Capítulo 6

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Floricienta.

A la mañana siguiente había amanecido con dolor de cabeza, me levanto porque el móvil no ha dejado de sonar. Estaba enrollada con el edredón cuando empecé a tantear el costado contrario de la cama. Cuando siento el móvil, deslizo la pantalla sin ver quién me estaba llamando, lo llevo a mi oreja para poder hablar.

—Buenos días —dije con voz ronca y cuando escucho quien me responde, rápidamente abro los ojos como platos y me siento en la cama.

—Buenos días señorita, otra vez va a llegar tarde —Luciano sonaba muy tranquilo y yo estaba ya en momento de entrar en pánico.

No no no no no ¡Mierda!

«Tranquilízate.»

—Perdona, me distraje viendo vídeos —miento—. Enseguida bajo.

No puede ser que le haya mentido.

Me levanto disparada de la cama y voy corriendo al baño para poder lavarme los dientes, al verme en el espejo, puedo notar las pequeñas bolsas que resaltan en la zona más arriba de mis pómulos.

«Dios mío estoy horrible.»

Por más que vaya a llegar tarde, no me iré sin antes tomarme un baño rápido.

Solo me demore tres minutos, me puse lo primero que vi en el mi pequeño clóset, un vestido floreado(lo sé, toda mi ropa es floreada, no me juzguen), unos zapaticos azules, una cola alta y antes de ponerme mis lentes me aplique un poco de base sobre las ojeras para poder disimular que tuve una noche de locura.

Noche de locura.

Dios, perdoname por dejarme bailar por un stripper.

Salgo corriendo con mi bolso, móvil y llave en manos. Al llegar al frente de la camioneta, me siento en el lado copiloto y cierro la puerta, me coloco el cinturón de seguridad y trato de no mirar a Luciano.

El arranca y puedo sentir que me está viendo, puedo verlo por el rabillo del ojo.

Creo que abuse en darme un baño.

«¿Estas loca?, era eso, o salir sin darte un baño antes.»

Tampoco es que olía mal, solo que me acostumbré desde chiquita, darme un baño antes de salir.

Luciano para el coche cuando el semáforo está en rojo y aprovecho para disculparme.

—Lo siento, es que salí con unas amigas y me acosté tarde —comento en tono apagada.

El suspira como que si supiera que diría eso.

—No te preocupes, pero no debería de tomar esa costumbre de llegar tarde —tenia una mano en el volante y la otra en la palanca.

—No pasará.

Clavé la mirada por la ventanilla que estaba en mi asiento y me puse a pensar en lo que hice cuando llegue a casa.

Después de anoche las chicas y yo abandonamos la discoteca, nos quedamos en mi casa para seguir la pachanga, empezamos a tomar, bailar, reir, llorar, contar anécdotas de nuestros amores y claro, no puede faltar la conversación de lo que pasó en la discoteca.

Cloe empezó a hablar sobre el chico que me subió al escenario para bailarme, Megan también hacía comentarios y la verdad es que me estaba sonrojando con tan solo pensarlo. Fue maravilloso ver como un chico de buen físico te baila de manera profesional, eso le encantaría cualquier chica.

Suspiro.

Mi móvil empieza a sonar y era un mensaje de mi madre.

Mamá: Buenos días mi amor, Dios te bendiga y te proteja con su sangre. Espero tengas un día excelente.

Cuando Te Conocí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora