Capítulo 29: De Nuevo Todos Juntos

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Josh

 Por la tarde he decidido salir a ver el pueblo por mi cuenta cuando los chicos suben a descansar al hotel, al parecer, la que llegó más exhausta fue Rose después de reunirse con su amiga, según ella, no debíamos de preocuparnos por Mins, pero para mí es algo extraño, estuvimos juntos en Grecia y desde antes de ir para allá, estaba extraña, pero ahora se separa de nuestro grupo evitándonos a toda costa y ninguno de los chicos me da una explicación de lo sucedido. Estoy tan sumido en mis pensamientos hasta que llego a un bar que parece ser clandestino, un par de copas no me vendrían mal, enseño mi credencial falsa y me dejan entrar por la poca seguridad que hay, decido sentarme en una mesa al fondo y pedir unos cuantos cocteles, no quiero embriagarme y menos en un pueblo de un país que ni siquiera conozco del todo, pero momentos más tarde estoy mareado y mi vista ve doble de cada persona y objeto del lugar.

 Mi vista recorre lugares al azar, ¡Ay, Dios santo!, hay una chica peli roja con pecas y ¡Ay, es tan hermosa!, me acerco a ella tambaleante recibiendo una cachetada que hace que mis pies falseen.

  —¡Ey! ¿Por qué fue eso, bonita? —arrastro mis palabras e intento enfocar mi vista, esta chica se me hace muy conocida.

  —Estás idiota, Josh. ¿Cómo carajos se te ocurre salir del hotel con la excusa de buscar a Mina para ponerte así de ebrio? La hemos encontrado y gracias a ti, tuvimos que retrasar nuestro camino. —Mi vista vuelve a la normalidad por un momento y veo frente a mí a Rose con sus manos en la cadera y unos ojos fulminantes.

  —¿Rose? —froto mis ojos— No te lo había dicho antes, pero eres muy guapa —el alcohol en mi sistema me hace ser más atrevido y coqueto con las chicas, una ventaja en las fiestas de Jordan, una desventaja en este momento para la chica que tengo en frente que solo jala de mi oreja sacándome fuera del bar mientras me voy quejando y caminando torpemente detrás de ella.

  —¿Está borracho? —Rose asiente a Nick y este me toma de los hombros para llevarme al carro, apoyo todo mi peso en él sintiendo que en cualquier momento me voy a caer y este se queja aventándome a la parte de atrás del taxi, me acomodo acostado ocupando todo el espacio y Nick toma asiento de lado de mis pies subiéndolos a sus piernas y Rose del lado de mi cabeza, intento voltearme para que mi cara quede frente a ella, pero esta me regaña y me dedica una mirada amenazante cuando cierra la puerta del carro.

  —¡Ni se te ocurra, imbécil! —su grito de molestia hace que no solo yo, si no todos en el carro se sobresalten y volteen a verla, nadie dice nada y el conductor se limita a arrancar el coche mientras yo lucho por mantenerme despierto.

  —¡Ni se te ocurra, imbécil! —su grito de molestia hace que no solo yo, si no todos en el carro se sobresalten y volteen a verla, nadie dice nada y el conductor se limita a arrancar el coche mientras yo lucho por mantenerme despierto

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Nick

 Rose ve a través de la ventana del auto con una clara cara de fastidio y enojo mientras su pierna tiembla de manera ansiosa, haciendo que la cabeza de mi amigo valla brincoteando ligeramente mientras este duerme casi roncando sobre sus piernas, el camino a la playa es silencioso y tenso con los sonidos del exterior como nuestro único fondo de acompañamiento.

Atlántida: El Renacer del Imperio (I) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora