II

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Se sentía algo extraño en el ambiente esa mañana y pudo percibirlo en cuanto abrió sus ojos cuando su despertador sonó. Su estómago pareció no recibir bien su desayuno y casi se había vuelto en más de un accidente en el trayecto hacia su oficina.

Estaba distraído porque sabía lo que ese día llevaría hasta él.

No le gustaba alardear, pero era uno de los abogados defensores más prestigiosos de todo Londres. La prensa conocía su nombre, las escuelas de derecho lo peleaban para que se convirtiera en uno de sus académicos, pero él siempre era más o menos fiel a su alma mater, misma razón por la que sólo se molestaba en rechazar las ofertas, por muy tentadoras que ellas fueran. Tenía una responsabilidad social en todo lo que significaba ejercer su profesión, era el defensor de aquellos que no podían ser defendidos, aunque incluso fuera algo que iba contra su propia moral, trabajo era trabajo, y no se había ganado el renombre que tenía por ser moralmente correcto frente a la vista del ojo público.

Había cancelado todas las citas que tenía agendadas para ese día, sólo para quedarse a esperar en su oficina lo que el transcurso de este podría hacerle llegar. Y al fin había llegado, su intuición nunca le fallaba cuando se trataba de algo como aquello, podía notarlo en el viento, en la forma que los pájaros cantaban, en su propia forma de caminar, todo para llegar finalmente a eso.

"Necesito tu ayuda."

Fue lo primero que escuchó de su nuevo acompañante mientras le daba la espalda a la puerta de su oficina, mirando por aquel gran ventanal el paisaje que le ofrecía la ciudad. Desde ahí había podido ver llegar su auto, ver su nerviosa caminata hacia la entrada del edificio, sólo para luego terminar su recorrido en aquel lugar; los dos solos, en una oficina en el quinto piso de un edificio que le pertenecía por completo, con la memoria de un pasado vivo golpeando la parte trasera de su cabeza.

"Ya te habías tardado demasiado." Dijo con aquella voz gentil que le caracterizaba mientras giraba en su lugar para poder ver a su oponente, soltando un suave suspiro al tener aquella imágen una vez más luego de tanto tiempo.

¿Cuánto tiempo había pasado? Tal vez tres o cuatro años desde la última vez que se habían visto, apenas había terminado el último caso en que solicitó su ayuda, todo se había acabado. Aziraphel observó a Crowley con detenimiento mientras se sentaba en la silla detrás de su escritorio, invitándolo con la mirada a que tomara asiento si así lo deseaba. Cada vez que se encontraban en situaciones como aquellas, ninguno de los dos sabía muy bien que era lo que crecía en el interior del otro. Tal vez rabia, tal vez tristeza, o aquella inigualable enemistad que se había generado desde hacía inmemorable tiempo atrás.

"¿Otra vez dudando de tus habilidades, Anthony?" Preguntó cuando se encontraron frente a frente, sólo con el escritorio de por medio. "Por eso estamos en el lugar que estamos ¿Verdad?"

Se habían conocido en la universidad, cuando ambos tenían al rededor de dieciocho años y la mala relación había comenzado a penas habían participado en la primera clase que tuvieron juntos. Crowley siempre era el primero, Aziraphel siempre le pisaba los talones, pero él era el que se encargaba de encantar a todos sus maestros con su forma de hablar y aprender. Anthony era más reservado, no participaba a no ser que fuese absolutamente necesario, Fell participaba tanto como podía para intentar pasarlo, pero nunca daba mucho resultado. Al momento de graduarse, ambos fueron premiados por aquella tan deseada excelencia académica, causando confusión y uno que otro altercado en la ceremonia, sobretodo entre sus familias.

Eran el extremo contrario al otro, y siempre así había sido.

"No estoy aquí específicamente porque me agradas." Refufuñó el pelirrojo, haciéndose ligeramente hacia adelante. "Nadie puede saber que estoy aquí."

Ultima Ratio [Aziracrow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora