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—¿Algún lugar en especial que quieras visitar? —preguntó la piloto a la niña junto a ella. En la mesa se extendían dos mapas unidos con cinta, en ellos, ambas trazaron una posible ruta. En parte para pasar el tiempo, pero a Mags en verdad le preocupaba a dónde irían sus amigos al dejar el hotel. Ya no podían solo volver a casa.

—Mm, quisiera comer en el Baratie

—¿Existe de verdad?

—Mmhm

—¿Dónde? —le pidió a la niña que lo señalara en el papel, o al menos un punto de referencia. Era dudoso para ella que un restaurante flotante fuese a figurar como si fuese una isla.

—Oye, Marga, sigo sin entender, he venido aquí desde hace más de veinte años, no sabía que Flora tenía una hija —Rex insistía en hablar al respecto. Por algo que escapaba al conocimiento de la castaña, sostenía un vaso de alcohol en sus manos nuevamente. De hecho, ahora hasta Buggy tenía uno.

—Sí, no me dejaban bajar muy seguido—levantó la vista hacia él—, no es un lugar apropiado para niños, ¿No te parece?

Él se encogió de hombros sin hablar, continuando con su bebida mientras la joven continuaba el regaño.

—Ella nunca fue muy buena para hablar de las cosas poco glamurosas en su vida

—Oh, Marga

—Lo siento si es duro, pero así es

Lo decía sin pensar, pero realmente no quería tocar el tema, mucho menos en ese lugar. Los cuatro compartían una mesa casi al fondo del salón; a lo largo de la tarde pudieron almorzar y matar el tiempo mientras el mayor —supuestamente— intentaba recordar el escondite de su objeto valioso en el hotel. El sol bajaba, tiñendo el cielo de lila y rosa, encendiendo las tenues luces dentro del Bella Voce.

Poco a poco el muelle bajo el risco comenzó a llenarse de navíos grandes y pequeños, dando paso a toda clase de personajes recurrentes del lugar; con un fugaz vistazo de vez en cuando Mags podía reconocer a algunos.

—¿Dónde está Coco? —preguntó la niña mientras se acercaba más al mapa, poniéndose de rodillas en su silla.

—Arriba, durmiendo

—¿Qué le pasa a ese viejo? Me mira como si se le hubiese perdido uno como yo —todos voltearon a ver al payaso, su silla estaba corrida totalmente hacia un lado, con él mirando fijamente a una concurrida mesa al otro lado del lugar. Se veía disgustado, el extremo superior de su labio se alzó con desagrado, como enseñando los colmillos.

De él pasaron a ver en la dirección que mencionó. Un grupo de ancianos lo miraba con atención y sin disimulo, casi como si estuviesen provocandole.

—¡Es Rudy Howard! —celebró el maltratado ingeniero—. ¡Ja!, no puedo creerlo

—¿Sigue vivo ese viejo? —Margalo se sorprendió igualmente, alzando la vista para intentar ubicar al vegete, y lo hizo. En su opinión silenciosa y más personal, era increíble que siguiera respirando.

—Voy a saludar

—No creo que sea buena idea —ella colocó una mano en su hombro, evitando que se pusiera de pie—, ellos siguen siendo piratas y tú un hombre con recompensa

—Yo si les voy a ir a dar un saludo —la castaña se tuvo que apresurar a tomar a Buggy de su camisa con fuerza para que no se levantara, su tono demostraba lo molesto que estaba. Sin contar que arrastraba sus palabras de tal modo que era obvio que el alcohol comenzaba a hacerle efecto.

—¿Le vas a pegar a un abuelo? —reclamó desconcertada.

—¿Lo dudas?

—Tal vez se impresionó de tu cara y quiere un globo —la niña tomó su oportunidad para burlarse—, o ver malabares

𝔚𝔬𝔲𝔩𝔡 ℑ 𝔩𝔦𝔢 𝔱𝔬 𝔶𝔬𝔲? ⇝ ⁽ᴮᵘᵍᵍʸ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora