XII

180 33 2
                                    

Pese al frío de la mañana, se atrevió a salir al balcón de ese departamento, en pijama y con una taza de café humeante siendo sujetada por su mano; dudaba que alguien pudiera verlo desde un piso quince. Desde ahí se dedicó a ver lo que la ciudad le ofrecía pese a la neblina que la cubría, jugueteó con alguna de las plantas que se encontraban adornando el lugar y finalmente, sólo se dedicó a suspirar observando el vacío. Sentía que el corazón en cualquier momento le explotaría o sus pulmones se hincharían tanto que no sería capaz de respirar; su ansiedad se había calmado en el último par de días, pero muy en el fondo seguía siendo aquella pequeña aguja pinchando la parte trasera de su cabeza. Su vida había vuelto a dar un vuelco a causa de un par de ojos azules y hermosos que ya no le robaban el sueño, sino, sólo la respiración a causa de sus besos y su concentración cuando intentaba trabajar en su compañía. Cerraba sus ojos, aunque fuera por un momento, y podía ver el cuerpo del rubio envuelto con gracia entre las sábanas, dejando ver pequeños atisbos de su piel, podía sentir el aroma dulce de su cuello y la suavidad de sus besos... Creía poder experimentar lo que era el recuerdo de su cuerpo en la yema de sus dedos, el sabor de su boca en la propia y el aroma de su amor en la punta de su nariz. Aunque no fue necesario imaginar más que aquello, pues sólo un par de segundos después su fantasía se vio realizada cuando sintió aquellos brazos envolviendolo con cariño, seguido de una cabeza, aún somnolienta, apoyándose contra su espalda.

"¿Te desperté?" Preguntó en un suave susurro, viendo lo que se podía ver de la calle desde ahí.

"Más o menos, se enfrió tu lado de la cama." Murmuró con sus ojos cerrados, frotando su respingada nariz contra la tela tersa del pijama que su acompañante usaba. "¿Qué haces aquí? Hace frío."

"Sólo..." Soltó un suave suspiro antes de girar entre sus brazos para tener la dicha de verlo, con sus ojos algo hinchados por haber despertado recientemente, y ese rubio cabello alborotado. "...pensaba un poco." Crowley dejó su taza de café sobre la baranda del balcón, tomando así el rostro del abogado entre sus manos. "Buenos días." Lo saludó con una suave sonrisa en sus labios.

Era la segunda mañana que despertaba en ese departamento, era el segundo día que despertaba con el rubio a su lado en una habitación que no era la suya, pero que parecía que lo fuera. Cada día que pasaba era un día menos para el juicio, pronto tendrían que separarse para poder trabajar cada uno en el lugar que le correspondía, y a decir verdad, ninguno de los dos estaba preparado para dejarse de lado luego de tanto tiempo habiendo estado separados. El juicio podría extenderse por semanas e incluso meses, y Crowley no quería dejar ir aquella sensación en el medio de su pecho que había tenido esos dos días al despertar junto Aziraphel.

"Pensaba en... Cuantas personas han estado aquí, viendo por este balcón y teniéndote entre sus brazos cuando yo no estuve aquí todos estos años para tenerte cerca de mí." Fue como si leyera el pensamiento del abogado, riendo un poco al ver la cara de sorpresa que este había puesto al escucharlo.

"¿Quieres que te diga la verdad y así alimento tu ego o prefieres que te diga una mentira para alimentar el mío?" Preguntó de forma sincera, aunque la sonrisa en sus labios era juguetona.

"Regálame la verdad por esta vez." Pidió Crowley, cerca de su rostro, mientras que una de sus traviesas manos bajaba hasta la cadera del rubio para apegarlo más a él. "¿Cuántas personas te han tocado desde que yo no lo hago?"

Aziraphel soltó un suave suspiro al sentir las manos del fiscal al rededor de su cuerpo, pudiendo percibir a la perfección como él los guiaba hasta el interior de su hogar, con pasos calmados, casi juguetones, como si quisiera que no se diera cuenta. El rubio estaba perdido en los ojos de su acompañante, intentando buscar las palabras correctas para responder su pregunta mientras se abrazaba a su cuello en un intento de estar más cerca de él; en momentos como esos sentía que tocarlo no era suficiente, deseaba poder estar debajo de su piel, ser parte de él y que él fuera parte de sí mismo, que respiraran el mismo aire, caminaran los mismos pasos y que por sus venas corriera la misma sangre.

Ultima Ratio [Aziracrow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora