[Archivo 18]: Basil y Ofan.

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Al atravesar la puerta, Jhonny se encontró en una situación ciertamente embarazosa. Era un gran dormitorio donde un hombre y una mujer estaban haciendo el amor completamente desnudos. Al verlo entrar, pararon en seco y el hombre se levantó airado.

—¿¡Qué diablos haces!? ¿¡Es que no ves cómo estamos!?

Jhonny, sorprendido por el hecho de que ninguno de los dos se hubiera alterado previamente por el sonido causado en su pelea contra el bastión, sacó la pistola y les apuntó amenazante.

—¿¡Por dónde se va al laboratorio!? ¡Decídmelo o ambos acabaréis con metralla en vena!

—El laboratorio está al otro lado de la mansión. Tienes que llegar al final del pasillo, luego salir al patio central superior, entrar por una gran puerta de madera y seguir ese otro pasillo hasta el final.

Jhonny guardó el arma y abandonó la sala amenazándolos.

—Si no encuentro el lugar acabaré con vosotros.

A la vez que el detective salía, la pareja volvió al tema como si nada hubiera ocurrido.

Ya que tenía que llegar al otro lado del corredor, lo primero que hizo fue asomarse por el agujero para observar si O'Tzaal tenía alguna manera de dificultarle el salto.

—Parece que se ha ido. Puede que esté viniendo a por mí. Me daré prisa.

Cogió carrerilla y saltó con fuerza. Al llegar al otro lado del agujero, la madera se desprendió e hizo que estuviera a punto de caerse, pero consiguió recuperar el equilibrio y mantenerse en pie. Al salir al patio central vio a varios hombres sentados en una mesa jugando a las cartas mientras discutían sobre el juego. Jhonny, al verlos y darse cuenta que no podría atravesar el patio sin ser visto, se acercó a la mesa a conversar con ellos. Acercó una silla y se sentó.

—¿Cuánto nos jugamos?

—¿Quién es este?

—Da igual. Si tiene dinero puede jugar.

Jhonny puso un billete de veinticinco orios sobre la mesa y los hombres le entregaron cinco cartas.

—Por cierto, ¿no vais a ir al evento?

—No, qué va. Ya lo vimos la última vez.

—Oh, ya veo.

Jhonny tenía curiosidad sobre de lo que se trataba esta "última vez", pero sabía que si preguntaba demasiado arruinaría el farol. Puso dos cartas sobre la mesa, a lo que uno de los jugadores reaccionó con furia.

—¿¡Qué diablos es esa jugada!? ¡Si no sabes jugar no te unas!

Entonces el detective le dio la mano a ese hombre y sacó dos cartas de debajo de la manga de este.

—No siempre hay que ser el mejor para ganar.

El resto de hombres cargaron contra el tramposo, y Jhonny aprovechó la conmoción para recuperar su dinero y continuar su camino.

Sin embargo, justo antes de atravesar la gran puerta de madera, el hombre que había encontrado previamente en la habitación llegó al patio.

—¡Ese hijo de puta es un intruso!¡Hizo un boquete en el pasillo!

Jhonny entró rápidamente por la puerta de madera y la cerró con fuerza. Posteriormente corrió unos pasos por otro gran corredor hasta que se frenó en seco. Al final del pasillo había un bastión que se había quedando mirando perplejo.

—¡Tú!¡No te conozco!¡Prepárate para morir!

—¡Oh, vamos! ¡Otro de estos!

El monstruo empezó a correr y cargar hacia el detective, el cual se mantuvo alerta mientras pensaba rápidamente en un plan.

—No tengo tiempo para sacar la pistola. Tampoco seré capaz de luchar contra esa cosa. Pero tengo una idea, sólo tengo que ser capaz de sentir el tempo de sus pasos.

Entonces Jhonny cerró los ojos y empezó a escuchar. Los pasos sonaban cada seis décimas de segundo, y el bastión se acercaba a una velocidad considerable, por lo que el detective supo que los pasos eran lo suficientemente amplios como para llevar a cabo su idea. Entonces abrió los ojos.

—¡Estoy listo!

Cuando el bastión estuvo lo suficientemente cerca, Jhonny dio dos pasos al frente y consiguió colocarse de manera que el monstruo pasara su pie por encima de él a pocos centímetros de patearle la cabeza. Justo en ese momento los hombres del patio abrieron la puerta y fueron embestidos con fuerza.

Jhonny continuó su camino.

La mujer samurái y Cuero, tras librarse de Rob, Kay, Fann y otros dos guardias, llegaron a una sala con unas grandes escaleras y con un gran agujero en el techo. Sin embargo, Cuero se sorprendió mucho al ver a O'Tzaal acurrucado llorando en una esquina del salón.

—¿Qué es esa cosa?

La mujer respondió con una expresión seria.

—Un bastión. No veo uno desde que me fui de Ístar.

El monstruo se giró hacia ellos y se secó las lágrimas.

—Vosotros... ¿Tenéis comida?

La copia de Haruko desenvainó su katana.

—No te acerques, ser inmundo.

El bastión se levantó y dio dos pasos hacia ellos.

—¡Si no tenéis comida seréis mi cena!

El bastión empezó a correr hacia los humanos pero, en un abrir y cerrar de ojos, Haruko atravesó la posición de O'Tzaal e hizo que este dejara de correr repentinamente. Unos segundos después, su cabeza se desprendió de su cuello y rodó unos metros por el suelo. La samurái envainó su katana y continuó caminando.

—Vamos. No hay tiempo que perder.

Entonces, dos hombres con enanismo aparecieron bajando las escaleras.

—Oye, Basil. Si nos cargamos a estos dos Peele Monkey tendrá que recompensarnos ¿no?

—No lo sé, Ofan. Pero no perdemos nada por comprobarlo.

La copia de Haruko se puso delante de Cuero e hizo que este retrocediera.

—Atrás. Tengo una mala sensación.

Basil sacó una pequeña pistola verde con un gran cañón pero que parecía de juguete, y Ofan sacó otra similar pero de color rojo.

La samurái desenvainó la katana de nuevo.

—¿Pistolas?

Entonces Basil lanzó un disparo a la samurái, pero esta fue capaz de evitar el impacto. Sin perder de vista al otro hombre, fue a ver la bala, la cual era una bola negra y viscosa que se había quedado pegada a la superficie con la que había impactado.

En ese momento, Ofan disparó una bengala a la bola negra, la cual explotó con fuerza mandando a la copia de Haruko volando varios metros e impactando con una pared.

Cuero fue corriendo a socorrerla y los dos hombres aprovecharon para recargar sus armas.

—¡No podéis vencer a nuestro poder explosivo!

—¡Eso! ¡Rendíos antes de que sea demasiado tarde!

Cuero se giró hacia ellos.

—¡No me iré de aquí sin Danny! ¡Además tengo que ayudar al señor Walker!

Los guardias se empezaron a reír burlándose del joven. Sin embargo se callaron al ver a la copia de Haruko levantarse del suelo. De esta emanaba un aura de rabia que nunca habían visto.

—¡Ya habéis oído al chico! ¡Y yo no soy tan benevolente! 

La mujer sonrió con una locura psicópata.

—¡Por mucho que me dejéis pasar acabaré con vosotros!

Basil y Ofan se asustaron tanto que tuvieron que tragar saliva de miedo.

El Paladín de Sangre: Lluvia NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora