[Archivo 33]: Fuerza oriental.

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Lukas se levantó de golpe. El grito provenía de unos cuantos metros detrás de ellos, donde se podía ver a un soldado del gobierno, cubierto con un casco y una máscara.

Wyrie finalmente se alarmó y consiguió reaccionar. Lukas la tomó por la mano y la levantó del suelo para huir de la zona.

—¡Venid aquí!

Los gritos del soldado se iban acercando rápidamente, así que Lukas tomó a Wyrie en brazos y comenzó a correr hacia la dirección opuesta. La joven lo miró fijamente a los ojos.

—Lukas...

Sin embargo, el pelirrojo estaba tan centrado en la huida que no escuchó a Wyrie, la cual, al percatarse de esto, hizo un movimiento brusco, haciendo que Lukas la soltara por accidente, y comenzó a correr a su lado.

Lukas sonrió.

—Está bien ¡Vamos!

Ambos se dieron la mano y empezaron a escapar juntos del soldado, cuyas pisadas se escuchaban cada vez más cerca.

Lukas volvió su mirada un instante y se dio cuenta de que su perseguidor iba armado e intentaba apuntarles para efectuar el disparo.

—¡Por aquí!

Ambos se metieron en una construcción en ruinas llena de cenizas y cadáveres.

Se ocultaron tras una mesa de madera y permanecieron en silencio hasta que vieron al soldado pasar de largo.

Entonces Wyrie se sentó en el suelo y Lukas se agachó frente a ella y puso una mano en la cara de la joven.

—No voy a dejar que te maten.

Wyrie retorció su rostro, intentando reprimir sus emociones, pero no pudo evitar soltar una lágrima.

—Lo siento. Lo siento...

Lukas abrazó a la joven.

—Tranquila. Está bien.

En ese momento la puerta del edificio en el que se habían escondido fue destruida. Cuando Lukas se asomó para ver qué había causado tal cosa, se encontró a un hombre fornido de más de dos metros de altura con la pierna estirada hacia delante, revelando que había tirado la puerta de una patada.

—Oh ¡Qué bonito...! Pero será mejor que os dejéis de soplapolleces, porque eso no os va a servir de nada.

Wyrie y Lukas, al darse cuenta de que habían sido descubiertos, huyeron hacia una salida que había en la parte trasera del edificio.

Sin embargo, al salir se encontraron con unos diez soldados apuntando directamente hacia ellos.

—¡No se muevan!

Ambos levantaron sus manos y se quedaron petrificados ante tal escena. Unos segundos después, el hombre enorme salió de la casa por la misma puerta que ellos, revelando una larga melena blanca que brillaba reflejando los rayos del sol.

—Vaya, vaya, vaya... Así que dos ratitas han logrado escabullirse de mis hombres...

Miró hacia el suelo y vio el cadáver de un desafortunado que se había cruzado con un miembro del ejército antes. Se acercó a este, le pisó la espalda y, usando solo una mano, le arrancó la cabeza.

—Y bien... ¿Me vais a decir quiénes sois?

Lukas y Wyrie se mantenían en silencio.

Uno de los soldados gritó con rabia.

—¡Hablad!

Lukas fue el primero en contestar.

—Lukas. Me llamo Lukas.

El hombre fornido se acercó a este.

—Lukas... ¿Lukas qué?

—No conozco mi apellido. Nunca conocí a mis padres.

El hombre tomó la cabeza recién decapitada y se puso a fingir que conversaba con ella.

—¿Hm? Oh, sí... Parece que al señor Kru'htao le causa mucha ternura tu pasado.

Wyrie miró con rabia e impotencia a los ojos de aquel hombre.

—¿¡Cómo sabes su nombre!?

—Verás, jovencita. Yo me sé el nombre de todas y cada una de mis víctimas. ¿No crees que es algo honrado por mi parte?

Wyrie se limitó a no contestar.

—Tienes razón, no lo hago por un código de honor, o por alguna gilipollez como el "orgullo de un guerrero". 

Extendió su enorme mano sobre la cabeza decapitada y, cerrándola con fuerza, la chafó como si fuera un tomate.

—Es que aplastar a aquellos seres que conozco es mucho más gratificante.

La joven daba todo de sí para reprimir su rabia en ese momento tan complicado.

—Y bien, pequeña mujer de ojos rojos. ¿Me vas a decir tu nombre?

El hombre puso su mano sobre la cabeza de Wyrie, a lo que Lukas reaccionó apartando el brazo de aquel gigante de un golpe.

—¡No le pongas encima tus manos llenas de sangre, bestia!

Los soldados se prepararon para apretar el gatillo, pero el hombre fornido hizo una seña para que se detuvieran.

—Está bien, tienes espíritu. Eso me gusta. Te dejaré luchar contra mí. Si pierdes os mataré a ambos. Me muero por probar la sangre de la pequeña mujer de ojos rojos.

Lukas le lanzó una mirada de desafío a su rival.

—¿Y si gano...?

—Si ganas—El hombre fornido sonrió con malicia de oreja a oreja—Si ganas ella podrá irse de aquí con vida.

Wyrie protestó.

—¡Eso no es justo! ¡Deja que luche por su propia vida!

El hombre se encogió de hombros.

—Eso no es posible, pequeña mujer de ojos rojos. Todos estos soldados saben tanto la apariencia como el nombre del joven Lukas. De nada serviría dejarlo huir si en cualquier momento podemos localizarlo y eliminarlo.

Lukas dejó claras sus intenciones.

—Tiene razón. Esto es lo mejor a lo que podemos optar ahora.

Wyrie miró al suelo, aún reprimiendo todas las emociones negativas que estaba sintiendo en ese momento.

El hombre enorme alzó los brazos y sonrió al cielo.

—¡Está bien! ¡Tendremos un duelo! ¡La fuerza tirana del gobierno, o sea, yo, contra el pobre prójimo de pelo color sangre! ¿¡Quién ganara!? 

Se volvió hacia Wyrie.

—No te preocupes por lo que ocurrirá si el joven Lukas gana. Eso no va a pasar.

Los soldados se pusieron en formación de media luna al rededor de ambos luchadores, tomaron a Wyrie como rehén y se mantuvieron apuntando al pelirrojo para evitar algún tipo de rebeldía.

Lukas tomó una postura defensiva.

—Estoy listo, bestia.

El hombre fornido sonrió y sacó de un módulo en el cinturón que llevaba un arma que unía dos cilindros de metal con una cadena, similar a un "nunchaku".

—Te diré mi nombre, joven Lukas. Así como tú me has dicho el tuyo. Tendremos un duelo justo.

El hombre empezó a hacer trucos con el arma que llevaba, lo movía de un lado para otro, rebotando en su cuerpo por las zonas abdominales y los hombros, a una velocidad muy alta para el tipo de instrumento que estaba usando. Mientras hacía esto, gritó su nombre al cielo.

—¡Mi nombre es Wú Qiang! ¡Y tú serás mi presa!

El Paladín de Sangre: Lluvia NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora