Nick
Debido a las investigaciones fallidas acerca de la sirena, las autoridades decidieron volver a abrir la playa al público, solo una parte sigue acordonada y vigilada por ellos, supongo que esa es una de las razones por las cuales no viene mucha gente después de todo. Suspiro y la brisa marina llena mis fosas nasales, mis manos reposan en los bolsillos de mi short mientras que espero de pie a Mina cerca del barranco en donde solía estar antes de que cerraran la playa.
Ella llega momentos después con un atuendo muy parecido al mío, lo único que dista de que nos veamos iguales es la bolsa grande cruzada que lleva. No se percata de mi presencia, así que yo la alcanzo y cuando me ve, esboza una sonrisa.
—Ven, tengo que mostrarte algo —toma de mi muñeca sin darme un segundo para hablar, me jala cerca del área restringida que nunca ha estado abierta al público. Ahí, una chica que conozco demasiado bien nos recibe. Intercambiamos una mirada que solo nosotros entendemos—. Nick, ella es Laisa. La conocí un día paseando por el pueblo, somos amigas y gracias a su padre podremos estar aquí hoy.
—Un gusto, Laisa. ¿Así que eres nueva en el pueblo? No te había visto por aquí —Extiendo mi mano hacia Laisa con una sonrisa fingida, ella hace lo mismo. Nos apretamos las manos con fuerza haciendo que queden un poco rojas. Ella soba la suya y yo sonrío.
—Un gusto, Nick —dice molesta y Mina me da una reprimenda por mi actitud.
—¡Nick! ¿Qué te pasa? Es una amiga que nos hizo un gran favor al dejarnos estar aquí. ¿Te encuentras bien, Laisa? —mi prima deja de sobar su mano dirigiéndole una sonrisa.
—Sí, supongo que tu amigo es un bruto que no sabe medir su fuerza —a pesar de que lo dice con amabilidad, Mina la ve desconcertada, pero luego sonríe.
—Él es así cuando conoce a alguien. Lo siento —caminamos por la zona virgen de la playa hasta llegar a una zona con palmeras.
—Hasta aquí llegó mi ayuda. Pueden estar aquí, así la gente no los verá y los compañeros de mi padre no sospecharan nada. Yo me tengo que ir, pero nos estaremos viendo, Mina.
—Gracias, Laisa. Te debo una grande —ambas chicas se despiden. En mi dirección hace la seña de saludo militar de manera despreocupada.
—Hasta luego, Nick —sin más que decir, da la media vuelta y se va, perdiéndose entre las palmeras y sin mirar atrás. Estoy seguro de que hablaremos más tarde sobre esto.
—¿Y bien? —digo y ella me ve mal—. ¿¡Qué!?
—No puedo creer que te comportes como un niño, Nick —dice y se da la media vuelta, poniendo su bolsa en una piedra y sacando filetes de pescado de ella. Hago una mueca de asco, ¿Qué clase de cita es esta?
—Laisa es simpática, pero reaccioné así porque pensé que se quedaría con nosotros —tomo la bolsa de filetes y veo que también saca salmón y sardina.
—¿Y qué si hubiera sido así? Ya me veras más seguido con ella —dice y yo niego sin que lo note. Si Laisa le dice algo sobre nuestro parentesco familiar o mi tío llega a abrir la boca me doy por hombre muerto.
—Tienes razón. Oye, traes comida suficiente para un grupo escolar —voltea a verme con un semblante asustado, como si apenas se diese cuenta de que olvidó decirme un pequeño detalle.
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Atlántida: El Renacer del Imperio (I) ©
Fantasy¿Alguna vez te has preguntado qué pasó realmente con la Atlántida? ¿Existió o solo es un mito más dentro de la mente humana? Todo se basará de ahora en adelante en lo que tú mente crea, para creer solo hay que tener una mente abierta y dejar que lo...