Capítulo 27: Canadá

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Mina

 Mi estancia en Canadá ha sido un completo desastre, cada vez que intento poner un pie fuera de la casa de Ángel este me detiene e insiste en salir conmigo a donde quiera que vaya, si él no está, su hermano menor es el que se encuentra a cargo de mí. A este ritmo nunca podré encontrar al supuesto dios herrero, ni siquiera podré meterme al mar para encontrar pistas sobre mi pasado o sobre esas cosas conocidas como los renegados... Ahora que lo pienso, ¿Cómo estarán los que se quedaron en la batalla? Quizá pueda ponerme en contacto con Pragos, ese tritón entrometido me dirá todos los detalles que necesito saber. Sí, eso es lo que haré, buscaré la forma de ponerme en contacto con él o con Alcione. 

 Voy caminando tomada de la mano del pequeño Sebastián, el hermano menor de Ángel es muy gentil e inocente, además de ser un chico amable, ama a su hermano mayor y lo obedece en todo, cuando ambos llegamos a su casa esa tarde que desembarcamos, Sebastián pensó que su hermano y yo éramos pareja, sin embargo, a ambos chicos los estoy empezando a ver como a los hermanos que nunca tuve. Caminamos entre pláticas y risas mientras nos dirigimos al puerto para recibir a Ángel después de una larga jornada laboral, al vernos a lo lejos, el rubio sonríe.

  —Chicos, ¿qué hacen por aquí? —Sebastián me suelta y corre a abrazar a su hermano.

  —Mina y yo hemos decidido venir por ti. Ya le hemos mostrado toda nuestra provincia y pensaba que tal vez podríamos ir a la feria local —dice emocionado mientras que Ángel lo carga en sus brazos.

  —La feria, ¿eh? No suena mal. ¿Tú qué dices, Mina? —ambos chicos esperan mi respuesta, lo pienso un momento. Con todo lo que tengo pendiente, no hay tiempo para estas cosas.

  —Claro, me encantaría —Me rasco la nuca nerviosa mientras en la cara de los hermanos se forma una gran sonrisa.

  —Primero vamos a casa, me quitaré el uniforme y me daré un baño rápido, después nos iremos a la feria. ¿Les parece bien? —sus ojos verde olivo se encuentran con los míos, asiento.

  —¡Sí, hermano! 

  —Sirve que así nuestra invitada se distrae un poco—Al decir esto último me quita un mechón de pelo del rostro provocando un leve sonrojo de mi parte.

  —Uyy. Son novios, son novios, se besan las... —Sebastián dice cantarín antes de que Ángel coloque una mano sobre su boca impidiéndole hablar.

  —Sigue así y solo iré con Mina a la feria —lo regaña y logro percibir una sonrisa divertida en la cara del menor. Quizá solo por esta vez pueda olvidarme de mis pendientes, solo esta vez. 

Ángel

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Ángel

 Nos dirigimos a la feria local caminando mientras conversamos, en esta semana he logrado conocer mejor a Mina, es amable, apasionada, aunque tímida al principio, pero a pesar de que en un inicio se negaba a estar en mi casa, mi hermano y yo logramos que se sintiera cómoda, puedo decir que el pequeño diablillo la quiere como si fuese su hermana mayor. Al llegar a la feria nos subimos a la mayoría de los juegos que se nos permite por Sebastián, tiene siete años y eso dificulta que disfrutemos de las atracciones extremas, al final nos encontrábamos en la rueda de la fortuna.

Atlántida: El Renacer del Imperio (I) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora