Capítulo 24: Antídoto

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Brakeris 

 Jordan no ha parado de dar vueltas como desesperado en el coliseo y sus alrededores, al parecer, la barrera que nos cubría limitaba el uso de sus poderes, con la llegada de los Atlantes junto con un caballito de mar gigante y unas sirenas con nuestra misma apariencia, esa reja fue desapareciendo y mi amigo por fin ha podido usar sus dotes de Merlín.

  —Por eso mismo te advertí que no vinieras. Recuerda que por ningún motivo puedes ver a Cristál —dice y yo asiento a pesar de que él no me esté viendo a mí.

  —¿Crees que Mina ya esté con ellas? —niega.

  —Dudo mucho que sus hermanas estuvieran aquí si fuera el caso.

  —¡Brakeris! —una chica rubia con una cola de sirena color durazno con verde agua y motas amarillas, llega casi tacleándome para envolverme en un fuerte abrazo que logra sacarme el aire—. De saber que estabas aquí no hubiera dudado en venir a salvarte.

  —Taygeta —es Jordan quien responde haciendo que la chica le dirija una mirada de desagrado.

  —Gadyefoul —escupe separándose de mí—, diría que me alegra verte, pero la verdad es que no siento la menor simpatía por ti ni por tu asquerosa presencia.

  —También me alegro de verle —lanza un ataque de rayos con sus manos, haciendo que las criaturas que nos atacan por la espalda caigan desmayados después de recibir la carga eléctrica—. No quiero molestarla, princesa, pero quisiera saber si saben algo de Electra.

  —Ella ya se ha ido —sonríe mientras nada a una velocidad increíble para clavar su lanza en el estómago de un enemigo—. Y ustedes deberían de hacer lo mismo. Encuentren a Maia para que les dé a Seigar.

 Jordan asiente jalándome otra vez entre todo el alboroto, noqueando a todo aquel que se cruce en nuestro camino con sus trucos de magia.

  —¿Por qué no los matas como hizo la chica?

  —No hay necesidad, Nick. No todos nos odian, Perséfone los está utilizando para lograr sus objetivos.

  —Habla más despacio, aun no entiendo todo esto.

 Se desvía al ver a la nombrada por segunda vez hablando con el tritón de cola amarilla en la lejanía, ella percibe nuestras miradas volteando a vernos con una clara victoria reflejada en sus ojos; mientras que Jordan pierde todo color de su piel, mi mirada desconcertada se encuentra con la de Cristál, la cual, está siendo sujetada por el tritón con un cuchillo al cuello. Unas inexplicables ganas de ir a protegerla se hacen presentes, es Jordan quien me frena apretando su agarre en mi muñeca junto con una chica de pelo corto color miel, quien llega con la respiración acelerada.

 Chifla como si llamara a alguien o a algo y el caballo que hasta ahora había estado peleando con el kraken, llega obedientemente poniéndose delante de nosotros.

  —Gadyefoul, saca al príncipe de aquí. Seigar sabe a dónde llevarlos, confíen en él —Jordan monta en la criatura y yo de forma mecánica lo sigo, salimos de ahí. En la distancia solo veo una batalla próxima a terminar.

 En la distancia solo veo una batalla próxima a terminar

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Atlántida: El Renacer del Imperio (I) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora