*Ethan*
Su expresión estaba llena de alegría y asombro, sus ojos azules que me encantan ver, brillaban aún más, y la brisa de la tarde movía su cabello.—¿No te gusta? —Dije un poco confundido por su expresión.
—No....no es eso, muchas gracias Jones, pero, ¿por qué harías esto por mí?
—Ya lo dije cascarrabias, quiero llevarme bien contigo desde niños, pero lo único que hago es joderlo, y ganarme tú odio.
—Ven a mí casa —Dijo ella dedicándome una sonrisa encantadora, que muy pocas veces pude observar en su rostro y que casi nunca me había sido dedicada.
Me sentí alegre sin motivos, baje tan rápido como pude mis escaleras sin ver algún impedimento, mis padres estaban muy ocupados estos días, así que no estaban en casa, fui a su jardín y toque la puerta, fue difícil con los regalos en mano.
Pero todo el esfuerzo que pase esas noches durmiendome a las cuatro de la mañana, y todas esas clases que falte para darle este regalo, valían la pena, ella abrió la puerta y miró adentro, cerró la puerta detrás de ella, y se lanzó en mis brazos, intente que no se cayeran las cosas, pero ella las dejo caer en el piso. Me quedé inmóvil por unos segundos, sentía su olor tan suave de flores, su cabello rubio en mí cuerpo y su cuerpo delgado, pero bello pegado al mío, la abrace por la cintura aceptado su abrazo, era obvia la diferencia de altura, su cabeza llegaba a mí pecho.
—Gracias enserió Jones... —Murmuro con su voz cálida, después de unos segundos se separa, y me mira, luego se acuerda de su regalo y se agacha, haciendo notar su... parte de atras de su cuerpo, que por cierto era enorme, voltee para otro lado, pero se podía ver su.... pecho voluminoso, cerré los ojos y me imagine cualquier cosa menos la vista que tenia abajo mío. Sentí como ella se levantaba.
—¿Qué haces? —Abrí mis ojos— Nada, solo no...
Ríe captando la idea.
—No te preocupes, me lo dicen a menudo, eres unos de los pocos jóvenes respetuosos que no se atrevieron a mirar mi cuerpo....
Su mirada bajo, y me sentí mal por ella, ya que habían intentado abusar de ella, y no me podía imaginar las toneladas de veces que se debe de haber sentido incomoda, ya que ella era muy guapa, y su cuerpo no era ninguna broma, tenía su busco... grande, y su retaguardia igualmente grande, ella usaba normalmente pantalón y sudadera, pero hoy tenía un short negro corto, y su camiseta blanca de tirantes.
—Te voy a proteger de ahora en adelante.
—¿Perdona?, no necesito a un príncipe que me rescate de los diversos problemas, lo que necesito es a un hombre capaz de mantenerse a mí lado, por mucho que lo aleje, o los problemas que tengamos, que ame mis defectos, y no solamente mí dinero o fama. No quiero a un hombre que me vea como su damisela en peligro, quiero a un amigo a mí lado.
Harry tenía razón, Casandra era de esas pocas mujeres que no idealizada a los hombres como "principes" ella a los hombres así los apartaba de su vida, ella quería a un compañero de trabajo y metas, no quería a hombres que la vean como tonta, ella quería que ambos lucharán contra el mundo.
—Tienes razón, las mujeres no son solo damiselas en peligro, son nuestras compañeras.
—¿Te lo dijo Harry? –Se inclina hacia mí. Y yo doy un paso atrás.
—Sí. Te seré honesto, eso es lo que prometimos. —Lo suponía, ven entra, vamos a mí cuarto.
—¿Qué?—Pregunte con asombro, ella solo puso sus ojos en blanco e intento abrir la puerta pero se le dificultaba. Así que fui hacia ella y le abrí la puerta. —Gracias, mis padres salieron con los chicos, dijeron que pasarían tiempo con ellos.