su hocico.

En esta oscuridad, con uno que otro faro iluminando la cubierta, además de quién vigilaba desde las alturas del Big Top, Margalo no pudo evitar recordar.

Recordar las veces que tuvo que hacer guardia ella misma, la brisa salina en su rostro, el frío y uno que otro susto por parte de su capitán usando el poder de su fruta. Cuando él se enfurecia cada vez que la veía husmeando entre sus armas y cañones. Cuando no permitía que estuviese a solas ni una noche, haciéndole preguntas y restando importancia a cada detalle que la hacía avergonzarse. Cuando la nombró tripulante oficial. Cuando hacía trucos y malabares para ella.

Naufragar en la ciudad había sido puro azar, así también como el que le dieran la oportunidad de hablar y defenderse. Hasta ese día nunca se había planteado como modo de vida la piratería, a pesar de haber crecido rodeada de cientos de hazañas e historias al respecto; había aceptado tanto por su supervivencia como por lo emocionante que resultaba la idea. Pero no lo pensó ni un segundo.

A menudo pensaba en el pasado, había sido verdaderamente feliz, y con frecuencia se repetía que de poder regresar haría todo igual. Excepto una cosa.

Dió un último vistazo a la pequeña, su respiración subía y bajaba bajo sus mantas, tal vez estuviese ya dormida. Se puso de pie con cuidado y bajó la cubierta tan silenciosa como pudo, sabiendo el camino. La madera rechinando bajo sus pies le ayudó a no pensar demasiado antes de actuar. Una vez fuera del camarote no dudo y se abrió paso sin tocar.

—Tuve razón en irme, pero debí decirte algo y lo lamento mucho, no quise lastimarte

Sentado de espaldas a la puerta, en su escritorio, Buggy elevó la vista hacia el espejo que tenía enfrente, viéndola en el umbral de su puerta. Lo tomó por sorpres, su vista estaba perdida y no supo reaccionar rápidamente. No acababa de procesar la declaración.

Todo el día se lo había pasado pensando en su discusión, no tuvo intenciones de arreglarlo, nisiquiera estaba seguro de lamentarse; pero le pesaba cada palabra que había salido de su boca.

Era tarde, ese momento del día donde el maquillaje era pesado en su rostro, y no hacía más que ponerlo molesto y sucio. El pañuelo de su cabeza estaba arrugado en sus manos; quiso ocultarse de la mirada de la chica, se sintió pequeño otra vez.

𝔚𝔬𝔲𝔩𝔡 ℑ 𝔩𝔦𝔢 𝔱𝔬 𝔶𝔬𝔲? ⇝ ⁽ᴮᵘᵍᵍʸ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora