31 de junio:
Me olvidé de esto hasta que recibí la queja de que no había entregado mi informe de haber escrito en este lugar. Es odioso, porque... se supone que una persona tiene que dar fe de que entregó estas cosas, aunque se supone que por privacidad no deben leerlo, pero seamos honestos, ¿quién no quisiera leer lo que pasa por mi cabeza?
Suguru, ese maldito que se rió de mí cuando se lo dije, pero más se carcajeó cuando declaré que era parte de un castigo de los superiores. Qué cosas.
Por un momento, se sintió bien haberlo hecho reír después de semanas en las que no entendía lo que sucedía. Pareciera que de la noche a la mañana, es el mismo de siempre.
Quedé de ir a cenar con él después de darme un baño. Eran la 1 de la mañana cuando eso sucedió, y tras comer en silencio, un silencio incómodo que no debería existir, al menos no entre nosotros.
O eso pensaba, alrededor de las 2 de la mañana, mirábamos una película, pero él estaba ensimismado en sus pensamientos mientras miraba la pantalla del televisor, o pretendía mejor dicho, hacerlo.
Quise romper la tensión. Habíamos regresado de una misión, regularmente son los días en los que suelo aprovechar para dormir, más que por cansancio, es catártico, pero hoy fue diferente.
Escogimos una típica película de terror clásica, una de las tantas que repetíamos solo por el placer de aburrir al otro. Nos sentamos en su cama con dos emparedados; Suguru hizo algo aburrido con atún y mayonesa, yo un emparedado con crema de avellana.
Después de comer y dejar su plato a un costado de su cama, se quedó mirando un punto fijo. Lo miré; su cabello estaba atado completamente en un chongo revuelto y alto, habitual en él, pero no tan perfeccionado como de costumbre. Olía a limpio. Suguru siempre olía a lavanda, a tranquilidad. Pero, en contraste, el ambiente no era como era habitual en sus espacios.
Suspiré en ese momento, me levanté y tomé los platos de ambos y me tomé la molestia de dejarlos cerca de su cocineta, recogía un poco, pero mis delicadas manos no eran para lavar platos, únicamente para crear manjares. Volví a mi lugar cerca de él y comencé a picarle las mejillas. Él únicamente se limitó a cerrar los ojos y cruzarse de brazos, pero lo conseguí, tenía ahora su atención.
Me tomó de la mano y me sentó; únicamente susurró mi nombre y yo me quedé quieto, pero más tarde que pronto comencé a jugar con su cabello, tirando de la goma que lo sostenía en su peculiar peinado y bueno, sucedió.
Era curioso. Tenía un olor muy marcado, siempre. Era muy peculiar, y podía sentirlo a kilómetros de distancia. Era el olor de Suguru con lavanda o Suguru con lavanda y naranja lo que a veces me hacía buscarlo entre las multitudes. Sin embargo, nunca he podido identificar su sabor. Al principio me pareció que sabía a atún, pero luego, solo puedo decir que sabe a él.
Nunca he tenido el sentido del gusto tan desarrollado, a menos con las cosas dulces, pero la sensación que me dejó, no fue mágica, fue corrosiva, radioactiva, es como si me hubiera tatuado la sensación de tenerlo entre mis labios, juntos, a un nivel casi atómico era lo único que nos separaba.
Cuando abrimos la brecha que separaba nuestros labios, el idiota solo me dijo: "Ya estas calmado", ¿Calmado Suguru Geto? Calmado estaría, si hubiéramos hecho esto desde hace mucho tiempo atrás, papanatas, la única razón por la que te lo perdono, es porque después de eso te dormiste en mi regazo, y si necesitaba otra razón absurda para no dormir, aquí la tenía, dedicando todo mi ser, a acariciarle el cabello.
¿A veces soy muy cursi o solo es parte de mi encanto natural de Romeo?
Satoru
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Querido: Yo
Fiksi PenggemarSatoru Gojo y su enorme ego fueron reprendidos y castigados. El grandioso e increíble Satoru ahora debe llevar un diario personal, como un niño pequeño, con el fin de reducir su arrogancia y mantener los pies en la tierra. Sin embargo, entre tantas...