XI

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Solo sé que hoy es sábado, y lo último que recuerdo fue el jueves.

A decir verdad, no sé por qué continúo con este ejercicio inútil, pero creo que ya es más una costumbre que algo que realmente necesito, así que hagamos una excepción el día de hoy.

¡EIRI SHOKO! ¡TÚ SABES QUE NO TOLERO EL ALCOHOL!

La futura doctora Shoko tuvo la grandiosa y fabulosa idea de invitarme a salir. Mira, no duermo mucho por una razón, e ir de fiesta cada noche a lugares tan públicos nunca ha sido mi cosa favorita para hacer. Soy yo despues de todo, no importa el lugar en el que este siempre llamo mucho la atención. Sin embargo, Shoko fue muy insistente, además, irían Nanami y su "minion" Yu, Mei Mei, y la enojona de Utahime. Y dije, ¿por qué no?

ERROR.

Y es que se me olvida quién soy, porque perdónenme, pero desde hace un tiempo, sí, soy el novio mandilón de Suguru Geto, y solo existo así. Ok, gracias, ya lo dije en voz alta.

El punto es que llegamos, las chicas bebían cerveza, Nanami vino, y yo... bueno, odio el alcohol, pero Shoko pidió un cóctel con chocolate y cosas dulces. No le pude decir que no, y juro por mis muertos, que sabía a gloria con cacao. El problema fue que entre el jiji jaja, las risas de todos, la música y el ambiente, se me ocurrió decir que tenía hambre. A lo que el "minion" de Nanami dijo que traía dulces consigo y, bueno, sacó una caja con brownies.

ERROR.

A partir de aquí, lo tengo confuso, pero se que me comí dos, eso sí. De pronto, si de por sí veo cosas por seis y en diferentes planos, vi mi vida y la de mis hijos, uno de ellos será amante de los caninos, de eso sí me acuerdo muy bien. Recuerdo que la enojona comenzó a gritarle a Shoko, Mei Mei se retiró a atender una llamada, y Nanami la siguió.

De repente, todo se transformó en una explosión de mil colores, como si estuviera viendo el mundo a través de un caleidoscopio en constante cambio. Escuché un coro de mil voces, y las luces a mi alrededor comenzaron a cambiar de color, creando un espectáculo hipnótico. Objetos extraños giraban a mi alrededor, formando patrones surrealistas. Aunque las personas intentaban hablar conmigo, sus voces llegaban distorsionadas, como si fueran ecos lejanos de una realidad distante. Mi mente se convirtió en una licuadora de ideas, ruidos y luces, fusionándose en un caos sensorial abrumador.

Algo morado se acercó a mí. Sé que no era una maldición, pero me atrevo a decir, con todo el dolor de mi corazón, que en ese momento fue un puente desperdiciado que me dejó totalmente con la guardia baja. Agradecía no estar solo en ese momento.

Una mujer de grandes atributos, no es por presumir que alguien así se me acercará, en realidad era más común de lo que parecía. De lo que recuerdo, sé que se llamaba Hana. Recuerdo que era más baja que Suguru, pero no tanto como la altura de Shoko. Lo que sí, tenía un espectacular cabello oscuro. No lo voy a negar, por un momento pensé que era Suguru en mujer. De ahí, bailamos. Recuerdo cosas moradas, probablemente su vestido. Una voz a lo lejos, creo que de Mei Mei, llamaba mi nombre. De ahí, esta persona intentó besarme, pero la empujé, y de ahí, tengo otra memoria, donde estoy sentado comiendo ramen y esta mujer aparece reclamándome cosas. Nanami la detiene, y discuten, mientras como algo que solo sé que sabía extraño.

De ahí, todo es confuso, hasta que amanecí hoy sábado en el cuarto de Nanami. Como sé que es su cuarto, noté que olía a levadura. No es que sea muy melindroso con los olores, pero para mi muy desarrollado olfato, era medio molesto. Además, olía a vómito, que después, y tal como sospechaba, era yo mismo.

Ese día, Kento Nanami tuvo la osadía de servirme sopa de tomate y pan recién hecho. Bastante europeo por su parte, si me preguntas, pero me supo terrible. No es que no fuera algo dulce, simplemente no era lo que necesitaba en ese momento. Más tarde, Shoko apareció con algunos remedios para calmar mi estómago y aliviar el dolor. Afortunadamente, según sus primeros 8 meses de estudios de medicina, la resaca desaparecería con el paso de las horas, siempre y cuando tuviera algo en el estómago.

No voy a mentir, son las 9 de la noche, y estoy recordando cosas que preferiría olvidar. Le dije a la tal Hana que mi novio tenía un miembro enorme (lo cual no es mentira), que no podía esperar a que regrese para hacer el dulce amor como bestias con él (que tampoco era mentira, pero me gustaba cómo sonaba en mi cabeza ahora que me acordé que lo dije en voz alta). Y lo peor, esa mujerzuela no paraba de tocarme, manosearme e intentar besarme (lo cual tampoco la culpo), pero la muy zorra dejó marcas en mi torso y me clavó las uñas. Tengo un chupetín en el hombro (No sé, no me pregunten, literalmente no sé cómo sucedió).

Mientras escribo esto, no puedo imaginar cuál será la reacción de Suguru al verme así. Además, el dolor de cabeza sigue siendo fatal. Probablemente, escriba una actualización pronto solo por el placer de describir a Sugututu celoso. Porque sí, apenas comencé a escribir esto, sentí su olor.

Satototo

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