[Archivo 21]: Visitante del infierno.

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El humo hizo que los cuatro perdieran la visión y tanto Cuero como Jhonny empezaron a toser y se tuvieron que llevar las manos a los ojos por el picor.

Peele Monkey desapareció del lugar en el que estaba tumbado y empezó a trepar por la pared, no sin antes haberse armado con varios plátanos que recogió del suelo.

La copia de Haruko, cuya cabeza aún permanecía en llamas, empezó a mover su katana para dispersar el humo y obtener algo de visión de la periferia. Sin embargo, al estar Peele Monkey colgado por el techo, no pudo localizarle.

Jhonny agarró a Cuero por la ropa para asegurarse de que no era atacado por el mafioso.

—Señor Walker. 

El detective tranquilizó al joven con un toque en el hombro, para indicar que permanecía cerca de él. 

En ese momento Peele Monkey derrochó su oportunidad de lanzar un ataque sorpresa al ponerse a gritar de forma burlesca.

—¡Ya no estáis tan seguros de vuestra victoria! ¿¡Eh!?

La copia de Haruko, nada más escuchó su voz, se lanzó contra el mafioso, agarrando la katana de forma torpe con ambas manos. Sin embargo, al efectuar el ataque al humo, no consiguió atinarle a nada.

—¡Imposible! ¡Juraría que lo escuché por aquí!

De un espacio ligeramente a la derecha de hacia donde había intentado cortar, cayó un chorro de un líquido transparente pero ligeramente más denso que el agua.

La samurái fue rociada por completo. Sobre su pelo también cayó una monda vacía de plátano.

—Esto es... ¿¡Alcohol!?

En el momento en el que el fuego que aún cubría su cabeza hizo contacto con el líquido, todo su cuerpo se recubrió de potentes llamas. La copia de Haruko perdió la fuerza en las piernas y cayó rendida al suelo boca abajo.

Jhonny y Cuero, que seguían sin poder ver nada, avanzaron hacia la zona de donde habían escuchado la voz femenina. Cuero fue el primero en encontrarse a la samurái abatida.

—¡No! 

El joven se sacó la chaqueta, se agachó y trató de apagar las llamas con ella, mientras el detective lo cubría, en guardia ante un posible ataque.

—Huele a whisky.

Cuero reaccionó enfadándose con Jhonny por su insensibilidad ante la situación, pero no fue capaz de decir nada antes de que Peele Monkey descendiera del techo y golpeara al detective con una patada en la nuca.

Jhonny fue empujado por este golpe a dar unos pasos hacia un lado, pero mantuvo el equilibrio y evitó sufrir una gran conmoción. A pesar de esto, lo primero que encontró al girarse fue un plátano que el mafioso estaba sosteniendo frente a su cara y apuntándole con él.

Peele Monkey sonrió enseñando casi todos sus dientes.

—¡Bum!

No obstante, justo antes de reventar la cabeza del detective, Cuero golpeó el brazo del mafioso y hizo que lanzara su ataque hacia una pared. Una gran explosión rompió el muro de madera que daba al aire libre, lo que provocó que gran parte del humo saliera al exterior y se recuperara la visión en la sala.

Jhonny respondió a Peele Monkey con un gancho en la mejilla, que lo mandó volando un par de metros e hizo que aterrizara en una esquina del laboratorio. Posteriormente se giró hacia Cuero para darle órdenes.

—¡Corre a la sala contigua! ¡Este maldito dijo que ahí está Danny preso!

Si bien Cuero fue ágil y siguió la orden al instante, Peele Monkey apuntó al joven con otro plátano que había mantenido oculto hasta el momento agarrándolo con uno de sus pies.

—¡De eso nada!

Una gran cantidad de un material adhesivo salió disparado de la banana, lanzando al joven por los aires y dejándolo pegado a la pared, a pocos centímetros de llegar a la puerta de la sala de al lado.

Jhonny saltó hacia el mafioso y empezó a darle patadas.

—¿¡Qué mierda te crees que haces!?

Tras la cuarta patada, Peele Monkey perdió la consciencia.

El detective corrió hacia Cuero para quitarle el adhesivo y despegarlo de la pared. El joven apenas permanecía consciente, pues se había golpeado el cráneo violentamente contra la pared

—Señor Walker...

Jhonny empezó a desesperarse mientras usaba sus dos manos para excavar en el material pegajoso.

—¡Aguanta! ¡Vamos! ¡Mírame!

Cuero puso todo su esfuerzo en no perder el conocimiento y mantener la mirada en el detective.

—No puedo respirar.

Jhonny, tras escuchar esto, con un fuerte movimiento con su brazo arrancó el material adhesivo del torso del joven, que cayó desplomado al suelo. 

—¡Mierda!

Cuero seguía manteniendo los ojos abiertos, aunque todo empezaba a verse borroso frente a él.

—Al menos hemos ganado la pelea, ¿eh?

Jhonny puso una mano tras la nuca del joven.

—Tranquilo. Sigue conmigo.

Sin embargo, el momento fue interrumpido por un grito proveniente del otro lado de la sala.

—¿¡En serio creéis que habéis ganado!?

Jhonny se dio la vuelta desesperado.

Peele Monkey estaba de pie, apuntando a ambos con cuatro plátanos. Su cara desfigurada y toda la sangre que había desprendido sobre su rostro no impedía que siguiera sonriendo, ahora de una manera más macabra que nunca. 

—¡Este es el final de esta batalla! ¡La victoria es mía!

Antes de lanzar el ataque final, decidió soltar una carcajada psicótica.

—¡Catapún!

Pero, justo antes de acabar con la vida de ambos, empezó a escupir sangre mientras una hoja de metal le atravesaba el pecho y lo iba abriendo en canal de arriba a abajo. Sus plátanos cayeron al suelo antes de poder utilizar su poder. 

—¿Pero qué... mierda?

Su débil voz no pudo ser escuchada por el detective, que observaba como la copia de Haruko se había levantado del suelo para terminar con la vida del mafioso. El cuerpo en llamas de la samurái hacía que su aspecto se tornara infernal, como si fuera un demonio venido del infierno. Su piel chamuscada solo hacía que su aura fuera aún más terrorífica. Pero sin duda, lo más imponente era su sonrisa, que brillaba a pesar del fuego y el humo.

Peele Monkey se apartó para hacer que la katana saliera de sus entrañas, pero no tuvo la fuerza para moverse más.

—Tú... Tenías que haber muerto de dolor. ¡Te prendí fuego!

La copia de Haruko se mantuvo sonriendo.

—¡Oh, vamos! ¡Ni siquiera tengo sistema nervioso!

El mafioso, al haber perdido todas sus fuerzas, se postró sobre sus rodillas y perdió el conocimiento.

La samurái blandió su katana con ambas manos, la puso junto al cuello de Peele Monkey y, de un veloz movimiento, le cortó la cabeza.

Jhonny sintió una mezcla entre fascinación y temor ante la atmósfera brutal que emanaba de la mujer. Pero al ver que la pelea al fin había terminado, se volvió de nuevo hacia Cuero y trató de mantenerlo con consciencia.

La samurái se apagó las llamas con la ropa de Peele Monkey y se acercó a la puerta.

—¡Prepárate para morir! ¡Damian!








El Paladín de Sangre: Lluvia NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora