Capítulo XVIII: Recuerdos sentimentales.

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*Casandra*

Estaba en clases mirando por la ventana, recordando las palabras de Jones, y la escena de su cálido beso que había pasado hace una semana atrás, mí familia ya había vuelto a casa y volvieron a sus rutinas, excepto mis padres, ellos se tomaron un tiempo en el trabajo ya que el accidente los puso a reflexionar en el tiempo que nos dedicaban.

Y aquí estamos, viendo desde el tercer piso las nubes, al fondo del salón, con mis audífonos puestos, mientras la profesora de filosofía estaba dando su clase.

—¡Señorita Casandra! —Escuché pronunciar mí nombre y vi a la señorita Hannah, una mujer de treinta años, pelo pelirrojo, y una figura altamente peligrosa y "amada" por los hombres.

—¿Si?... —Pregunte quitándome los audífonos de mis oídos, ella coloco un libro en mí mesa y lo mire, y luego a ella.

—¿Qué tiene? —Pregunte—Vaya al frente y lea de donde esta el segundo párrafo hasta el punto final.

Dice sin rodeos y suspiro y me levanto, para dirigirme al frente donde estaba su el pizarrón, y tenía algo escrito, al lado estaba su escritorio, y al otro lado la puerta.
Todos me miraban atentos, ya que muy pocas veces me quitaba mí sudadera del colegio ya que se me sin ella, mis enormes pechos salian a la luz y captaba la atención....

Solté un suspiro y levante el libro.

Leí la frase filosófica que tenía que leer y un puntazo en el pecho apareció...

Llegaste y me enseñaste que estar rato no era una debilidad y tener cicatrices no significaba que fuéramos irreparables... Ron Israel.

Dije con un nudo en la garganta con cada palabra me hacía recordar a Jones... en su bella sonrisa que iluminaba toda mí oscuridad, y que él me enamoro, no de sus perfecciones, si no de sus defectos y errores. No únicamente de su luz si no también de su oscuridad.

Los ojos de los demás estaban muy concentrados en mí, al igual que la profesora y se acercó a mí y carraspea.

—Señorita Casandra, ¿a usted le han roto el corazón?

Sonreí y baje mí mirada.

—Prefiero evitar esa pregunta, ¿me puedo ir a sentar ahora?

—No, díganos a todos, lo que esa frase quiere decir.

Dijo la profe y puse el libro en mis labios, y trate de no pensar en Jones.
Pase mí lengua a mis labios para hidratarlos.

—A pesar de estar heridos, para la persona correcta a eso no le importara y te curará.

Respondí dudosa, ella asintió y agarro el libro de mis manos.

—Puedes irte, y recuerda, nada de auriculares en mí clase.

Sonreí y camine hacia mí asiento para nuevamente observar por la ventana pero escucho murmullos cerca de mí, y veo a dos tías hablando y mirarme, una de ellas era una morena y la otra tenía apariencia de coreana.

—¡Hey!, ¿pueden dejar de verme?, me enferman lo mucho que susurran.

Dije a una de las chicas y ella soltó una risa. Me enfade un poco y me mostró su teléfono.

—¿Qué tal rubia?, ya te cambiaron, debe de ser por tú estúpido cerebro.

Dice la chica morena que sostenía su teléfono, en ella una imagen de la fiesta, o más bien la escena del beso.... mí furia creció, pero solo sonreí y la mire.

—¿Y cómo te llamabas? —¿Qué?—Pregunta la chica y deja su teléfono en la mesa.

—¿Qué cómo carajos te llamas?, a mí me reconocen en este colegio por ser una de las mejores alumnas, ¿pero y a ti?, ni siquiera conozco tú puto nombre.

𝐼 𝑤𝑎𝑛𝑡 𝑡𝑜 𝒉𝑎𝑡𝑒 𝑦𝑜𝑢 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora