Y aquella chica tan rota y hecha añicos se quitó la vida la misma noche que terminó de escribir esas setenta y cinco cartas. La joven, que padecía de depresión, no podía seguir soportando una vida que la hacía tan infeliz.
Pese a que muchos la veían bien, era solo una coraza que ella misma construyó hacía muchos años para no preocupar a nadie. Murió por no soportar el torbellino que residía tanto en su cabeza como en su corazón.
Murió por desmerecerse y pensar que no era digna de que nadie la ayudara. Murió un frío trece de diciembre, en su habitación, utilizando los trozos afilados de una botella de cristal que compró aquel mismo día.
Ella solo quería encontrar la paz. Y por fin, después de haber aspirado su último aliento, la encontró.
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Cartas de una chica suicida
Short StorySiento que a nadie le importo. Nadie me conoce de verdad, nadie conoce mis pensamientos. Ni siquiera yo misma. ¿Qué hago aquí? ¿Quién soy realmente? Solo una chica rota. Una chica suicida que escribe cartas.