Capítulo 23: Al Rescate

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Mina

  —Debo admitir que no me esperaba un descanso —me retiro el casco de la armadura soltando el aire.

  —Yo tampoco. Algo no anda bien y es mejor que estés alerta.

  —Tienes razón —veo a Jordan de reojo, él está viendo el arco que simula como puerta.

  —¿Pasa algo?

  —Creí que había retenido correctamente al perro, pero parece que se me escapó —no entiendo su comentario hasta que escucho a alguien quejarse y pelearse con los guardias, ambos intercambiamos una mirada.

  —Suéltenme, idiotas. Les advierto que estuve en karate y casi alcanzo el rango de cinta negra —Jordan suspira y rueda los ojos. Nick es empujado por los guardias a la misma estancia a donde estamos nosotros, no alcanza a frenarse y eso hace que se estrelle contra la piedra.

  —Qué disgusto verte por aquí, idiota.

  —Sí, bueno, ya me estaba cansando de esperarte —lo ayudo a ponerse de pie. él me abraza examinándome con preocupación—. ¿Estás bien? ¿Te hicieron daño?

 Volteo a ver las vendas que cubren las heridas de mi espalda, a pesar de sanar rápidamente con esta forma, cuando se abre la piel tengo que esperar al menos dos horas para recuperarme por completo dependiendo el tipo de herida, eso según Jordan.

  —No es nada. Yo sola me provoqué esto —sonrío recibiendo un corto beso de su parte. Ve a Jordan.

  —Espero tener una buena explicación del por qué desapareciste al igual que Mina.

  —La respuesta la tienes ante ti.

 Nick cierra los ojos apretándolos y sujetando su cien, un gesto muy común en él cuando está preocupado o estresado. No tenemos tiempo de seguir hablando ya que llega un tritón que nos saca al estadio, no sin antes dejar que los chicos se adelanten y deteniéndome.

  —Shh —me tiende una espada en excelente estado antes de empujarme tras las rejas, todos en el estadio han permanecido en sus puestos más extasiados que antes al ver a Nick ahí. Perséfone sonríe, pero cuando ve mi mano sosteniendo la espada, puedo ver como aprieta los puños sobre las recargaderas de su asiento y un rictus de disgusto enmarca su cara, sonrío. 

  —¿De dónde has sacado la espada? —Nick acapara mi atención. Lo veo reteniéndome en su cola de tritón, luego voy a su cuello y, por último, nuestros ojos se encuentran—. Además, ¿Tus ojos no eran cafés?

  —¿Te han convertido ellos? —nervioso evade mi mirada y señala la trampilla de abajo que ha empezado a abrirse de nuevo.

  —Primero hay que salvar nuestro trasero y luego te responderé todo lo que quieras, amor —sonríe, Jordan a su lado niega e intenta hacer magia sin éxito alguno, las bolas de fuego que se debieron formar en las palmas de sus manos, se limitan a unos cuantos chispazos.

 Los tentáculos y la cabeza de la criatura vuelven a salir de entre la oscuridad, pero antes de dar inicio a la pelea algo parecido al sonido de un cuerno se hace presente en el estadio dejándonos a todos estáticos en nuestro lugar.

 Los tentáculos y la cabeza de la criatura vuelven a salir de entre la oscuridad, pero antes de dar inicio a la pelea algo parecido al sonido de un cuerno se hace presente en el estadio dejándonos a todos estáticos en nuestro lugar

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Atlántida: El Renacer del Imperio (I) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora