CAPITULO 20

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Había pasado una semana. La tensión que sintió frente a la casa de Murray dejó a John  un tanto perplejo. Después de salir del carruaje, miró la puerta bien cerrada por un  momento y se acercó lentamente. Llamó dos veces con la manija de hierro que estaba  en el centro de la puerta, y poco después, esta se abrió y el mayordomo, que volvía a  ver después de mucho tiempo saludó a John. 

—Hola, señor John Mannum. El señor Howard no se encuentra en casa ahora. 

John, que no se sorprendió ni un poco, porque era la frase que siempre escuchaba,  sonrió casualmente y le dijo al mayordomo—: Entonces esperaré hasta que venga. 

—Usted no avisó que vendría a visitarlo. Así que es mejor que regrese.  Entonces, John respondió de nuevo fingiendo no haberlo escuchado 

—: Oye, al menos dame un respiro. Hoy no estoy lo suficientemente de buen humor  como para discutir sobre algo tan insignificante. 

—¿A qué se refiere? 

—¿Qué pasaría si reviso cada rincón de esta casa ahora mismo y encuentro al menos  un mechón de cabello de Murray? ¿Eh? Si no estás mintiendo, no te importaría que lo  hiciera a mi manera, ¿verdad? 

Si fuera el habitual John, habría ignorado las palabras del mayordomo y subido al  segundo piso. Pero hoy actuaba de manera extraña. Le pidió su comprensión y trató  de persuadirlo. El mayordomo lo miró a la cara, preguntándose qué le estaba pasando.  

Entonces se escuchó un suspiro y la voz de Murray los interrumpió—: Yo le ordené  que te enviara de vuelta cuando llegaras. Así que no lo presiones demasiado.  

—No puedo creer que me estés tomando del pelo, le estaba preguntando cortésmente.  Oh, y gracias, pero no necesito que me guíes. —John sonrió y le dio un golpecito al  mayordomo en el hombro.  

Luego, subió al segundo piso siguiendo a Murray, que estaba de pie al final de las  escaleras. Los dos hombres que entraron a la oficina guardaron silencio por un  momento. Murray se dirigió al escritorio y John, naturalmente, se dirigió a la ventana.  Reflexivamente, sus ojos se enfocaron en un lugar en específico, pero la persona que  estaba buscando no estaba allí.  

—Mika no está allí. Fue al lado.

—¿Solo por hoy?

—No, ha ido varios días, como unas cuatro veces. —Ante sus palabras, John chasqueó la lengua con molestia. No le gustó el hecho de que el vecino de al lado y Mika se hubieran visto varias veces, mientras él estuvo en cama.

John miró hacia otro lado, después de comprobar una vez más que el asiento habitual de Mika estaba solitario. Desafortunadamente, tenía más interés en ver a Murray que a Mika hoy. Entonces, se sentó frente al escritorio para poder ver el rostro de Murray directamente.

—¿Es cierto que robaron tu casa? —como si estuviera ocupado, o no quisiera enfrentar a John, Murray le habló mientras revisaba unos documentos.

Si alguien como Murray, que no estaba interesado en rumores, se había enterado, eso significaba que el rumor se había extendido por todo calais. Al recordar lo que le sucedió en ese entonces, a John le dolió la cabeza.

—Si, un ladrón... eso escuché. —Estuvo de acuerdo con Murray, excepto que la palabra correcta para definir la situación era 'eI Iadrón de mis semiIIas'.

—¿No es vergonzoso que un hombre con un cuerpo mejor que el mío se haya acostado durante una semana con un ladrón? Mucha gente está hablando de eso. —Mientras hablaba, Murray se echó a reír, quizás burlándose del hecho de que John estuviera temblando con la sola mención del ladrón.

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