Capítulo 2

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Barrer, limpiar, trapear y desempolvar. Hace 4 horas llevaba haciendo lo mismo y el agujero aún se veía horrendo.

Al menos el sistema eléctrico funcionaba y a falta de luz solar, tendría luz led. Claro, comprada de mi bolsillo con parte de mi presupuesto de comida. Junto a materiales de limpieza y litros de cloro y aerosol para quitar el olor a humedad.

En este momento agradecería ser Gisselle y encantar a las cucarachas para que quitaran la mugre del baño que estaba imposible. Al menos no era peor que el baño compartido del "cuarto" que Dolores ofrecía.

Esperaba que con un poco de pintura mi nueva "casa" se viera bien, pero tendría que esperar al menos un mes para comprarla.

Los muebles por otro lado... No están tan mal. Claro que me dejó escoger entre el montón y tuve que llevarlos yo misma, pero ya era algo.

¿A quién engaño? Tendría que tener a todo el equipo de queer eye aquí si quería que esto se viera al menos medio decente.

Me rindo.

Lanzo el trapo mojado y lleno de cloro a la bañera. Necesitaba aire y ya había hecho lo que se podía aquí adentro. Me reusaba a seguir torturandome.

Sí, era mi culpa no haber esperado a ver sitio en persona como dijo mamá ¿Pero ya qué? Ya estaba aquí y tenía que hacerlo funcionar. No podía rendirme a la primera, no señora.

Agarro mi maleta y tomo un par de cosas para cambiarme. Estaba sudada y obviamente necesitaba una ducha.

Cómo no, con agua fría porque la terma del siglo pasado que tenía ahí apenas parecía estar reviviendo.

¿Hace cuánto nadie viviría aquí?

Obviamente nadie había sido tan estúpido como yo para alquilar este lugar en unos buenos años, pero con que no hubiera ratas ya era bastante bueno.

Después de la ducha, me visto rápido y tomo mi mochila pequeña. Alisto mi cámara y la guardo con cuidado. Tal vez podría hacer fotitos en el camino para despejarme de todo este mal sabor de boca.

Cojo mis llaves y también aseguro la puerta con un candado nuevo que tuve que comprar. Esa puerta no me daba nada de confianza.

Saco el celular y con el GPS empiezo a caminar. Según lo que decía el anuncio del departamento estaba a solo 15 minutos caminando del metro, pero considerando todas las mentiras, ya no creía en nada.

Me pongo en marcha y después de casi 20 minutos veo por fin la entrada al metro. Bueno, no había estado tan mal de tiempo.

Hoy sí o sí debía conocer la ruta hacia la escuela, porque mañana empezaba a trabajar y no podía arriesgarme a perderme o algo. Era una muy buena oportunidad y necesitaba el empleo. Ahora más que nunca ya que necesitaba volver a juntar dinero.

Me subo al tren y para mí buena suerte, no lleva tanta gente. Encuentro un lugar casi de inmediato y me siento. La gente aquí no parecía estar muy interesada en los demás. Cada uno iba en su mundo, todos muy inmersos en sus propios asuntos.

Esperaba acostumbrarme a la frialdad de este lugar. Yo no era especialmente cariñosa, pero el contacto humano era algo necesario ¿Verdad?

Ojalá los niños sean más abiertos.

45 minutos exactos después, el tren llega a la estación 73 en la que me toca bajar y tomando un largo suspiro, me acerco a las puertas. En cuanto se abren, la gente comienza a bajar y hago lo mismo. Nuevamente saco el celular para ubicarme y en cuanto lo hago, empiezo a caminar.

Manhattan no era tan complicado, pero desde la primera vez que estuve aquí, me parecía increíble el nivel de rapidez con lo que todo transcurría aquí. En un abrir y cerrar de ojos podías perderte si no estabas bien concentrado y yo... normalmente me distraía con facilidad, así que tenía que estar doblemente alerta.

OH MY ROOMATE! | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora