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Sin saber qué más hacer, se puso de pie y sacó el arma del costado de su pantalón. Apuntó hacía adelante, sin saber quién estaba armado o quien podría dispararle.

—Ah, eres tú —comentó la anciana en un suspiro despreocupado.

No respondió. Quitó el seguro de su revolver.

—¿Quién es? —inquirió Fullbody.

—Veo que la Marina acomoda y prepara muy bien a sus muchachos, bravo

—¡Silencio! —exigió la joven para llamar la atención de ambos—, ¿Cómo sabían que estábamos aquí?

A su alrededor, marines y piratas se apuntaban entre ellos, intentando recuperarse de la anterior sacudida.

—¡¿Cómo?!

—No tengo problemas contigo muchacha, nisiquiera vale la pena reclamar lo que ofrecen por ti —la anciana extendió un dedo, señalando una de las mesas volcadas detrás de Mags—. Es a él a quien quiero

—No vamos a entregarles al payaso —intervino nuevamente el almirante en dirección a la mujer—, debe responder por sus crímenes ante autoridades legítimas

Ambos pasaron a ignorar a Mags, a pesar de que ella estuviese apuntándoles con su arma directamente. Su vista se disparó a todos lados, en busca de algo que lanzar, algo que golpear, una salida, lo que fuera; no tenía el valor de jalar el gatillo. No tenía el valor de quitar la vida a alguien —no directamente, al menos—. Su mente iba a gran velocidad a mitad de varias ideas, no estaba segura si disparar a las lamparas de aceite en las paredes y provocarun incendio, o al techo en un intento de que la debilitada estructura se dejara caer un poco más.

Unos pasos detrás, esperando no captar la atención, las manos de Buggy se arrastraban sigilosamente entre escombros y manteles en busca de algún cubierto entre la vajilla regada por todo el suelo. Pensó que lo que fuera serviría al menos para herir a un par de personas; en otra ocasión habría huido, pero Mags era demasiado estúpida como para tener el culo quieto dos segundos y pensar en ella misma antes que en otros.

La maldijo por lo bajo, por tenerlo peleando por su vida como si él no fuera el capitán de los piratas de Buggy; odiaba sentirse tan indefenso ante el peligro, incluso si no era de los que peleaban, prefería estar un paso adelante y comenzaba a molestarle no poder tener la delantera más de un segundo. Gateó hasta Coco y lo empujó hacía Bee para que lo sostuviera, luego, recuperando sus manos, miserablemente armado, se arrastró entre las mesas, cubierto por los manteles.

Rex tomó a su hija en brazos, esperando a correr, mantuvo la vista cerca del perro viejo también, debatiéndose entre cargarlo o no.

—¿Cuántos de ustedes hay? —intervino la joven nuevamente en dirección a los enemigos— ¿Un barco? ¿Dos? ¿Una flota?

—Arrestenla también —pidió aparentemente agobiado el marine a sus subordinados. Peinó su cabello color chicle hacía atrás y suspiró.

Mags no perdió el tiempo, disparó tres veces al techo, cometiendo el error de cerrar los ojos.

—¡Rex, sacalos de aquí! ¡Por atrás, allá, ahora! —ordenó en dirección al rubio mientras ella retrocedía unos pasos. Más y más escombros del techo comenzaron a caer y obligaron a que los marines y las hermanas retrocedieran otra vez.

Mags se volteó para señalarle al mayor el balcón del hotel, hacía donde corrió con la niña en brazos, con Coco. Pero sin Buggy.

—¡Bug! —gritó buscándolo con la mirada mientras todo seguía viniendose abajo.

Su visión se nubló un poco a causa del temblor y el polvo, cubrió su boca en un intento de evitar ahogarse. La colorida figura del hombre se alzó a varios metros de ella.

𝔚𝔬𝔲𝔩𝔡 ℑ 𝔩𝔦𝔢 𝔱𝔬 𝔶𝔬𝔲? ⇝ ⁽ᴮᵘᵍᵍʸ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora