XV

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No sé cuánto tiempo ha pasado.

A veces siento o imagino tu olor por las calles, pero me obligo a ignorarlo. Hay días en los que siento que te desvaneces, y mi lado egoísta desea que te hayas ido en alguna misión y seas solo un recuerdo, porque al menos así no sentiría que fuiste tu el egoísta y me dejaste ahí.

Pero en otros días, me consuelo a mí mismo creyendo que si te fuiste de esa manera, lograrías establecer el mundo que deseabas para nosotros. A pesar de tus motivos y causas, al menos sería llevadero. Porque al final, cuando lo hayas conseguido, serías el primero en invitarme a entrar. Habría una casa hecha de nubes, donde nada más importaría. Alejados de este mundo cruel, donde el hecho de ser hechiceros, humanos o personas no importaría. Solo importaría que yo, Satoru, estaría contigo, Geto, y eso sería todo. Todo lo demás no existiría ni sería relevante, solo lo que existiera dentro de nuestro hogar.

He tenido que aprender a llenar tus vacíos. En el nuevo departamento, habilité una habitación para pintar. Mi ropa de diario se manchaba de negro, blanco, morado y azul mientras pintaba. Tenía docenas de cuadros de tu cara y silueta porque de alguna manera, me duele menos intentar pensar que te fuiste a otro plano; es más llevadero que la realidad o el pensar en tu muerte.

Al principio, tenía que escribirte un mensaje de buenos días deseándote éxito en tu misión. A las pocas semanas, Nanami descubrió que incluso tiraste tu teléfono en uno de los basureros de la escuela. Me preguntaron si quería conservarlo, pero prefería que no. Ya tengo suficientes recuerdos con la que fue nuestra habitación.

Con el tiempo, Shoko se fue alejando, no por lo mal que estaba, sino porque la escuela de medicina la consumía, además de la carga que de por sí ya tenía en la escuela de hechicería. El contacto frecuente que tenía con ella era por teléfono. Hubo un punto en que empecé a echar de menos su aroma a tabaco combinado con su perfume de champaña rosa y melocotón que Utahime le había regalado para Navidad.

Pero además de mi miseria, pasé por un luto extraño. Nanami perdió a su compañero, no hablamos mucho de eso, pero evidentemente está por los suelos. No voy a mentir, de alguna manera, buscamos consuelo mutuo. Nos acostamos un par de veces y luego fue más frecuente. La realidad es que solo buscamos sentir algo que no sea miseria, y sé que está mal, pero es un bálsamo para aliviar el dolor del día a día. No hay amor, no hay la conexión que tuve contigo, Geto.

Estoy aprendiendo a olvidar tu nombre. Ahora solo te menciono como Geto, porque Geto se siente distante, pero sé que sigues siendo tú.

Día a día intento retomar mis entrenamientos, canalizar de nuevo mi energía y reaprender a concentrarla para poder volver a ser yo. Poco a poco, ha sido difícil. Pero, al menos hoy, puedo decir que llevo tres días sin llorar, una semana comiendo regularmente y cinco días yendo al entrenamiento sin faltar.

Pero también sigo contando los días desde que te perdí, sigo pintando cuadros sobre ti que luego rompo en mil pedazos. Y sigo encontrándome con este cuaderno que ahora tengo que llenar de nuevo para que comprendan que estoy mejor.

S.

Querido: YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora