Capítulo 12: La Bahía (Parte I)

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Mina

 Al llegar a casa, lo primero que hago es gritar para anunciar mi llegada. Sé que probablemente no estén, pero es mejor asegurarse de ello para que pueda subir a mi habitación y ver si todavía está esa cosa.

  —Ma, Mauricio, ya llegué. —No recibo respuesta, escucho unas patitas hacerse presentes en los escalones, Klein se abalanza sobre mí y yo lo cargo en respuesta—. Al parecer, estás tu solo —subo a mi habitación y me quedo en el marco de la puerta, el clon está durmiendo plácidamente y Klein suelta gruñidos en su dirección, como dijo Jordan, parece una marioneta, en cuanto siente la presencia del animal se despierta y se sienta sobre mi cama, su mirada repara en mí, no en él, me observa fijamente y un escalofrío recorre mi cuerpo—. ¿En verdad no sientes nada?

 Pregunto y ella no se mueve, su mirada nos incomoda a mi mascota y a mí, en cuanto bajo a Klein, se echa a correr a la planta baja. Al pobre le molesta su presencia.

 >>Bueno, supongo que solo quedamos tú y yo —parpadea. Me acerco lentamente y, al ver que no me hará nada, examino mis facciones con detenimiento. ¿En serio tengo tantos puntos negros en mi nariz?

  —"Mina, ya quita el arete de una vez. Luego evalúas tu cutis" —la voz de Jordan se hace presente en mi mente como si fuese un atlante. A estas alturas no me extraña que sea así.

  —¿Te han dicho que es de mala educación meterse en la cabeza de las personas? —digo al aire. Tomo asiento junto al clon y me fijo en su oreja, retiro el arete con sumo cuidado. Ya no recibo respuesta de Jordan, supongo que fui una tonta al pensar que todo volvía a ser como antes, las cosas entre nosotros no han cambiado.

 Suspiro y veo como el clon se desvanece en pequeñas partículas. Su esencia, como dijo Jordan, regresa a mí, la otra parte se va con el viento al cuarzo del que salió. Jordan se esmeró demasiado para que esa cosa fuese como yo, tomando en cuenta que solo sentí algo parecido a como cuando estás dormido y sientes que te caes de la cama.

 Klein parece sentir que el intruso se fue, tímido se asoma por la puerta y al ver que soy la única persona en la habitación, pasa felizmente a pedir que lo cargue a la cama. 

  >>Creo que esa cosa no se molestó en arreglar mi maleta para el paseo de mañana —suspiro y le sonrío a mi cachorro—. Será un viaje largo, ¿eh? —en respuesta, recibo lengüetazos por toda mimano.

***

 En base al cronograma que nos ha proporcionado el profesor Brandon, pasaremos cerca de tres días en la bahía. Voy a donde están los chicos listos para subir a su autobús.

   —Me sorprende que hablaras con Jordan, pero ya nos contó de tu pequeño accidente —Josh pasa su brazo sobre mi hombro y me tiende una cajita blanca con un moño azul celeste—. Tómalo como el regalo que te debía desde enero.

 Le sonrío al tomar la caja entre mis manos y la abro como si fuese una niña pequeña. Dentro de esta hay un teléfono que a mi parecer es algo caro, lo veo con una mueca y él se encoje de hombros.

  —Nos hemos cooperado —le guiña un ojo a Nick esperando su apoyo, él niega y se voltea al otro lado. Desde que llegué no me ha dirigido la palabra.

  —¿Pasa algo? —le pregunto y niega. Josh se desprende del abrazo y camina hacia nuestro amigo, enreda sus brazos en un gesto amistoso. Nick voltea verlo de mala gana.

   —Está de mal humor porque no le contaste primero a él sobre lo que te pasó. Además, fue a reclamarle a Jordan sobre lo que te hizo, pero insiste en que pasó algo más entre ustedes dos —¿Qué carajos hizo mi clon en mi ausencia? Nick voltea a verme como si leyese mi mente. Sonrío nerviosa.

Atlántida: El Renacer del Imperio (I) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora