Satoru Gojo, nunca había tenido una pareja públicamente, y esto tenía una razón... (Si estoy hablando de mí mismo en tercera persona, déjenme porque será importante). No era de extrañar que parte de mis 'obligaciones' fuera asegurar la descendencia del clan. Evidentemente, había un sinfín de perfiles de concubinas haciendo fila. Después de todo, Satoru no solo era bien visto y de buena familia entre los hechiceros, sino que también era absurdamente rico desde cuna. Sin embargo... ya me cansé de escribir de esta forma.
Era algo vacío. No iba a casarme con alguien solo por el bien del clan Gojo. Al final del día, esa no era mi labor principal, ni nunca lo ha sido. Afortunadamente para mí, hay gente externa que puede asegurar la descendencia a una paja de distancia, sumado a cosas que el dinero puede comprar y pagar. Así que no era algo que me preocupara mucho.
Pero lo que sí me preocupa y era la razón por la que durante mucho tiempo evité todo tipo de relaciones sentimentales que no murieran la misma noche (No literalmente, pero también sucedió). Excepto con Suguru, era evidentemente para mí que había mucha más química que solo ser compañeros de clase. Y me di cuenta, pero era más sencillo y menos problemático no cruzar esa línea, hasta que sucedió. Y no, por supuesto que no me arrepiento, pero definitivamente no lo puedo escribir con soltura como Nanami me sugirió que lo escribiera. Creo que en el fondo es porque no lo he terminado de procesar del todo...
Era inicio de primavera, irónicamente con lluvias aisladas. Cosas del calentamiento global. Apenas tuve tiempo de devolverle el favor a Suguru cuando en vísperas de su cumpleaños, salimos los dos a misiones. Yo viajé de nueva cuenta al extranjero y él se fue a la otra punta del país. Luego por más que lo intentamos, no coincidíamos en prácticamente nada. Hasta que llegó la primavera, la vida así era difícil. Supongo que entiendo a las parejas famosas de actores que regularmente están filmando y apenas se ven unos días para acudir a llamados. Era complicado. Pero, las pocas veces que nos veíamos, sentía a Suguru extraño. Y eran cosas que incluso Shoko y Nanami me externaban. Yo le preguntaba y siempre eran las mismas respuestas automáticas: 'Me falta descansar, es el frío, es mi alergia al polen, es la falta de comida decente, mi dieta es 73% maldiciones' y derivados. Por supuesto, me preocupaba, pero no sabía qué hacer para que estuviera mejor.
Esa semana hubo chubascos aislados. Un día llovía, dos no, y así. No era habitual que la lluvia durara demasiado, después de todo, no era época. Y mucho menos que lloviera de noche. Pero esa noche, esa llovizna en particular no se me olvida. Desperté de una siesta después de haber tenido intimidad con él, sentí el cuarto gélido. Las temperaturas apenas se estaban recuperando tras el invierno no habitualmente frío como en años anteriores y estas lluvias lo mantenían más bien húmedo. De su lado de la cama estaba destendido y no había ninguna luz encendida que me indicara donde estaba. En esta ocasión estábamos en mi cuarto. Mi cama era más grande y de mejores sábanas, así que yo prefería ensuciar las mías para que valiera la pena el pago de lavandería.
Me levanté poniéndome la ropa de nuevo y comencé a buscarlo. Sentía su olor, entonces no estaría muy lejos. Abrí el baño, nada. Fui a su cuarto, y nada. Por inercia busqué con la mirada entre los jardines. El viento soplaba y caía apenas una lluvia muy fina. La luna no estaba tan grande, así que los alrededores no se veían tan bien. Cuando la lluvia se intensificó a los pocos minutos, lo vi levantarse y sentarse bajo un árbol.
Bajé en silencio hasta él. Él me sonrió, y como siempre, me derretía por dentro. Cada que lo hacía, era una de esas cosas que sabía que eran únicamente para mí. Me senté junto a él en la lluvia. Las cosas con Suguru no se hacían, ni se creaban, simplemente existían, como la luna y el sol. Funciona porque ambos existen. La química siempre fue algo explosivo entre nosotros y así lo fue hasta esa noche.
Hablamos de todo mientras nos mojábamos. Pero de pronto, la risa de Suguru se calló. Tras unos minutos de silencio, lo que abrió esa última conversación fue un '¿Crees que algún día encontremos un mundo mejor para nosotros?' No voy a mentir, me quedé callado dos minutos pensando, pero la realidad es que la vida no era tan mala, pese a todo. Al contrario, me gustaba porque él estaba en ella.
Pero creo que, pese a todo, en el fondo lo intuí; esa iba a ser la última vez que pudimos tener esa intimidad de hablar las cosas. De hablar un poco de nosotros y siempre esta idea de Suguru de construir un mundo para y por nosotros. Supongo que ahora me doy cuenta de lo que de verdad significaba. Demonios, fui un iluso, pero estoy enamorado.
Fue un balde de agua fría el haber despertado sin él a mi lado. Fue agonizante despertar dos días después sin saber de ti. Llamándote mil veces al día, con miles de mensajes a diario. Preguntando al mundo entero, contactos, si alguien te había visto, a dónde te habían mandado, o qué sucedió. Estaba devastado, buscando respuestas en mi mente, esperando que tal vez, y solo tal vez, hubiera alguna pista en tus palabras, pero no.
Nada. ¿Cómo se supone que me hayas abandonado después de una lluvia a media noche? No sé por qué me culpo, pero no puedo culparte a ti. Me diste lo que más quería, pero supongo que no fui suficiente. Y creo que eso es lo más jodido de todo.
Dejé de sentir tu olor al segundo día. Ni con todos los ojos del mundo di contigo, en el momento en que te alejaste del país, y aunque para ese momento, yo ya estaba en la mierda, como nunca lo había estado, preferí ya no averiguar el por qué te alejaste.
No. No estoy bien, y no me siento mejor. Escribirlo fue un error.
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Querido: Yo
Fiksi PenggemarSatoru Gojo y su enorme ego fueron reprendidos y castigados. El grandioso e increíble Satoru ahora debe llevar un diario personal, como un niño pequeño, con el fin de reducir su arrogancia y mantener los pies en la tierra. Sin embargo, entre tantas...