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Margalo permaneció en silencio un tiempo, recibía la mirada de Buggy de vez en cuando, repasando sus cejas fruncidas y sus labios apretados. Estaba pensativa, una sensación extraña le picaba detrás de la cabeza.

Mientras esperaban la supuesta ayuda, se sentaron uno junto a otro los dos sin mediar palabra, no era un silencio incómodo, Mags simplemente quería sentirlo cerca.

—¡Ahí, está! —celebró Rex aplaudiendo una vez—, exelente

En dirección al hidroavión se movía un pequeño bote sin velas, tal parecía ser solo de remos, pero eso no tendria sentido con la velocidad a la que se acercaba.

—¿Tiene-

—Motor, sí, yo lo hice, fue un regalo —interrumpió él tomando a la niña en brazos con dificultad, sus heridas lo hacían quejarse un poco, más no se detuvo—. Iremos a un lugar seguro

El pequeño bote era conducido por un hombre rechoncho y de piel oliva, saludó a Rex con la mano e indicó que subieran, al parecer se conocían. Al verlo más de cerca, Mags apreció que el bote era de madera, como cualquiera, sencillo pero pintado con colores claros y finos detalles florales en los bordes; el motor estaba en la popa, casi totalmente oculto a la vista.

Tomó a Coco en sus brazos y se echó su único bolso en la espalda, su mirada estaba perdida, como si dejara que su cuerpo se moviera automáticamente.

—¿Vas a dejar eso aquí? —preguntó el navegante.

—Enviaré por él cuando lleguemos, necesitaremos el bote más grande

El recorrido fue silencioso, Buggy se colocó a su lado, atento a cualquier cosa que ella pudiese manifestar, era tan raro verla así de callada que comenzó a pensar en todo lo que podría haberla molestado o incomodado; se sorprendió al sentirla tomarlo del brazo con fuerza.

—Ya sé a dónde vamos —expresó temblorosa, luego de acercarse a su oído. El payaso se estremeció por su tono, parecía preocupada. ¿Los habrían traicionado? ¿Había peligro?.

No preguntó nada, frente a ellos, se alzaba una superficie rocosa de gran altura, donde lo que parecía una amplia casona blanca y de techos altos se situaba entre algunos arboles frutales y arbustos verdes en la cima.

Buggy lo supo, jamás había estado en el lugar, pero algunos relatos de Mags comenzaron a reproducirse en su mente haciéndole saber donde estaban. Se puso algo nervioso, volteó a verla y luego a sus compañeros un par de veces intentando pensar en algo que no fuese saltar del bote y empujarla con él.

—¿Es ahí? ¿De verdad? ¿Qué quieres hacer? —se abrazó a si mismo, esperando una respuesta.

—No lo sé

Mags nunca les había hablado a Rex y Bee sobre su hogar, sabían que había nacido en el Archipiélago y nada más. Ahora esta vida venia a cazarla. ¿Podría ser el mundo tan pequeño?.

Cuando atracaron, los cinco siguieron al hombre bajito subiendo una escalera de piedra al aire libre. El fuerte viento salado los golpeaba y volaba su cabello. Mags daba pasos inseguros, entre parpadeos casi podía ver como sus pies se transformaban en aquellos pequeños pasos de niñita, yendo arriba y abajo por los escalones de piedra.

Buggy se aferró a su espalda por detrás, listo para tomarla si llegaba a tropezar.

—Flora bajará en un momento, estará feliz de verlo —el extraño se alejó tras un saludo con la cabeza. Los había guiado por el recibidor de la casona, directo hacia el salón principal

La mujer comenzó a observar a su alrededor, buscando algún cambio por mínimo que fuera en las paredes o las ventanas, alguna alfombra, las mesas; nisiquiera las flores parecían haberse marchitado en un solo pétalo. Como si el lugar estuviese congelado en el tiempo esperando su regreso.

𝔚𝔬𝔲𝔩𝔡 ℑ 𝔩𝔦𝔢 𝔱𝔬 𝔶𝔬𝔲? ⇝ ⁽ᴮᵘᵍᵍʸ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora