Mina
El director nos ha mandado a llamar a todos al gimnasio. Busco a los chicos en los asientos donde su grupo está reunido y los veo sentados en el centro de una fila, Josh me saluda y Nick palmea un asiento vacío a su lado. Voy hacia ellos a pesar de las miradas raras que recibo.
—¿Creen que suspendan clases? —Josh nos mira.
—Ojalá —Nick le responde y yo ruedo los ojos.
—La tormenta es demasiado fuerte, a este paso, las calles ya estarán inundadas —Josh está por responderme cuando el director habla por el megáfono. No habrá suspensión de clases, el agua siempre ha inundado nuestras instalaciones y para el director es más fácil dejar a todo su alumnado en el gimnasio, nos manda por nuestras mochilas y al llegar nuevamente al lugar en donde nos quedaremos, nos dividen por grupos.
—Muy bien, chicos. Saquen sus cuadernos y sus libros —la maestra de historia se sienta en el centro del círculo que hemos formado alrededor de ella. Hacemos lo que nos dice y tiempo después nos da indicaciones para responder el cuestionario que había dictado la clase anterior.
De fondo, escucho la voz del profesor de literatura. Hace que Nick pase al frente de su círculo para recitar un poema, esbozo una sonrisa y sigo respondiendo mi trabajo, pero cuando Nick empieza a leerlo, siento miradas clavadas en mi persona.
—"Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor."
Volteo lentamente y escucho los gritos de sus compañeros haciéndonos burla, Nick choca su mirada conmigo y me guiña un ojo. Estoy segura de que me he puesto como un tomate por toda la atención que tienen sobre nosotros. Los docentes ven el desorden; la maestra se acerca a mí, mientras que el profesor trata de callar a sus estudiantes.
—Valla al baño y despéjese un momento, señorita —le agradezco a la profesora y salgo a paso rápido del lugar, perdiéndome de la vista de todos. Me escondo en el pasillo y tomo el collar que cuelga de mi cuello con mi mano. Tomo una respiración profunda.
—"Necesito que venga" —la voz de la sirena brota en mi mente, me congelo un momento antes de responderle.
—"¿Cómo se supone que valla? Estoy en clases. No es como si pudiera salir por la tormenta. Además, un oficial cuida la entrada de la escuela —ella parece pensar en lo que digo cuando se me ocurre algo—. Puedo salir de las instalaciones por la parte de atrás del gimnasio donde están los vestidores. Saldría a las canchas que conectan a una de las salidas de emergencia, al ir por debajo de las gradas puede que pase desapercibida. Los vestidores están al lado de los sanitarios, pero no prometo nada."
Al decir esto, saco mi teléfono y le mando un mensaje a Nick, pidiéndole de favor que guarde mis cosas y las lleve a mi casa cuando las clases acaben, sé que el mensaje no lo verá hasta dentro de una hora ya que será nuestro primer descanso, tiempo suficiente para salir de aquí y no me detengan con un interrogatorio.
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Atlántida: El Renacer del Imperio (I) ©
Fantasia¿Alguna vez te has preguntado qué pasó realmente con la Atlántida? ¿Existió o solo es un mito más dentro de la mente humana? Todo se basará de ahora en adelante en lo que tú mente crea, para creer solo hay que tener una mente abierta y dejar que lo...