Esa mañana fue despertado con treinta y nueve besos en su rostro como si se tratara del mejor sueño del mundo. Y todo fue aún mejor cuando, al abrir los ojos, se encontró con el rostro sonriente de Crowley frente a él. Su amado cantaba la canción del feliz cumpleaños en un suave susurro solamente para que él lo escuchara, con su respiración acariciando la piel de su cara mientras él hacía el intento por parecer despreocupado, pero la sonrisa que se había posado en sus labios no quería esconderse. Hacía años que no se sentía tan animado en esa fecha y sabía bien que la única razón de su buen humor era porque no estaba solo. En sus últimos cumpleaños sentía que no había nada que celebrar, pasaba la fecha trabajando como cualquier otro día, recibiendo uno que otro saludo que él respondía con una sonrisa gentil. En ese instante estaba verdaderamente feliz.
Cuando al fin pudo incorporarse en la cama, Anthony ya se encontraba parado a un lado de esta, sosteniendo una bandeja con un esplendoroso desayuno, que -podía adivinar por la sonrisa orgullosa de su compañero- había preparado él mismo. El pelirrojo se demoró casi una semana completa en intentar aprender de memoria las recetas necesarias para prepararle esa comida a Aziraphel, y sinceramente, para saber sólo teoría, la práctica había salido bastante bien. Dejó la bandeja sobre sus piernas, tomando el cupcake con una velita que había en ella -era lo único que él no había preparado, prefirió confiar en una pastelería que en sus habilidades-, la encendió con calma y así se la estiró a su amor.
"Pide un deseo." Fue lo que dijo con una sonrisa, sosteniendolo para que él pudiera pensar con claridad lo que pediría.
Cerró sus ojos con fuerza mientras pensaba en que pedir, y cuando al fin lo tuvo claro, sopló para apagar las ocho velas que adornaban su pastel. Escuchó el vitoreo de su Nana y los aplausos de sus padres. Él no estaba acostumbrado a que sus progenitores se encontraran en el país en esa fecha, pero ahí estaban, sentados junto a él en la mesa y sentía que su estómago se revolvía sólo por la emoción de ver sus sonrisas en cuanto sopló sobre el pastel.
"Felicidades, mi niño." Helana lo abrazó con fuerza, llenando su rostro de besos.
En la casa no había ningún otro niño, no porque nadie hubiera asistido, sino, porque él no tenía muchos amigos en la escuela y no había invitado a nadie, prefería estar con su familia antes de que la tranquilidad de su hogar se viera interrumpida por chiquillos que apenas conocía. Todas las mujeres y hombres que trabajaban para sus padres en ese lugar se habían encargado de saludarlo con un fuerte abrazo por su décimo cumpleaños, alguno le había regalado algo -regalos que él apreciaba como si fueran tesoros- y uno que otro le había molestado con que cada vez estaba más cerca de convertirse en un hombre hecho y derecho.
Helena había comenzado a repartir el bizcocho que ella misma se encargó de hacer para su pequeño, pero en cuanto notó como era que los puestos de sus padres estaban vacíos, justo cuando el ama de llaves se disponía a darles una rebanada del postre, una nube negra pareció colarse por encima de su cabeza. Los buscó con la mirada por toda la sala y no los encontré, sin embargo, podía escuchar los tacones exasperados de su madre chocar en el piso del segundo piso, misma razón por la que no dudó en ir a buscarla. Su Nana le pidió que no se tardara mientras subía las escaleras, él apenas la había escuchado, pues estaba más concentrado en seguir el ruido de los pasos de su mamá, guiandose a sí mismo hacia el despacho de su padre; la puerta estaba entre abierta, cosa que le permitió escuchar lo que ellos decían. Su corazón se rompió un poco esa tarde.
"Si no estuviéramos aquí ese contrato estaría firmado, Charles." Margaret, su madre, parecía completamente molesta. "Ya ha pasado sus últimos tres cumpleaños solo con Helena ¿Crees que haber pasado otro hubiera hecho la diferencia? ¡Él apenas lo nota!" Su pequeño pecho había comenzado a doler, o tal vez, su estómago, no lo sabía muy bien. Escuchar esas palabras de la boca de la mujer que lo había dado a luz era como cuando se caía de su bicicleta: todo su cuerpo dolía.
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Ultima Ratio [Aziracrow]
Fiksi Penggemar[AZIRACROW] Tan poco tiempo hemos disfrutado de este amor Dime, cariño ¿Debería irme antes de que te vayas? ¿O debería llorar antes de que tú lo hagas? Quiero romper las leyes de tu corazón Quiero resignarme a tu prisión.