CAPITULO 12

164 19 0
                                    

Tenía que encontrarlo y deshacerse de él lo antes posible. Varias veces envió a su
mayordomo a encontrarse con Murray, pero la respuesta que siempre obtuvo era que
se encontraba afuera. La molestia de John, que empeoraba a medida que pasaban los
días, se volvió hacia el viejo mayordomo. El anciano mayordomo, quien había sido
contratado por el padre de John Mannum se enfrentó silenciosamente a sus quejas,
pero él también era humano por lo que no pudo evitar enfadarse un poco.

Para igualar sus desastrosas preferencias sexuales, el anciano se dirigió él mismo a un
sitio de prostitutas de alto nivel para elegir a sus parejas. Pero al verse obligado a tener
una prometida, John hizo una orgía todas las semanas y al final cuando invitó a su
prometida a unirse a sus perversidades, ella escapó. La familia Rutland, que no pudo
soportarlo más, dictó su última advertencia a John Mannum.

Al final, un acuerdo forzado entre los miembros de su familia resultó en un
compromiso con la familia chester. El mayordomo sugirió que le gustaría visitar a su
prometido en su nombre, ya que John decía que Murray lo estaba evitando
deliberadamente. Pero en lugar de visitar a Murray el mayordomo desapareció
dejando una nota donde explicaba, que no podía hacerse cargo del maldito John
Mannum.


***


El rostro de Murray expresaba temor, cuando se enfrentó a John en un momento tan difícil. En la escuela secundaria él siempre se había comportado como una persona sin emociones, pero ahora parecía emocionado por que él se había encontrado con ese chico antes. Las palabras que le gritaba Murray ahora sonaban aburridas. En la mente de John, que miraba los documentos que Murray le había entregado, aun perduraba la imagen del chico lindo de cabello rubio que había visto hace un momento y su aroma característico.

Incluso durante ese instante su lujuria se activó. Ignorando a Murray sin esfuerzo, sacó a flote el propósito de su visita. Pero no tuvo más que fruncir el ceño ante la respuesta que recibió de su parte. Al parecer, había llegado tarde.

—¿Sabes a dónde fue? Su nombre, lo que sea.

Ha pasado un mes desde que ocurrió el hecho. Para entonces, seguramente ya sabría que estaba embarazado. Tenía que encontrarlo dondequiera que estuviera.

Además, tenía que asignar a alguien para investigar a Hugh Fitz. Fue un poco complicado de encontrar porque la única información que conocía era su nombre, pero escuchó rumores sobre él por todas partes porque al final de cuentas el chico era de
culo ligero. En Dover, apenas pudo encontrar noticias de que había estado en calais desde el bar donde trabajó por última vez en un corto tiempo.

Debido a que era un tipo pobre era obvio que tenía hambre de dinero. Obviamente si estaba embarazado de su hijo, John, que abordó un barco con destino a calais con uno de sus sirvientes,
tenía la convicción de que podría darle algo de dinero para que lo abortara.

Después de varios días de aburrida vida a bordo, llegó sano y salvo a Calais. Muchas personas bajaron de golpe del barco y el muelle se llenó rápidamente con la multitud. John, que estaba vislumbrando el panorama desde la cubierta, notó
una cabellera de un color rubio único. Era un niño cuyo cabello era tan hermoso que se esparcía por el viento. Sin embargo, cuando en el pasado se había acercado él, el chico claramente le mostró que le tenía miedo. Incluso ahora, podía verlo desde arriba mirando a su alrededor como si lo estuviera buscando.

—Amo, tiene que bajar ahora. —dijo el sirviente que apareció por detrás de él con una gran bolsa de equipaje en las manos. Aunque asintió, la mirada de John estaba fija en alguna parte.

Entonces, entrecerró los ojos y un nombre desconocido salió de su boca

—: Angus Hamilton.

El sirviente, que sentía curiosidad por saber hacia dónde se dirigía su mirada, miró hacia el mismo lugar. Un niño pequeño con el cabello dorado se subió rápidamente a un carruaje. John se quedó allí parado hasta que desaparecieron de su vista. Y solo después de eso, se apresuró a bajar del bote y se subió a su propio carruaje.

Según la investigación preliminar, Hugh Fitz estaba trabajando en una taberna destartalada al costado del muelle. El investigador dijo con una mirada serpenteante:

—Le entrega su cuerpo a los Alfas que parecen tener algo de dinero, pero ni siquiera echa un vistazo a los pobres humanos.

La suposición de John, era que él y Hugh Fitz se habían revolcado al menos una vez. En su memoria, el cuerpo del chico que sostuvo ese día no tenía la suficiente experiencia como para vivir una vida tan desordenada. Se sintió frustrado cuando pensó en el cuerpo que había saboreado en sus brazos frente al rostro sonriente y malintencionado de ese investigador.

El bar que parecía estar a punto de colapsar, había sido visitado varias veces por él en el pasado para conseguir prostitutas. Además, era un lugar famoso en calais donde se conseguía buena bebida, pero también era famoso por ser un lugar donde los marineros se detenían simplemente para liberar sus deseos sexuales. Después de mirar el lugar fijamente por un rato, John bajó silenciosamente del carruaje y entró al bar.

Cuando la vieja puerta crujiente se abrió, se sumergió en lo que todos estaban
haciendo, actuando como un hombre pobre que buscaba un bar en mal estado como
costumbre. Se rio, hizo ruido y ni siquiera le importó quien viniera a atenderlo. Sin
embargo, sus feromonas alfa oscuras fluían por todos los lugares que pasaba. Gracias a su ropa costosa y su cara hermosa, los ojos de todos se centraron inmediatamente en
él. Todos parecían reconocerlo.

Y por supuesto, Hugh también lo reconoció de inmediato. Ya sea en Dover o en calais,
John era muy famoso y popular. Rico e increíble guapo.
Además, se rumoreaba que era muy bueno en la cama. Ante tales rumores, la gente
tenía la esperanza de llegar a convertirse en su amante al menos una vez. John, que
observaba sus alrededores con una mirada indiferente, se sentó en una mesa vacía
cerca del lugar donde Hugh estaba cumpliendo sus funciones y luego lo llamó.
—Oye, ¿tu nombre es Hugh Fitz? —Incluso su voz era fascinante. Al escuchar sus
palabras, el corazón de Hugh se aceleró.
—Sí, ese es mi nombre ¿Le gustaría ordenar algo? —El
inteligente Hugh, que conocía exactamente sus fortalezas y debilidades, se rio con sus
ojos atractivos.
—¿Trabajabas en Chester Street?
—… ¿Sí?
El rostro de Hugh se endureció cuando mencionó el nombre de la familia
Chester. Pensó que se habían dado cuenta que se robó unas cucharas de plata cuando
renunció y por eso la ansiedad creció en su mente.
—¿Alguna vez entregaste algún recado o alguna carta en Rutland Street?
—Puede ser…
Su corazón se alivió ante la posibilidad de que no le pidieran que devolviera la cuchara
de plata que se había robado, pero la forma en la que John lo interrogaba con una cara
endurecida no alivió la ansiedad de Hugh. Pero no vaciló, respondió firmemente su
pregunta y lo miró a la cara. como si estuviera molesto, John movió la cabeza con
brusquedad. De repente se levantó, agarró el brazo tembloroso de Hugh y se dirigió a
la puerta.
—Te pagaré el salario por hora el día de hoy. Pero tienes que ir a mi casa. —Lo agarró

HOLA MI CANARIO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora