Un amor heroicamente malo// [Bl]

𝟐𝟐°: Aún te quiero vivo.

Era la mañana que cambiaría toda la forma de ser de Juliana.

Todo esto empezó la misma mañana, Juliana se estaba alistando para ir a la universidad como otro día. Y así fue, su día en aquel lugar fue normal y aburrido, “como siempre” lo expresaba ella.

Los primeros problemas con los que tuvo que lidiar aquel día fueron cuando entró a su casa llegando de la misma. Su padre estaba trabajando en la casa, pero con fiebre. Juliana no tardó mucho en darse cuanta de ello y rápidamente le pidió que se recostada y que ella se iba a encargar de la comida y del trabajo con el que estaba tratando. Su padre le hizo caso y se recostó mientras Juli cumplía con su palabra e hizo lo que dijo. Primero que todo, se puso a hacer la comida y terminó la misma en muy poco tiempo, almorzando un poco más temprano de lo habitual. Lo cual, hizo que comenzara más temprano el trabajo de su papá, el mismo lo terminó de hacer en la tarde-noche. Estaba exhausta y decaída. Pero había hecho que su padre no trabajara, eso la mantenía medianamente estable.

Sin embargo, esa misma noche, en la madrugada, le pasó lo que más tenía Juliana.

Ella estaba recostada en su cama semi dormida, sentía su garganta seca, por lo que minutos después se despertó y levantó a tomar un poco de agua. Ella lo hizo, pero cuando estaba nuevamente en dirección a su cuarto, la tos de Carlos, su padre, retumbaba por toda la casa. Juliana, se preocupó aunque no le dio tanta importancia ya que venía casi una semana con esa tos, y después el mismo paro de toser. Entrando a su cuarto, le pareció raro lo que había pasado así que se dirigió al cuarto de Carlos, cuando entro se encontró con la desgarradora escena de su padre convulsionando. La primaria reacción que tuvo Juliana fue alterarse y buscar rápidamente su celular para llamar a una ambulancia. Lo hizo alterada, tartamuda, desesperada y entre lágrimas, y la misma ambulancia tardó aproximadamente menos de 20 minutos en llegar a la casa. Cuando lo hicieron se llevaron al padre de Juli junto con ella. En el hospital lo atendieron lo más rápido y mejor que se pudo. A pesar de eso, Carlos terminó falleciendo cerca del amanecer, por una anemia repentina y deshidratación, y Juliana no tardó mucho en enterarse de ello. Cuando pasó, pidió entrar a la sala en el que estaba el, y al verlo recostado y muerto no pudo evitar largarse desconsoladamente a llorar y pocas horas más tarde, retirarse del hospital. Recién estaba asomándose el sol por la cobertura de algunos edificios altos de la cuidad. Juliana estaba caminando en dirección a su casa mientras veía autos y gente rondar por la calle. Finalmente, después de más de 15 minutos de una cansadora y larga caminata, llegó a su casa exhausta y por estar en ese estado fue a dormir. Ni se preocupo de la obligación de ir a la universidad, solo quería que todo lo que había pasado sea una pesadilla y cuando se duerma en ese supuesto sueño despertaría en la vida real y su padre aún estaría vivo. Lastimosamente no fue así. Se despertó a las 2:00 de la tarde, estaba pérdida, y, aunque le costó recordar, pensó que si, que todo realmente había sido un sueño. Pero cayó en cuenta de que no, cuando entro al cuarto de su padre y todo estaba igual a la madrugada del accidente. En ese momento unas lágrimas cayeron de sus ojos, a pesar de que no sintió ninguna tristeza profunda como para hacerlo.

Media hora después Juli se encontraba en una llamada con Alejandra, su pareja. Le estaba pidiendo si ella podría venir a su casa, o poder ir a casa de ella. Alejandra primeramente no entendía el porque, ya que Juli no quería explicarle.

—Juliana, ¿para que quieres que valla?

Hubo unos segundos de silencio en aquella llamada. Alejandra estaba empezando a sospechar que era algún tipo de estafador que se estaba haciendo pasar por ella y de alguna forma, con su número telefónico.

—Ven aquí y te explicaré, por favor. —rogó Juli.

Alejandra dudo por un momento de Juliana, pero la preocupación y curiosidad le decían que tenía que ir.