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Hay veces en las que me siento un poco tonta mientras escribo escenas amorosas en esas novelas que tanto quiero y deseo publicar algún día.

Luego me pongo a pensar en porqué estoy escribiendo eso si no he vivido jamás nada relacionado con el amor. ¿No es irónico, verdad?

Llevo veintitrés años sin novio, sin haber dado aún un simple beso, sin recibir un fuerte abrazo, sin sentir un sentimiento de reciprocidad por nadie. Nada de nada. Aun así, tengo una mente tan fantasiosa que todo lo que escribo sale de ella, porque no puedo utilizar recuerdos.

Porque no tengo nada interesante. ¡Vaya vida más simple!

Cartas de una chica suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora